sábado, 11 de agosto de 2012


ALDO PELLEGRINI





Alguien que despierta



Abre tus ojos de barro
tus ojos de cielo y de noche interrumpida
tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados
ábrete a la luz y ala sombra y a los vientos
a la sombra negra que arrojan los cuerpos.

Árbol de la ceguera, de las muertes,
camino de las desapariciones,
marchas hacia los ojos abiertos del tiempo
hacia el agua pura del instante que corre
cuando te detienes te tornas invisible
cuando andas te destruyes
sólo eres la sombra de la idea de ser
pero con el hueco de tu mano ves todo
por el hueco de tu mano te derramas,
cuerpo ávido de caricias de atmósferas,
mil veces impasible, mil veces tierno
pero finalmente absorbido por la nada
que corroe lentamente el agua del tiempo

ROBERTO BOLAÑO






Lluvia



Llueve y tú dices es como si las nubes
lloraran. Luego te cubres la boca y apresuras
el paso. ¿Como si esas nubes escuálidas lloraran?
Imposible. Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,
esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?
La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos
en el Misterio, su hermanastro. Así esta tarde
que consideras similar a una tarde del fin del mundo
más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo
una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida
en la memoria: el espejo de la Naturaleza. O bien
la olvidarás. Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos
que resuenan en el camino del acantilado importan;
Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya
en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo
del Paseo Marítimo. Pero no puedes perderte.

ALFONSO REYES






La señal funesta



I

Si te dicen que voy envejeciendo
porque me da fatiga la lectura
o me cansa la pluma, o tengo hartura
de las filosofías que no entiendo;
si otro juzga que cobro el dividendo
del tesoro invertido, y asegura
que vivo de mi propia sinecura
y sólo de mis hábitos dependo,

cítalos a la nueva primavera
que ha de traer retoños, de manera
que a los frutos de ayer pongan olvido;

pero si sabes que cerré los ojos
al desafío de unos labios rojos,
entonces puedes darme por perdido.

II

Sin olvidar un punto la paciencia
y la resignación del hortelano,
a cada hora doy la diligencia
que pide mi comercio cotidiano.
Como nunca sentí la diferencia
de lo que pierdo ni de lo que gano,
siembro sin flojedad ni vehemencia
en el surco trazado por mi mano.

Mientras llega la hora señalada,
el brote guardo, cuido del injerto,
el tallo alzo de la flor amada,

arranco la cizaña de mi huerto,
y cuando suelte el puño del azada
sin preguntarlo me daréis por muerto.

ZAZIL ALAÍDE COLLINS





El complejo




Después del amor,
¿alguien me responderá lo que nunca he sabido?
¿Dónde me acabo?


Soy esa mujer que a las tres de la mañana
se acompaña con el ruido del refrigerador
mientras el payaso ríe debajo de su enagua;
tras mi piel se destilan las costras
y tiemblo, ¿de miedo?

a n s i e d

Huelo el azahar,
pruebo el narciso,
pero el aroma no esconde la sustancia de
Muñeca de Trapo
y tiemblo, ¿de miedo?

í o

El aire me escribe una querería de
respiros, besos, cuerpos:
mi complejo es el de musa poética.

SERGIO GARCÍA





Mis Sentidos



Mi olfato de sabueso
sigue tu rastro

Mis ojos de girasol
siguen tu presencia

Mis oídos de alondra
enamorada
buscan tu canto

Mi boca de colibrí
busca en tu néctar

Mis manos de labriego
buscan aran tu cuerpo

Mi fé inamovible
te ama