jueves, 6 de marzo de 2014

ENRIQUE GRACIA TRINIDAD




Igual, igual



Como el insecto que ignora que lo es y se esfuerza por cumplir la tarea con su estirpe. 

Como las puertas que no saben si fueron colocadas para entrar o salir. “Perded toda esperanza” “prohibido el paso”
o “entren sin llamar” y otras mentiras, pone siempre. 

Como la tarde, ahíta de suspiros, que imita en el color a la mañana pero le es imposible reproducir su olor o su futuro. 

Como el rompecabezas, todo temblor y miedo, que odia su última pieza cuando se le aproxima para dejarlo quieto e inservible. 

Como la taza de café vacía, que llora con amargo recuerdo su aroma de suicida y el sabor de los labios. 

No sé si así es la vida
pero el poema se parece mucho. 

De "Todo es papel"



FRANCISCO BRINES




Solo de trompeta



Cuando ya las miradas de todos se conocían vagamente,
a través de las pupilas nubladas por el alcohol,
de aquella música confusa, de la penumbra de aquel humo,
                                                                          del caos
vino un silencio imperceptible,
y una trompeta sola, de fuego, nos quemaba la vida.

O acaso era de hielo aquella música:
inertes los sonidos, para que cada uno de nosotros
los hiciese movibles, los llenase de espíritu.
Por cada uno de los hombres
la música cantaba diferente: con alegría estéril
en la mujer que me miraba, con cansada tristeza
en unos yertos labios, y en el muchacho solitario
con profunda nostalgia de vejez;
la música cantaba diferente, sin que nadie supiera
cómo sonaba junta, con qué intenso dolor.

En aquel cuarto oscuro
nada correspondía a la verdad del hombre:
la emoción estridente del músico era falsa,
torpe el engaño de los otros.
La verdad es humilde y es sencilla.
La soledad, al compartirla con otras soledades,
hace más viva la impotencia.
y empuja al hombre entonces a regiones heroicas
con sólo el sentimiento.
Después cae un cansancio sobre el alma
por esta lucha inútil, se resiente
tanta falsa virtud, la mentida pureza;
y cuando la trompeta, desmayada, se extingue en el silencio,
sólo quedan visibles, descubiertos al fin, los más ocultos,
los más tenaces vicios:
se reconocen las miradas, y puede haber piedad,
y hasta sentir alguno un tibio amor.

La trompeta de fuego,
muda sobre una mesa, la vemos amarilla,
y está vieja y rayada.


CLAUDIO RODRÍGUEZ




Viento de primavera



Ni aún el cuerpo resiste
tanta resurrección, y busca abrigo
ante este viento que ya templa y trae
olor, y nueva intimidad. Ya cuanto
fue hambre, ahora es sustento. Y se aligera
la vida, y un destello generoso
vibra por nuestras calles. Pero sigue
turbia nuestra retina, y la saliva
seca, y los pies van a la desbandada,
como siempre. Y entonces,
esta presión fogosa que nos trae
el cuerpo aún frágil de la primavera,
ronda en torno al invierno
de nuestro corazón, buscando un sitio
por donde entrar en él. Y aquí, a la vuelta
de la esquina, al acecho,
en feraz merodeo,
nos ventea la ropa,
nos orea el trabajo,
barre la casa, engrasa nuestras puertas
duras de oscura cerrazón, las abre
a no sé qué hospitalidad hermosa
y nos desborda y, aunque
nunca nos demos cuenta
de tanta juventud, de lleno en lleno
nos arrasa. Sí, a poco
del sol salido, un viento ya gustoso,
sereno de simiente, sopló en torno
de nuestra sequedad, de la injusticia
de nuestros años, alentó para algo
más hermoso que tanta
desconfianza y tanto desaliento,
más gallardo que nuestro
miedo a su honda rebelión, a su alta
resurrección. Y ahora
yo, que perdí mi libertad por todo,
quiero oír cómo el pobre
ruido de nuestro pulso se va a rastras
tras el cálido son de esta alianza
y ambos hacen la música
arrolladora, sin compás, a sordas,
por la que se llegará algún día,
quizá en medio de enero, en el que todos
sepamos el por qué del nombre: «viento
de primavera»



“Alianza y condena” 

FRANCISCO PINO





  
La flor de la zarza...



Nadie supo cuán quise yo a este sitio
aunque este sitio sea tan extraña
nada. Le amé tan mucho y tan extraña-
mente que un día supe que este sitio

menos que pompa se venía a nada.
En el cosmos, lo sé, nada es el sitio
donde quise quedar. Y en este sitio,
que no es nada, quedar es no ser nada.

Flor de zarza en el orbe es este sitio,
sitio que dura tanto cuanto dura un junio
un mes o quizá menos; justo sitio


y justo tiempo; el de este extraño junio
que un granizar de pronto le hace un sitio
para otra flor de zarza en otro junio.

JOSÉ ALBI




Amor lejano



Abro, de par en par, el viento, la ventana
y te contemplo, amor, voy contemplando todo lo que fue mío:
los almendros alegres todavía,
y el mar en los almendros, la luz en los almendros,
y más mar todavía allá a lo lejos.
Quizá piense en tu piel,
quizá vaya pasando la mano por la corteza de los pinos,
quizá los años vayan cayendo como las gotas del grifo;
quizá los siglos.
Y quizá todavía te tenga entre los brazos,
como ayer, como siempre.


¿Oyes los montes? Puede que canten.
Puede que se derrumben,
que se acuerden de ti, que te nombren,
que inventen la palabra burbujeantes, nueva, '
como el agua de los neveros despeñándose,
como mi voz en medio de la noche.
-¿Duermes, amor?
No me contesta nadie. Sé que duermes.

TOMÁS SEGOVIA

  

Purificado


En la noche por fin,
sombrío oasis de los tórridos
arenales del día, largamente,
me he sumergido,
y he disuelto la sal de la tristeza,
y me he purificado
el corazón mordido de impaciencias.
Con los miembros ligeros
lavados por la sombra,
salgo al paso del tiempo libremente.
Ahora ya no tengo retención,
ni designios, ni errante
gimo desposeído.
Y toda esta hermosura desbordante,
ahora abandonada,
si con asentimiento le sonrío,
como mía me expresa.