La casa
Cuando
salí del pueblo pensaba regresar
a
comprar la casa de la esquina suroeste de la plaza,
cerca
de un puerto solitario del río.
Cuando
vuelvo no está en venta y entiendo el arraigo
de sus
dueños.
A cada
vuelta al pueblo visito la calle y bajo mi familia
a
contemplar las aguas pardas bajar
eternamente.
Me
enteré que vendieron la casa que me gusta,
cerca
de la plaza y del río de mi infancia.
Continuaré
a la espera con la oferta en el tránsito
del
pueblo que crece y se desborda,
solicitándole
a Dios la gracia
que no
se nos adelante un turco y la transforme en tienda.
Por las
aguas del río pasan las boras
mientras
espero el día.
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