"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 16 de septiembre de 2021
BASILIO SÁNCHEZ
Cipreses
junto al mar
El
mar es un anciano que contempla las nubes,
un
viejo ensimismado que lee un libro.
Una
gaviota oscura es una línea
que
atraviesa una página.
Una
imagen del aire
que
se va incorporando
poco
a poco al pensamiento del mar.
El
mar es el lugar donde la tierra
tiene
el color del cielo.
La
tierra, con sus campos
sombreados
de verde,
con
sus altas ventanas abiertas al crepúsculo,
está
dormida ahora en el murmullo
del
enjambre del mar.
Nadie
vela a los muertos.
La
luz se precipita desde los farallones.
Por
la orilla caminan silenciosos los pastores del agua.
Es
posible que, como dice Hikmet,
el
más hermoso de los mares
sea
aquel que todavía no hemos visto.
ENRIQUE WINTER
Terminales
comunes
Sólo
la vuelta de otras niñas en bicicleta
da
origen a la plaza en donde puedo escribirte.
Los
círculos concéntricos del cielo
trazan
decenas de gaviotas
mientras
tu mano se esculpe a sí misma
(vuelos
de águila sobre el tocador).
Estos
retoques a la piel del mar
hacen
de los pelícanos cucharas
en
las pestañas del océano.
El
agua es tu perfil,
oculto
por la niebla de los puertos
girando
en bicicleta.
MARÍA MARTÍNEZ BAUTISTA
Qué
tristes son los barrios
donde nunca he vivido
y las casitas donde nunca he sido.
Porque son tan punzantes
otras vidas posibles.
Fragmento
del poema “Casitas”
REINALDO BUSTILLO
Si
pudiera escribirte mil sonetos
Si
pudiera escribirte mil sonetos,
mil
sonetos de elogios te escribiera,
con
las letras de alegre primavera
que
denuncien lo azul de tus secretos.
Y
con el alma y corazón repletos,
como
nunca, antes, nadie te ofreciera,
brindara
para ti, mi voz postrera,
cardúmenes
de sueños indiscretos.
Te
escribiera con tono inmoderado
una
endecha de luz y de colores
que
sirva de corona a tu cabeza,
ponga
acento de triunfo a tu reinado,
destruya
con tus risas mis temores
y
acrezca para siempre tu belleza.
ROSSANA ARELLANO HASSON
Incapacidad
de Cadáver
NO
volveré a tu casa a calentarme los pies,
Descenderé
al infierno por el revés de mis ojos.
Estos
ojos
Que
reflejan la amargura del alma
Y
callan, incapaces de llorar
Su
torrente de lágrimas.
Es
cierto,
Son
tantos los ojos
Que
han menguado
La
humedad del llanto, aguardamos.
No
me quejaré, ante los monstruos,
Estrangularé
mi vida frente a ellos.
Mañana
pecaré como ayer
Fornicaré
con la sombra
Le
robaré el blanco de los ojos
Cuando
jadee extasiada.
Deja
que trague saliva
Y
arráncame los labios
Con
un beso impetuoso
Que
me llene la boca de confusión.
Un
canto incomprensible
Arrebata
desde adentro, no cantaré.
De
todas las palabras, hastío,
De
la carne que no responde, hastío,
Del
terror del sol posándose en tu miembro,
Aumentando
la herida, dolor.
El
secreto pasa, sobre mano libre.
De
lo humano, déjame el consuelo,
Que
en esta incapacidad de cadáver
Han
sido las tinieblas mis hermanas.
Desprecio
el afecto
Que
tuve por la bestia y su camino.
He
palpado la mentira
Que
nos seca el asombro
Y no
le puse límites,
Entonces
fue que morí, mientras bebía.
Escondo
una justificación, sin plazo,
Bajo
mis pies
Pero
me sangran las manos
Desde
que la zurcí a mi huella.
Nada
anima a volver,
Ni
es pliegue de tu falda, madre.