A los
celos
¡Oh
niebla del estado más sereno,
furia
infernal, serpiente mal nacida! ¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno!
¡Oh
entre el néctar de Amor mortal veneno,
que
en vaso de cristal quitas la vida! ¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!
¡Oh
celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete
al lugar triste donde estabas, o al reino (si allá cabes) del espanto;
mas
no cabrás allá, que pues ha tanto
que
comes de ti mesmo y no te acabas, mayor debes de ser que el mismo infierno.
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