lunes, 30 de abril de 2018


JAIME TORRES BODET




Tiempo


La noche se rompía en nuestras manos.
Nos sitiaba el invierno.

Y tú estabas allí, desde la almena
de unos ojos adversos,

engañándome, irguiéndote, llamándolo.
Sin palabras. Sin gestos.

En tu mirada, un río de diamante
me arrojaba, sin cólera, del tiempo.


NIZAR QABBANI




Sin manos



No esperaba
que me atravesaras cual flecha pagana.
No esperaba
que entraras en mi lenguaje, en mis palabras
y en los gestos de mis manos.
No esperaba
que te volvieras culta.
No esperaba
perder la corona y mi derecho de sucesión:
era fuerte y famoso,
mis soldados llenaban la tierra y el mar
y mis banderas cubrían los orientes.
No esperaba que hubiera un terremoto,
que se partiera el mar,
y que un día, tus ojos me dividieran en dos.

No esperaba
cuando te besé, olvidarme los labios.
No esperaba
cuando te abracé, volver sin manos.
  
Mayo, 1983.

DANIEL MIRANDA TERRÉS






De entre los animales que pueblan la franja del cielo,
tú naciste al amparo de un león,
animal que cuida de los astros
en los días de agosto.
Tú tienes sus agallas y su belleza:
sabes andar llanuras,
no temes al frío de las tormentas
ni a las cosas más lejanas.

Yo nací una mañana
con el cielo poblado de cangrejos;
jamás aprendí a ir hacia adelante,
a soñar sin pesadillas;
enfermé desde niño,
fui traído al mundo
en tiempos de cáncer.



OMAR JAYAM





VII. Predestinación



88

¡Oh, Tú! que al hombre hiciste de la arcilla más vil,
y en el Edén, oculto, lo pusiste al reptil,
de toda humana falta que su vida mancilla,
dale el perdón y el suyo recibe Tú… ¡es gentil!


ZOFIA BESZCZYNSKA





la luna plumada



la luna era verde
como aceituna
y como un pajarito
sacudió sus plumas
se sentó en la copa
de un avellano
me echó su plumita
por entre las ramas
la metí en la cueva
en la hierba fresca
quizás una luna nueva
a partir ella crezca


Traducción de la autora

Revisión de Laura Vargues Sánchez


VILMA TAPIA





Awatiris

Para Nadia Prado e Igor Barreto



Porque algo ha permanecido
ellos cuelgan primorosos claveles de tallos largos en sus sombreros

para acompañar el día
inventan quenas y violines de tres cuerdas

Ellos comparten un ajtapi con phiri de maíz que reverentes
comen con los dedos
y espacio adentro guardan
doce hojas de coca enteras

Porque algo se ha perdido
ellos dicen juramentos
elevan la voz
fragorosos rayos del corazón
claman misericordia

La unidad del cuerpo fue desmembrada
gritan gritos desprendidos
se insertan
en el terror de los animales





domingo, 29 de abril de 2018


ALFONSO COSTAFREDA





Te dieron vida



Te dieron vida y ahora vives
aun más allá de sus deseos.
Les fuiste una quimera necesaria
y te apoderas de tus dueños.

Y no diremos que no existes
aunque tenaces te neguemos:
si son en el desierto de su vida
sólo espejismos tus soñados reinos,
en nuestra mente estás, estás, acaso
más que nosotros eres cierto.


ÁLVARO SOLÍS





La noche entera


Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Ramón López Velarde



I

Nunca miramos el mar,
nunca nos detuvimos a mirarlo inalcanzable.
su furia contenida por años ruge sin parar y las palmeras inmóviles,
oleadas de sofocación, cortinas, entrecerradas ventanas.
Tanto calor como para fundar diez mil infiernos;
arden las paredes y mi cabeza arde en las brazas de este tiempo.

Nunca miramos el mar, nunca entrecerramos los ojos para mirar el mar de abril.


II

Apoyado en la ventana te esperé la noche entera.
La noche era un camino que no se podía recorrer con calma,
extendía sus fronteras hacia donde no era posible esperar.
Porque el corazón no puede soportar las heridas que produce la esperanza,
la noche era un sesgo que nunca aprendí a tomar con sigilo.

