viernes, 16 de enero de 2015

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ


 

XII –

 

No quiere pasar por olvido lo descuidado

 

   Dices que yo te olvido, Celio, y mientes
en decir que me acuerdo de olvidarte,
pues no hay en mi memoria alguna parte
en que, aún como olvidado, te presentes.

   Mis pensamientos son tan diferentes
y en todo tan ajenos de tratarte,
que ni saben si pueden olvidarte,
ni si te olvidan saben si lo sientes.

   Si tú fueras capaz de ser querido,
fueras capaz de olvido; y ya era gloria
al menos la potencia de haber sido.

   Mas tan lejos estás de esa victoria,
que aqueste no acordarme no es olvido
sino una negación de la memoria.

 

TOMÁS DE IRIARTE


 

El mismo


 
Señor Don Juan, quedito, que me enfado:  
besar la mano es mucho atrevimiento;  
abrazarme... no, Juan, no lo consiento.  
Cosquillas... ay Juanito... ¿y el pecado?  

Qué malos son los hombres... mas, cuidado 
que me parece, Juan, que pasos siento...  
no es nadie... despachemos un momento  
¡Ay, qué placer... tan dulce y regalado!  

Jesús, qué loca soy, quién lo creyera  
que con un hombre yo... siendo cristiana 
mas... que... de puro gusto...¡ay, alma mía!  

Ay, qué vergüenza, vete... ¿aún tienes gana?  
Pues cuando tú lo pruebes otra vez...  
pero, Juanito, ¿volverás mañana?   

 

 

ALFONSINA STORNI




A Madona

 

Aquí a tus pies lanzada, pecadora,
contra tu tierra azul, mi cara oscura,
tú, virgen entre ejércitos de palmas
que no encanecen como los humanos.

No me atrevo a mirar tus ojos puros
ni a tocarte la mano milagrosa;
miro hacia atrás y un río de lujurias
me ladra contra tí, sin Culpa Alzada.

Una pequeña rama verdecida
en tu orla pongo con humilde intento
de pecar menos, por tu fina gracia,

ya que vivir cortada de tu sombra
posible no me fue, que me cegaste
cuando nacida con tus hierros bravos.

 

 

DELMIRA AGUSTINI


 

 Florecimiento

 

 La noche entró en la sala adormecida
 arrastrando el silencio a pasos lentos...
 Los sueños son tan quedos, que una herida
 sangrar se oiría. Rueda en los momentos

 una palabra insólita, caída
 como una hoja de otoño... Pensamientos
 suaves tocan mi frente dolorida
 tal manos frescas, ¡ah!... ¿por qué tormentos

 misteriosos los rostros palidecen
 dulcemente?... Tus ojos me parecen
 dos semillas de luz entre las sombra,

 y hay en mi alma un gran florecimiento
 si en mí los fijas; si los bajas, siento
 como si fuera a florecer la alfombra.

 

 

 

LUIS DE GONGORA


 

A los celos

 

¡Oh niebla del estado más sereno,
furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno!

¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
o al reino (si allá cabes) del espanto;

mas no cabrás allá, que pues ha tanto
que comes de ti mesmo y no te acabas,
mayor debes de ser que el mismo infierno.

 

 

CLAUDIA LARS

 

Sonetos del Arcángel (III)

 

Amor, eres radiante como el día
y como el agua transparente y puro;
vienes de la más clara lejanía
como un panal de sol, rico y maduro.

Por ti el silencio cambia en armonía
su angustia singular, su anillo oscuro,
y anuncian resplandores del futuro
el vuelo de una azul pajarería.

Y yo, que siento ante la luz la viva
atracción que domina y que cautiva
al mirasol girante y empinado;

busco tu claridad de maravilla
y en lo solar, como una flor sencilla,
define el corazón forma y estado.