lunes, 13 de julio de 2015

FÉLIX DE AZUA

 


VIII. Silencio...

 

Silencio
el recuerdo un estruendo
Inuchos vasos de agua no hacen olas
la sed es un estruendo

allí va Maritornes
muchas que van
no hacen una palabra
tener es un estruendo

la voz no es mía
muchos míos no hacen un yo
el estruendo de un yo
no ensordece más que a su poseedor.


De  "Lengua de cal"

 

 

GONZALO MILLÁN


 

8.



Cae el sol.
Cae el agua del caño en la pila de piedra.
El agua cae en la cascada.
Es cascada la voz del anciano.
Se recogen los soldados.
Los soldados alojan en cuarteles.
En hoteles alojan los viajeros.
La población se recoge temprano.
Faltan horas para el toque de queda.
Vuelan mariposas crepusculares.
Las aves se retiran a sus nidos.
El mar cubre la orilla y se retira.
El día declina.
Se enciende el alumbrado.
La ciudad se ilumina.
Las mariposas rondan la luz.
Con la edad las fuerzas declinan.
Años de pocas luces
Estos mis últimos años.
Vivimos en la oscuridad.
El anciano enciende la luz.
Clic hacen los interruptores.
Las habitaciones se iluminan.
Se encienden los televisores.
Habla por cadena el tirano.
Oscurece temprano en invierno.
Los rótulos de neón se prenden y apagan.
Cierran las tiendas.
Las calles van quedando vacías.
Aparecen las primeras estrellas.
Los peatones caminan con premura.
Los peatones precipitan el paso.
Aparecen las primeras patrullas.
Comienza el toque de queda.
Aparece la luna.

 

De “La ciudad”



PAZ MOLINA


  


Historia de Ángeles IV

  

Vean, por el sendero sin retorno va un ángel ciego
Nadie llora por él, nadie lo nombra.
A veces, lentemente, gira su torso blanco,
y mira hacia nosotros con sus ojos vacíos.

 

JORGE BOCCANERA


 

Olas


Tu corazón es una taza diminuta,
y es la única taza que precisa dos bocas,
y es la única boca que no se vuelca nunca.
             Enormes olas,
locomotoras de agua se desploman cerca de tus
             labios de Grecia.
Pero esto es Isla Negra y enfundada que vas en
             un abrigo hecho para otro cuerpo,
             hecho para otro clima.
Pero siempre en tus ojos brillando una tacita.
Entonces,
hay un hombre encerrado en los papeles de la
             noche.
Sus vagabundos quieren levantar esa taza,
             como los deportistas a sus copas doradas.


 

JOSÉ LEZAMA LIMA


 



I

El sueño que se apresura
no es el mismo que revierte.
La muerte cuando es la muerte,
Pierde la boca madura.

La esencia que no se advierte
suele ser la más impura.
El amarillo en la muerte,
seda es contra natura.

Ser en el ser desafía
a la unidad mensajera
que de sí mismo se fía

y sólo un rumor desaltera.
Cuando el fruto está vecino
la mano yerra sin tino.

II

Disperso, suave y atado,
haciendo un fugaz saludo
al ángulo del desnudo
techo, frío y aprisionado.

Al saludar lo pensado,
colmo sutil del menudo
río que fue elaborado
por un tritón barbudo.

Olvido de la corriente,
esencia del sacrificio
y candelas de la orilla.

Cuerpo que se mancilla
ya con el nuevo artificio:
ausente, no estás ausente.

III

Sigo una voz, desconcierta;
si una huella, me revela
que la mansión más incierta
no es la que de noche vela.

Banal idea no recela
de la nube, la incierta,
fácil onda no se hiela
porque busque boca yerta.

Paradoja sonreída:
la pasión hecha jauría
quiere ser siempre vencida.

La serpiente es mano alzada.
Corona del desvarío,
Mano en la mano ocultada.

IV

Entre la flecha y el punto
el insecto bordonea.
El arco del cejijunto
crea paréntesis, crea.

La lluvia, que no es conjunto,
arco y violín puntea.
Cuando la escala está en punto
el reloj suave gotea.

Siento que no me siento;
borro, y hostiga la nada.
Frente a la muralla el ojo
traza la ciudad cansada.

Rasgada flecha o rastrojo
suman un solo lamento.

V

Caída la hoja miro,
ya que tu olvido decrece
la calidad del suspiro
que firme en la voz se mece.

La sombra de tu retiro
no a la noche pertenece,
si insisto y la sombra admiro
tu ausencia no viene y acrece.

La sustancia del vacío
sólo halla su concierto
elaborando el desvelo

que presagia el cuerpo yerto.
Diosa perdida en el cielo,
yo con el cuerpo porfío.

VI

Si ya el que el ayer adivina
lo que sin signo previene,
el aire no desafina,
leve crepúsculo viene.

Las chispas que arremolina
el aire que lento adviene,
detrás de la oreja afina,
sierpe el oído deviene.

Perdida en mar de tintero
la sirenita, si yace
aprisiona sólo huellas.

Tirando del instantero
dormida abeja ya pace
el árbol de las estrellas.

VII

Si interrumpe la amargura
el jardín desarreglado,
la pausa es la hoja
impura entre el soplo y el nevado.

Ya la curva del granado
no aprisiona propia hondura;
la ceja del alterado,
metamorfosis impura.

Los cambios del remolino
en el ojo no es el celo
del gamo que está de fuga.

Que si depura, el desvelo
el último punto enjuga
madriguera del mohíno.

VIII

Cuerpo desnudo en la barca.
Pez duerme junto al desnudo
que huido del cuerpo vierte
un nuevo punto plateado.

Entre el boscaje y el punto
estática barca exhala.
tiembla en mi cuello la brisa
y en el ave se evaporaba.

El imán entre las hojas
teje una doble corona.
Sólo una rama caída.

Ilesa la barca escoge
el árbol que rememora
sueño de sierpe a la sombra.


 

 

GUSTAVO ADOLFO GARCÉS




Qué cosa mira


La vela
el mástil
la verga
el viento
el perro
la liebre
la escopeta

qué mira Hemingway
en la foto de Larousse