Tú me atormentabas diciendo que llegarías más tarde
con la indiferencia que se da la hora a algún desconocido.
Mi corazón era un volcán extinto que de repente exhala pequeñas fumarolas recordando el tiempo de erupción.
Pero aquel día mi paso fue más lento, y llegué tarde,
me esperabas con los jeans color rosa y tu cinta para el cabello y tus zapatos,
y tu bolso de mano y tu llavero y los rasgos de tu blusa y tu indiferencia del mismo color.
Parecías no advertir que te miraba, y pensé que estabas sola, que no esperabas,
que estabas muy lejos de casa, de los sabores resecos del invierno,
que no pertenecías a nadie, ni a ti misma,
mientras te maquillabas sin prisa mirándote al espejo y agachabas la cabeza como avergonzada.
Ese día llegué tarde pero hicimos el amor con toda calma,
luego te pusiste mi camisa color vino
y pedimos comida china, relucían tus blancas piernas donde yo recostaba mi cabeza para recordar tu gesto entristecido de la espera.

Porque la noche extiende sus dominios sobre todos los que anhelan el retorno de alguien que nunca volverá,
mi corazón contiene aun las furias de aquel mar que siempre nos fue inalcanzable.

Nunca miramos el mar,
nunca entrecerramos los ojos para mirar el mar de abril.



ESTHER DE CACERES





No pasarás por el camino...



No pasarás por el camino
a la hora en que mis ojos te buscan,
cuando los pájaros vagabundos se van de la tarde
y llora en la noche mi voz.

Mi corazón te esperará en la puerta de los días
¡pero no llegarás!
¡Y ha de cerrarse la oración en mi soledad!

¡No pasarás por el camino!
Pero yo he de esperarte otra vez,
cuando los pájaros vagabundos se van de la tarde
y llora en la noche mi voz...


RICARDO MOLINARI





Estas cosas



No sé, pero quizás me esté yendo de algo, de todo,
de la mañana, del olor frío de los árboles o del íntimo sabor
de mi mano.
Pero estas llamas y la lluvia bajan por la tarde del día elevadas,
con su trabajo cruel y afanoso, con el terror de la primavera
y el tiempo y la noche vanamente disueltos en su impaciencia.

Yo sé que estoy mirando, extendido, sin atender
lo que el polvo y el abandono ocultan de mi cuerpo y de mi lengua.
Una palabra, aquella sonriente y terrible de ternura,
oscurecida por la razón y el mágico envenenamiento de la nostalgia;
sedentaria huye por un campamento, llamada y perseguida permanente,
sin alguna vez, devuelta entera y desentendida
al seno ardiente de la noche, al ser mayor e indestructible de la atmósfera.
Nada queda después de la muerte definido y elevado, ni la imagen voluntariosa
sobre los pastos crecidos y ondulantes, ni el pie
atropellado que dispara de su quemada historia intacta.

Sin clamor el rostro siente el húmedo temporal, el albergue perecedero
y la flor abierta en el vacío,
sin volver los ojos, va en su rapidez disuelto
y extrañísimo.
Soy el ido, el variante del cielo,
de la calle muerta en las nubes,
su entretenimiento como un pájaro.

¡Amor, amor! una brizna del sentido,
tal vez un día donde mis labios bebieron la sangre
y todas estas nieblas azotadas e irremediables, perdidas.
Decidido, toma, ¡oh noche!, mis secos ramos y llénalos de rocío brillante
y pesado, igual al de las hojas del orgulloso y reclinado invierno. 


VIOLETA LUNA





Luna



Luna siempre que te veo
Luce triste tu mirada
Luna azul, luna plateada
Luna amante solitaria
Sol vigilas a tu dama
Siempre que ella est dormida
Sol no pierdas la paciencia, no no no
Que la tienes dominada
Sol, vigilas a tu amante sin poder
Tocarla, besarla
Luna, vives a la espera del momento
De amarlo, besarlo
Luna lavaras tu cuerpo
Reflejandote en el agua
Sol tu fuego no te sirve
Para detener el tiempo
Sol, vigilas a tu amante sin poder
Tocarla, besarla
Luna, vives a la espera del momento
De amarlo, besarlo
Mensajeros de amor
Pese al dolor
Mensajeros de amor


IBN ZAYDUN





Me dejaste, ¡oh gacela!



