domingo, 13 de abril de 2014

MANUEL GARCÍA-CARTAGENA


 
 
Centro del Mandala

 
Alabado sea tu hoyo, cosa que vive,
grande es el humo que no me llega,
todo lo que te late me palpita y tumba
armándome vencedor de los quicios rotos.

He aquí tu himen, amada muerte,
por él maté a las últimas
manos que me saludaban.

Alto como el mejor asesino,
mentí mi vida
mientras el mundo me veía
crecer y hacerme.

Ahora en tu boca pasto y bufo,
duermen los buitres que merodean mi lengua,
no hay desiertos tan dulces
como tu cueva.

 

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