"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 14 de diciembre de 2017
LUCILA NOGUEIRA
IV
El oro
americano para las guerras
El oro
americano para las deudas
Tantos
años de luchas y guerrillas
Y
cañones y yugos y caudillos
Esta
virgen de plata es insolente
Su
brillo es un ultraje al pueblo indio
Tan
puro y tan ingenuo en la selva
Asesinado
en el colonialismo.
De: “Ainadamar”
MERCEDES ROFFÉ
XV
El
poema es el rostro en el espejo
más
verdadero que el rostro y que el espejo.
El
poema es el flujo de la sangre
más
allá del cuerpo,
el
ritmo de la sangre más allá de la sangre
—sus
cauces rigurosos, su latido sordo y unitario.
El
poema es el ritmo de lo otro en mí
más
allá de mí, siempre, más allá,
donde
mi silencio se topa con tu ritmo
y
repercute en mí, que solfeo en el poema
un ritmo
numinoso,
cifra
que hace eco en el eco
que es
cuerpo verdadero
—lo
numinoso en ti y en mí—
el
ciclo de las esferas tocándose y abandonándose
—alejándose,
sí, una de la otra,
pero
desasiéndose de sí también
cada
cual
en su
dorada, fecunda negligencia.
En su
ritmo me despliego.
En su
metrónomo
caprichoso
y fugaz
despliega
el universo sus fantasmagorías
—su
verdad.
No hay
traducción posible.
—o sí
la hay:
de lo
uno a sí mismo,
de lo
uno a aquello que tantea y vence
de lo
que sabe de sí
—su
pobre imperio.
El
poema, digo,
digo la
música, digo
el movimiento
de la
danza en el cuerpo, el de la piedra esculpida…
Y la
música en el trazo y en la piedra, digo,
y el
movimiento sinuoso y firme del poema,
docta
cadencia, felicísima caída en el cruce
de
todos los sentidos.
De: “Diario ínfimo”
LINA ZERÓN
Cortesana
Soy la
mujer que duerme en la jaula con los leones
al
ponerse el sol.
Carne
cruda como de sus pestilentes fauces,
lamo sus recovecos denigrantes,
y, sin
importarles, prueban cada mes mi sangre.
Me he
dejado ultrajar por conveniencia,
soy mansa por una retribución,
abro
mis posiciones
para
conseguir prodigios mayores,
mejores
pagas.
Todas
las noches meto al sol en mi cama
y
caliento deshilachados cuerpos.
A veces
suplico ternura desde el fondo de mi alma,
desde
el encierro de mi jaula
repleta
de vacíos inconmensurables,
pero
ellos no escuchan.
El
mundo me desprecia,
yo lo
ignoro.
Vivo
para alimentar a las bestias
con mi
carne.
Soy
libre de volar si quisiera,
de
escapar,
mas, no
tengo a donde ir…
Pertenezco
a esta jaula.
JORGE RUIZ DUEÑAS
Calibán
(10)
He aquí
el futuro
que no
responde a la ansiedad
ni da
lugar a la neblina del olvido
He aquí
lo que nos dejaste
Señor
en los
reflejos de tu vastedad
sin dar
motivo para recordarte
o
considerar tu presencia en la silla de la montaña
Diste a
uno más de lo necesario
Consistencia
para las enfermedades
el
polvo que descansa en sus objetos
Medraste
a otro la oferta
El
rendimiento de su manada
la
autonomía del vuelo
su
interés en la vileza
He aquí
el futuro
nos dijiste
y no sé
si te conocí entre los ingenuos
tendido
en la playa como un padre de familia
a la
espera de los rayos benignos
y de
embarcaciones donde transportas emigrantes
Quizá
elegiste un número para la fortuna
o
bebías café
aparentando escuchar
en los
estuarios donde flotan los fieles
ante tu
elaborado caos
Ofreciste
tareas y empleaste una legión
para
cuidar la exactitud de las estaciones
la
obesidad del ecuador
y la pulcritud del templo
He aquí
el futuro
decías con arrogancia
cuando
llegaste sin manos
De: “Cantos de Sarafán”
MARCO FONZ
La abertura original
Por la
abertura original he caído,
el de
atrás me empujó a mí,
yo al
de adelante.
Me
rompí la boca al caer,
pues
tengo las manos atadas
y los
ojos cerrados por la membrana de los siglos.
No me
culpen;
el mal
ya existía antes de que yo llegara.
Todo
estaba ocupado,
salvo
un pequeño sitio en un viejo vagón del metro.
Ahí
llegué como niño frente al espejo,
subí, me
bolsearon, manosearon, besaron,
arrancaron
mis ciegas ropas, mi alma; mi dignidad
se dio al juego;
con mi
vergüenza por delante y mi deshonra
por atrás,
yo
empujé
al de
enfrente
y el de
rojo me empujó por la abertura original.
Salí
rompiendo mi cerebro contra una gran plaza
acorralada
de edificios violadores de inocencias.
Nada
reconocí pues nada es mío,
caminé
despacio entre la gente
apretado
contra mi alma y un suspiro arrinconado.
Del
lado izquierdo apareció una mujer,
con
boca de cierre,
me
hacía señas con los ojos,
me
llevó a una pared blanda, oscura,
puso
mis manos atadas sobre la abertura original
y
reconocí a Dios,
mientras
el mundo me empujaba
y yo
empujaba al mundo.
CARLOS VALLÍN
Canto de Tecozantli en presencia de emperador
Nezahuacoyotzin
Oh
emperador Nezahualcoyotzin que todo lo diste
me
orgullezco ante ti y ante El Dador de Vida
soy
Tecozantli, te muestro mis flores y cantos
mi
linaje es del venado y el tlacuhache wixra
mi
corazón y sangre los sacrifico a los dioses
tu que
dejaste música y guirnaldas que permanecen
mi
cuerpo yace ya bajo tierra entre magueyes esmeralda
fue
hora de abandonar la carne y volverse quechol.
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