Me dejaste, ¡oh gacela!,
atado en manos del infortunio.
Desde que me alejaste de ti,
no he conocido placer de sueño.
¡Si entrara en mi destino un gesto
tuyo o una mirada fortuita!
Mi intercesor -¡mi verdugo!-
en el amor es tu bello rostro.
Estaba libre del amor
y yo hoy me veo rendido.
Fue mi secreto silencioso,
y ahora ya se sabe.
No hay escape de ti,
lo que desees para mí,
así sea. 



sábado, 28 de abril de 2018


CECILIA BUSTAMANTE





Historia sagrada



Madre
estás tan pálida
en campos envanecidos
por brillo de argento.

Se aviva la muselina en tu vientre
y sonríes lejana
frente al horno en que dorabas el pan.
Me pregunto
cómo Daniel quedó impoluto y gentil
y por qué para él los ángeles
sí batieron sus alas.

¡Qué pálida estás
mirando la grisura del día!
Debiste salvarte
cuando calcinaba la masa
tu mirada sin sombra.

Al verte
quisiera remover las polvorosas brasas
buscar el remanente corazón del fuego —
Obligar a Daniel y sus ángeles
a que alumbren tu pálido rostro.

Madre estás tan callada
en campos de argento. 


ADHELY RIVERO





La casa



Cuando salí del pueblo pensaba regresar
a comprar la casa de la esquina suroeste de la plaza,
cerca de un puerto solitario del río.
Cuando vuelvo no está en venta y entiendo el arraigo
de sus dueños.
A cada vuelta al pueblo visito la calle y bajo mi familia
a contemplar las aguas pardas bajar
eternamente.
Me enteré que vendieron la casa que me gusta,
cerca de la plaza y del río de mi infancia.
Continuaré a la espera con la oferta en el tránsito
del pueblo que crece y se desborda,
solicitándole a Dios la gracia
que no se nos adelante un turco y la transforme en tienda.
Por las aguas del río pasan las boras
mientras espero el día.


FERNANDO DEL PASO





I



Cuando a tu sangre nombres, cuerpo, invoca
una sola palabra: sangre llama
a lo que sólo sangre se reclama
desde tus pies al filo de tu boca.

Cuando a tu carne nombres, cuerpo, evoca
la sola carne que a la carne llama,
la que se mira y besa y hiere y ama,
que se penetra y lame, huele y toca.

Llámate cuerpo a secas, no te esmeres
en ser de otras palabras reflejo,
la oscura huella, su inasible sombra.

Quédate cuerpo a solas y no esperes
ser otra cosa que el desnudo espejo
de la sola palabra que te nombra.


De: “Sonetos para un cuerpo ajeno y propio”



ALEJANDRO ZAMBRA





Inverness



II

No quisiera quedarse, ni salir
Ezra Pound

Cuatro paredes cuando sopla
el viento:

sin movimientos
o con el solo movimiento de los ojos
un hombre pone su atención
en el suelo

Mañana hablaremos del mar
Mañana cambiaremos el lugar
de esa ventana.


De: “Bahía inútil”


ALFREDO R. PLACENCIA





Tú eres aún pequeño



I

Solfea, niño amigo, en tu Eslava, solfea;
y que el poeta sueñe, como en la dulce aldea,
cuando la peña canta y el tabachín florea.

Siento como el exúber florecer de la roca
cuando trémula viene hasta mi alma y toca
la inspiración temprana que fulgura en tu boca.

Solfea, artista impúber,
en tu Eslava, solfea.

Soñador del exúber
florecer de la aldea,
yo he de entornar los ojos por ver cómo la roca
bebe la sangre virgen que el tabachín gotea.


II

Tú y yo somos hermanos. Aunque esté encanecido
mi pelo con la nieve que el tiempo le ha traído
y tú seas un niño todavía pequeño,
ambos somos hermanos; el amor nos ha unido
con la dulce lazada del ritmo y del ensueño.

Y soy un pobrecito digno de que me quieras.
Soy un triste que ha mucho va por la vida solo.
Si a su casa, sin aire y sin calor, vinieras,
amasados sus muros y cimientos creyeras
con las eternas nieves y el olvido del polo.

Mas no pesa mi carga, antes vivo contento
con mi fardo de nieves y mi sobra de olvido.
Débil hoja que plugo para juguete al viento,
nunca he soñado tanto como cuando ha venido
el olvido a mi casa y ahí puso su asiento.

