martes, 6 de marzo de 2012


LEON FELIPE




Revolución


Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.

Y siempre habrá un sol también
-un sol verdugo y amigo-
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.




ELSA CROSS




Asalto


hace gira, para todos, las heridas en su tronco.
Aimé Césare


De noche el paso del lince
ruido de hojas
en los aserraderos.
De noche
grito de monos,
fulgor cambiante:
mimetismos.

Bebes en la espesura
La fiebre deja en tus labios
cáscaras amargas.

Un punto fijo.
Por la mira en cruz
lentos transcurren campos,
sus bestias y sus hombres.
Arrozales.

Tam-tam de guerra al oído.
La fiebre tensa sus tambores.

El fuego crece por las empalizadas,
salta a los techos,
alcanza las ramas del encino.

En los aserraderos
triplica la noche su fortuna.
Negro -en Baco-
dormido.
Savias ardientes te embriagan.

Ante los ojos, ejercitos.
Llamas
a los cuatro vientos.
Fuego sobre el umbral,
fuego en los techos;
vidrio que estalla.

Brillo maligno
doblegado acero,
fundiendo al rojo
sangre
la mirada.
Fragor, esquirlas saltan.
-Piedra ardiente tu pecho-

Un gran árbol en llamas,
un gran tronco se desliza
cuesta abajo

Corteza oscura
tu piel.
Fuertes brazos las ramas
donde el alba no sorprende
ruido de pájaros.



EDUARDO ESPINA



Razón de todas las cosas



De tal manera imaginaria, las cosas sucedían
para que todo fuera donosura en lo desusado:
la racha entrometida del dedo en el deshabillé,
la sevicia por la blusa azul al soltarla basta el
desacato de desabotonar de las polainas a las
bragas en remedo de ilusiones todo lo demás,
y así el pulso, la unción en marcha él y el final.
Aposento de nombre en la pradera soleosa y
mudo a moverse a dar desvelo de júbilo pero
igual, no. Nadie en la piel más de la cuenta.
En la ducha los afeites hermosean el enredo
y regresa el agua a la noche donde se bañan.
El amor es la única imposibilidad necesaria.



PEDRO GARFIAS




El iba solo...


Él iba solo
tambaleándose…

Borracho de amor,
borracho de hambre,
borracho de alcohol,
quién sabe.

Él iba solo
tambaleándose.



PABLO CASSI





Envejezco irremediablemente


He creído demasiado en la existencia de Dios,
ensimismado en una tristeza que me habita,
agonizo a horas de su nombre.

Tengo pensamientos afines con la soledad,
nadie conoce mi nombre
vivo al otro lado de la parafernalia permanente
cerca del sereno movimiento que habita en el silencio.

Una lágrima, esconde la escritura de este verso,
el viento derrota a las hojas del morero,
e irremediable el paisaje me envejece.

No basta saber que he perdido mi sombra,
que busco mi lenguaje en otros labios,
un gesto que detenga esta angustia.

Hoy valgo la mitad de nada.