lunes, 18 de julio de 2016


EDUARDO GARCÍA




Despertar



Ese hombre que camina
con las manos sujetas a la espalda,
nos saluda al pasar, comprueba su reloj,
acude a su quehacer sin preguntarse
si va en su dirección y en su sentido.

No sabe que a su espalda se libra una batalla,
que su mano derecha
aferra sin piedad a la otra mano,
la retiene a su antojo por la fuerza,
prisionera, infeliz, sin voluntad.

Si un buen día la mano sometida
se niega a cooperar y en un descuido
reduce a su adversaria, se hace fuerte,
toma la iniciativa, arrebatando
el rumbo de los pasos, ya se atreve
a estrenar una vida renovada…

¿qué será de ese hombre inofensivo
cuando empiece a arrojarse a la aventura,
a derrochar las suelas y el impulso,
abandonándose al azar
del encuentro feliz, recolectando
a su paso semillas y canciones?


De: "Refutación de la elegía"


JAVIER SALVAGO




Variaciones sobre un viejo tópico



Los violines de Verlaine.
Los soñados caminos de la tarde, de don Antonio.
Un viejo olor a campo.
Un viejo olor a lápices y a cuadernos.
El cielo gris.
El viento entre los árboles.
La caricia de las primeras lluvias.
La tristeza sin causa.
La soledad sonora.
La noche, cada vez más oscura Y más larga.
Un cigarrillo que de pronto te sabe al primer cigarrillo.
Una antigua canción que te devuelve tus quince años.
Toda tu vida en imágenes, que acuden atropelladamente
                como una película mal montada...

Ha llegado el otoño.


HEBERTO PADILLA




La promesa



Hace tiempo te había prometido muchos
poemas de amor y -ya ves- no podía escribirlos.
Tú estabas junto a mí
y es imposible escribir sobre lo que se tiene.
Lo que se tiene siempre es poesía.
P ero ya han comenzado a unirnos cosas
definitivas: hemos vivido la misma soledad
en cuartos separados
-sin saber nada el uno del otro-,
tratando -cada uno en su sitio- de recordar
cómo eran los gestos de nuestras caras
que de pronto se juntan con aquellas
que ya creíamos perdidas, desdibujadas,
de los primeros años.
Yo recordaba los golpes en la puerta
y tu voz alarmada
y tú mis ojos neutros,
soñolientos aún.
Durante mucho tiempo me preguntabas
qué cosa era la Historia.
Yo fracasaba, te daba definiciones
                 imprecisas.
Nunca me atreví a darte un ejemplo mayor.


De "El hombre junto al mar"



MICHEL LEIRIS




Jolly Fellow
                                                              A Jacques Baron



Cuando nació
algunos dijeron que tenía
filamentos de angustia en el lugar del corcho
de su cabellos
un tapón de corazón en el lugar del corcho
un tapón de corcho en el lugar del corazón
Padeció toda la familia
crujió el artesonado
más las hadas de bocas grandes como esos ríos que arrastran las fiebres
cantaron al unísono
He 's a jolly fellow ¡Por Cristo!
He 's a jolly fellow
Sus manos eran labios
sus labios narices
y su frente un haba
seca y apretada como el peso del genio
cuando deja caer a plomo su peste pulmonar
sobre las espaldas de un adolescente que ha crecido muy rápido
que cree todavía en la locura del viento
y en la frescura de las rosas de las huertas

Jovencísimo ya amaba la piratería
-o más bien la atroz bufonada- de las luchas amorosas
las bocas pegadas a sus pies de cejas
el ataúd de los ombligos
los dientes clavados en sus uñas burlonas  

Jovencísimo se aprovechaba ya de las amantes
de sus caricias deletéreas
pero más que nada le gustaba embriagarse
y vomitar como para escupir
todas las porquerías del cielo y de la tierra
He 's a jolly fellow ¡Por Cristo!
He 's a jolly fellow

Paseando silbaba
y los aires que salían de sus labios
divertían hasta a las hortalizas
que crecían en pequeños recintos extremadamente desagradables
regadas por los llantos
las secretas poluciones de la tierra

A un ragtime sigue otro Una aventura vale por otra
en ese baño de cristales vacíos donde morimos literalmente de hambre
Se encaprichó de un barco Se encaprichó de una negra
Más tarde de un tocador
de un escabel
de un castigo
En fin lleva la existencia de un palo de silla carcomido
mientras su viejo tapón cordial danza y se agita como los pliegues de una cortina
He 's a jolly fellow ¡Por Cristo!
He 's a jolly fellow

Aún descansan los navíos en los muelles
mas los bolsillos están secos
Todos los pañoles no obstante descienden
y dan una vuelta en torno a los cristales des lustrados en los antros de la nada
Cuando regresan
sus dedos y los cabos que penden de sus ropas
aparecen enmarañados de mujeres
pero él sólo silba y vomita de asco
porque no cogió nada

Transcurre toda su vida

de bar en bar para hacer llamear sus cálidas borrachografías
de ciudad en ciudad
de plegaria en plegaria
Sus pies de manos están cubiertos de duras callosidades
que oscurecen también sus pulmones de párpados
Mas un hermosa día se colgó
y alrededor de él se burlaban los pájaros
Entonces vomitó como solía
y de modo natural se dilataron sus ojos
«un buen trozo de salchicha nos sentaría mejor
gritaron los gusanos que le roían

He 's a jolly fellow ¡Por Cristo!
Ahora hay que comerse su cuerpo de glorioso mártir»

La dulce nieve de su cuerpo
de su vientre de rostro
de su pueblo de axilas
se fundió lentamente y sin canciones
bajo la caricia de esta miseria calma de las vajillas
Un campanario se alza
crujen las persianas
más tarde las aves vuelven en bandadas
y más de un cántaro se raja

Danzaron hasta la noche los marineros
los vasos se vaciaron y se los separa
mas en una oscura calleja algunos mendigos hasta el alba cantaron
He 's a jolly fellow ¡Por Cristo!
He 's a jolly fellow

Pero ahora ¿quién
quién ahora abrirá la ventana?


Versión de Antonio Martínez Sarrión




JONATÁN REYES




Voodoo Down  



Y que en la muerte quedes hechizada
y que sufra el que te olvide
que el sueño libere todos sus encantos
¡se agite la esencia, se vuelva colibrí!
y que cuando baje la marea se invierta tu génesis
Que te crezcan los laberintos hasta la metamorfosis
que te crezcan matorrales y zaguanes de hermosura
¡Pues hoy te adoro de esta manera tan extraña!



RAINER MARIA RILKE



  
Ofrenda



¡Oh, cómo florece mi cuerpo, desde cada vena,
con más aroma, desde que te reconozco!
Mira, ando más esbelto y más derecho,
y tú tan sólo esperas... ¿pero quién eres tú?

Mira; yo siento cómo distancio,
cómo pierdo lo antiguo, hoja tras hoja.
Sólo tu sonrisa permanece como muchas estrellas
sobre ti, y pronto también sobre mí.

A todo aquello que a través de mi infancia
sin nombre aún refulge, como el agua,
le voy a dar tu nombre en el altar
que está encendido de tu pelo
y rodeado, leve, con tus pechos.