El Temaca ignorado tiene sus sabineras
de cuya espesa fronda fui a suspender mi hamaca;
y le canté a su Cristo, que el viandante venera,
y pusiéronse a hablarme la cumbre y la pradera
de aquel mundo de versos que me inspiró Temaca.

Y más antes —de ello hace ya muchos años—,
descendí a lo más hondo del lejano Bajío
donde guarda sus restos coloniales Bolaños,
y soñé los dialectos de sus hombres extraños,
y canté a las estrellas caídas en su río.

Y es así, de ese modo, sin poner para nada
el haz de mis austeras esperanzas en nadie,
y descendiendo siempre de bajada en bajada,
como he visto que suele reventar la alborada
y que en mi frente el beso de sus luces irradie.

Tú eres aún pequeño. Todavía no pruebas
el pesar de la vida. Tu sendero se alfombra
de luces juveniles y de esperanzas nuevas;
pero ya vendrá el tiempo para darte a que bebas
su dolor y a traerte su dávida de sombra.

Entretanto, solfea...
La peña está cantando y el tabachín florea.
No temas al adusto dolor; antes invoca
al dolor, y que él sea
el que ponga en tu alma y destile en tu boca
las estrofas que él sabe pensar. Mira la roca:
¡Son de sangre las flores que el tabachín gotea!



JOSÉ MANUEL CABALLERO




  
Apócrifo de la antología palatina



Súbita boca que hasta mí llegó
en el lento transcurso de la noche,
dócil de pronto y de improviso
rezumante de furia,
                                        ¿quién
activó su olímpica
ansiedad, esparciendo
un delicado zumo de estupor
entre las ingles de los semidioses?

Oh derredor opaco
del recuerdo que suple lo vivido,
cuando quien esto escribe
amaba impunemente no en el templo
de Afrodita en Corinto
sino en la clandestina alcoba bética
donde oficiaba de suprema hetaira
la gran madre de héroes, fugitiva
del Hades y ayer mismo
vendida como esclava
en el impío puerto de Algeciras.



viernes, 27 de abril de 2018


SOLÓN ARGÜELLO





La línea azul



Y fue en la proa del barco,
y en noche, gárrula en luz,
do escuché a la inocente niña enferma:
 -Di, mi bien, qué es aquella línea azul?

El inviolado horizonte,
puente del viaje eterna!,
miraba ella al hacer sobre de mi hombro
su paciente cabeza reposar.

Y abejeando mi beso
su pálida boca en flor,
la dije: -Es el propileo do se juntan
las almas que desliga el Sino atroz.

Hoy en la proa del barco
vuelvo solo...; y a la luz
de los astros, contemplo el infinito
y la busco en aquella línea azul...


EZRA POUND





A Dives



¿Quién soy yo para condenarte, oh Dives,
yo que estoy tan amargado
por la pobreza
como lo estás tú por la inútil riqueza?


Versión de Javier Calvo


MICHEL BUTOR





Lecturas Transatlánticas



Arrastrarse con la serpiente deslizarse entre las líneas rugir con la pantera interpretar cualquier signo descansar en las arenas conjugarse en las hierbas florecer en toda la
piel

Bucear con el delfín navegar de frase en frase probar la sal en las velas aspirar en el gran viento la curación de las enfermedades interrogar al horizonte sobre la pista
de Atlántidas

Sentir que se poseen alas adaptar máscaras y roles

planear con el cóndor esconderse en las ruinas acariciar los cabellos arder en todos los héroes despertarse maravillarse



MAHMUD DARWISH





Si pudiera volver a empezar



Si pudiera volver a empezar, elegiría lo que elegí: las rosas del cercado.

Viajaría de nuevo por los caminos que llevan o no llevan a Córdoba,

colgaría mi sombra en dos rocas para que los pájaros fugitivos anidaran en sus ramas,

quebraría mi sombra para seguir el perfume de los almendros flotando sobre una nube polvorienta

y me fatigaría en las laderas. Acercaos, escuchadme, comed de mi pan,
bebed mi vino, pero no me dejéis solo en la calle de la vida, cual sauce extenuado.

Amo los países en los que el canto del viaje no ha dejado huella y no han obedecido a ninguna sangre o mujer.

Amo a las mujeres cuyos deseos ocultan el suicidio de los caballos sobre un umbral.

Volvería, si pudiera volver, a mí misma rosa, a mis propios pasos... pero no regresaré a Córdoba.


