jueves, 7 de noviembre de 2013

SIGFREDO ARIEL




Solo ante el peligro



Tu paso en la madera yo recuerdo, la madera no existía.
El corredor era alzado sobre el día corriente y la noche común, cualquiera habría salido y entrado, sin guardián puerta sin puerta sin oírse: era tu paso en el oído con rostro de alquitrán ya he probado en el aire dibujarlo. Pierdo pronto el impulso como pierdo
amigos en las encrucijadas. Recuerdo tu clara inexistencia, no descansa ni sabe descansar: la convoco, la obligo —pez, toro, cabra, león, balanza— describo tus ojos que no he visto y el trigo
que espigabas como Ruth. No está la era en tus actuales perspectivas, ni en el pasado está aunque la viste solo ante el peligro bajo el tajo del arado
o en la televisión, no estoy seguro. Al lado de este cuarto inhabitable consigo percibir con claridad ruido y silencio de tu paso enemigo en la madera.
El mismo ruido de tu paso triste.


ALEX FLEITES




Sobre la belleza



Es bello
el colibrí
-sus alas
tornasol,
su pequeño
corazón
irradiante detenido
en pleno
vuelo
Es bella
la buganvilla
que
sobrevivió
a los escasos
días que duró
el invierno
-invencible
entre las hojas
pardas,
sostenida
apenas
por la rama
que terminará
quebrándose-
El colibrí
ha venido
a libar
precisamente
en esa flor,
a destruir
su precario
equilibrio
¿Será
que la belleza
no puede
dejar de
alimentarse
de sí misma?



SEVERO SARDUY





Que se quede el infinito sin estrellas



Que se quede el infinito sin estrellas,
Que la curva del tiempo se enderece.
Y pierda su fulgor, cuando se mece
Un planeta en su abismo y en las huellas

Del estallido primordial. Aquellas
noticias recibidas del comienzo
de las galaxias, del vacío inmenso,
hoy son luz fósil. Paradojas bellas

que anuncian por venir lo transcurrido
y postulan pasado lo futuro.
Universo del pensamiento puro:

un espacio que fluye como un río
y un tiempo sin presente, opaco y frío.
El tiempo de la espera y del olvido.


CHARO GUERRA



  
Dudas


¿Cómo juzgar si el escribano sabe
que su palabra dice más,
si es él quien ejercita,
cada día, la profesión de transcribir?

¿Cómo saber si discrimina,
en favor de nosotros (por nosotros)
mientras esgrime el argumento de la duda?

Si la materia suya es el silencio,
¿de qué modo confiar en la pureza de tales traducciones?
¿Cómo saber si hay culpa en sus verdades tangenciales?
¿Qué calla-que nos dice?
¿Qué dice cuando calla?
¿Qué sabe exactamente de nosotros?
¿Y de él mismo?
Si es sólo un mediador
entre la libertad y la prudencia.



JOSÉ ÁNGEL BUESA



  
Crepúsculo


Hora de soledad y de melancolía,
en que casi es de noche y casi no es de día.
Hora para que vuelva todo lo que se fue
hora para estar triste, sin preguntar por qué.

Todo empieza a morir cuando nace el olvido.
Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido...
¡Y es tan agria esta angustia terriblemente cierta
de un gran amor dormido que de pronto despierta!

Viendo pasar las nubes se comprende mejor
que así como ellas cambian, va cambiando el amor,
y aunque decimos: ¡Todo se olvida, todo pasa...!
en las cenizas, a veces nos sorprende una brasa.

Porque es triste creer que se secó una fuente,
y que otro bebe el agua que brota nuevamente:
o una estrella apagada que vuelve a ser estrella,
y ver que hay otros ojos que están fijos en ella.

Decimos: ¡Todo pasa, porque todo se olvida...!
y el recuerdo entristece lo mejor de la vida.
Apenas ha durado para amarte y perderte
este amor que debía durar hasta la muerte.

Fugaz como el contorno de una nube remota,
tu amor nace en la espiga muriendo en la gaviota.
Tu amor, cuando era mío, no me pertenecía.
Hoy, aunque vas con otro, quizás eres mas mía.

Tu amor es como el viento que cruza de repente:
Ni se ve, ni se toca, pero existe y se siente.
Tu amor es como un árbol que renunció a su altura,
pero cuyas raíces abarcan la llanura.

Tu amor me negó siempre lo poco que pedí,
y hoy me da esta alegría de estar triste por ti.
Y, aunque creí olvidarte, pienso en ti todavía,
cuando, aun sin ser de noche, deja de ser de día.




NICOLÁS GUILLEN




Guitarra


A Francisco Guillén


Tendida en la madrugada,
la firme guitarra espera:
voz de profunda madera
desesperada.

Su clamorosa cintura,
en la que el pueblo suspira,
preñada de son, estira
la carne dura.

Arde la guitarra sola,
mientras la luna se acaba;
arde libre de su esclava
bata de cola.

Dejó al borracho en su coche,
dejó el cabaret sombrío,
donde se muere de frío,
noche tras noche.

Y alzó la cabeza fina,
universal y cubana,
sin opio, ni mariguana,
ni cocaína.

¡Venga la guitarra vieja,
nueva otra vez al castigo
con que la espera el amigo
que no la deja!

Alta siempre, no caída,
traiga su risa y su llanto;
clave las uñas de amianto
sobre la vida.

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.

El son del querer maduro,
tu son entero;
el del abierto futuro,
tu son entero;
el del pie por sobre el muro,
tu son entero…

Cógela tú, guitarrero,
límpiale de alcol la boca,
y en esa guitarra, toca
tu son entero.