lunes, 19 de octubre de 2015

AMANDA BERENGUER



  
Primavera I



A veces en que estamos sobre el mundo
para ver la espantable maravilla,
en que vemos nacer la primavera
bajo un grito mortal, como los niños.
Hay veces tan difíciles, y estamos
de pie, en la irrespirable tolerancia
de la tierra, entre luces de peligro,
comiéndonos las uñas, escribiendo
una letra con tierra sobre el cielo,
para vernos el hasta dónde, el hasta
cuándo, y vernos a veces como muertos
con los huesos floridos, así reyes
yacentes y enjoyados. Para vernos.
Y hay veces entre otras, tan serenas,
en que vamos de sombra, y no se ve.




MEDARDO ÁNGEL SILVA




4. Se abren tus dos pupilas como dos precipicios
por los que ruedan almas al sueño y a la nada.
¡Mujer, dame a probar tus dulces maleficios;
húndeme el luminoso puñal de tu mirada



De "Estancias"

RENATA DURÁN



  
Tela raída del amor...



Tela raída del amor.
Tú y yo la destejemos.
Tiras de un hilo:
Vas deshaciendo
la forma que le dimos.
Impasible, te asisto
en la tarea
de hacer de mí un recuerdo.



CARLOS EDMUNDO DE ORY




Me vas a dejar triste otra vez como anoche...



Me vas a dejar triste otra vez como anoche
Y a ti te gusta estar pálida como anoche
El viento ulula ladran los perros como anoche
Ves que pongo en tu vientre mis manos como anoche

Hágase la locura dijo una voz anoche
Pero este viento no es el mismo que el de anoche
No preguntes ahora si el mundo empezó anoche
Esta noche nos traen los despojos de anoche

Pero se han puesto negras las estrellas de anoche
Sigue chillando el pájaro que entró en el cuarto anoche
Ya juegan como anoche gimiendo como anoche
las sombras que parecen bichos en agonía



ESPERANZA ORTEGA





Es de los que la pierden...



Es de los que la pierden
la inocencia
sin saber
sin audacia

huecos
como refugios
de pájaros errantes
así quedan
petrificados por la mirada altiva

no atiende
la caricia sombría al abrazo ignorado
del inocente

sin fecha sin memoria

sordo el golpe rotundo
del pájaro caído


De "Mudanza" 

 



EUNICE ODIO





Poema cuarto  (Canción del Esposo a su Amada)



Asomada a mi pecho
tatuada en él como la edad
y el daño.

Como una suave grey de colinas
cuyo rumbo retorna con el alba,

Habla mi amada
con su amor que tiene
apenas pecho diurno y voz descalza.

A mi sombra
se bordearon de pulpa su caderas.

Por mí arrea con sus pechos
el ganado del alba,

Y la tarde a su paso se quebranta,
como de junco herido
y laurel entornado.

Párpados transitados
de nieve y mediodía,

Pozo donde mi boca
desmedida resbala
como torrente de paloma
y sal humedecida.

Sobre los muslos te pusieron
racimos de ira y vocación de besos.

Yo haré que de tus muslos
bajen manojos de agua,
y entrecortada espuma,
y rebaños secretos.

Ven,
Amada.

Los árboles
todos tienen tu cándida estatura,
y tu párpado caído,
y tu gesto mojado,

Edificio de alondras
habitado de climas
donde legisla el sol
sobre viñedos de oro.

A tu sombra
me encontrarán los pájaros salvajes.

Tu voz de aire caído
entre cuatro azucenas,
desfilará en mi oído
como acude la tarde.

Ven,
te probaré con alegría,
tú soñaras conmigo
esta noche.