De: “Menos rosas”

Versión de María Luisa Prieto


JORGE ROBLEDO ORTIZ





Ya no más corazón



Ya no más, corazón, te he permitido
que la quieras sin tiempo y sin medida,
que bordes tu esperanza inadvertida
al ruedo juguetón de tu vestido.

Ya no más, corazón. ¿No has comprendido
que ella no quiere entrar en nuestra vida?
Si eras tan débil en la despedida,
corazón, no debiste haber querido.

Te advertí, corazón, que era inasible,
que no adoraras tanto un imposible
para que no sufrieras su desdén.

No me creíste, corazón cobarde,
y hoy ya comprendes demasiado tarde
que yo te lo decía por tu bien.



ENRIQUE GONZÁLEZ ROJO





III.- Mar de la tarde



Lo que antes era fino concierto,
hoy es una sinfonía:
cobre de los instrumentos
en las cuerdas de oro del día.

La marcha heroica de la tarde
los sones del mar armonizan;
mas la batuta del sol desaparece
y la confusión se inicia
los sonidos falsos de rocas-oboes
y apresuramiento en las olas flautistas.

Bajo el incendio de las nubes
el desorden se precipita,
y la vanguardia de las sombras
calla los cantos y rompe la lira.


De: “Los cuatro mares”

jueves, 26 de abril de 2018


JAVIER ACOSTA





Hay un dios para Dios



Existe un dios creador de cada cosa
uno del medio día
uno de los relojes suizos
un dios para encender los hornos del verano
uno para contar las vueltas de la Luna
uno para la lentitud y sus insectos
Debe existir alguno que viva en esta línea
un dios que haga girar el punto de la i
otro para mi ombligo
uno mejor que cuide el tuyo
otro que incline campanarios
Hay un dios de las cosas que no existen
de momento
es uno de mis dioses preferidos
Hay un dios para Dios
seguramente
otro para ese par. Y así hasta que te canses
Será tal vez por eso que un gracioso desorden
silba de vez en cuando su propio vals vienés
su no te vayas a morir
su no despiertes
O puede ser que exista sólo un dios
pero eso tiene poca gracia.


De: “Melodía de la i”


MARÍA EUGENIA VAZ FERREIRA





Oda a la belleza



Oh Belleza, que tú seas bendita,
ya que eres absolutamente pura,
ya que eres inviolada,
límpida, firme, sana e impoluta.
Fuente de la divina complacencia,
Oasis infinito
que prodigas los éxtasis beatos
y las románticas contemplaciones...

Adonde quiera que tu signo luzca,
adonde quiera que la esencia encarnes,
emerge de tu gaya fantasía
una gloria serena y luminosa
una fruición profunda e inefable...

Eres el cauce pródigo
surtidor de armonía,
crisol de místicas depuraciones,
la veta que colora y que sublima
el eterno miraje;
eres la gema augusta
prendida sobre el arca
fértil del universo.

Aunque el ciego te ignore,
el profano te niegue
y el infiel te repudie,
eres eternamente triunfadora
sobre la indiferencia de los necios
y la conjuración de los apóstatas…
Aunque los pecadores
te inculpen sus pecados,
y te acusen los réprobos
de atributos malditos,
eres inmaculada e inocente;
no te corrompes con la hiel del odio
ni la ponzoña del amor sacrílego.

Eres inaccesible,
Eres pasiva y sola,
sencilla y sobrehumana;
no inspiras, no padeces
el dominio imperial de la materia
ni la sensible turbación del alma...

Entre todos los acontecimientos
evoluciones, mitos y teorías,
entre la suficiencia que te alaba
y la diversidad que te interroga,
tú te levantas religiosamente
dentro la urna dúctil de tu forma
como en la alada prez del incensario
la inmunidad de la sagrada hostia.

Oh Belleza, que tú seas bendita,
más la sabia legión de tus apóstoles,
la entraña que te crea,
el sol que te ilumina,
el prisma que te agranda,
la plancha que te copia,
el áureo pedestal que te enaltece
y el soberano lis que te corona.

Por eso sobre el plinto de tu imagen,
sobre la majestad de tu hermosura,
sobre el fulgor joyante de tus iris,
sobre la egregia línea de tus curvas
pongo la rendición del canto mío...
a tu gracia inmortal loa fecunda.