domingo, 1 de febrero de 2015

DOLORES ETCHECOPAR




La transmisión del agua de los cuentos

  

había una vez
hubo un día
había una vez
hubo una mano vacía
había una vez
hubo la transmisión del agua de los cuentos
bosque pequeño bajo la nieve
en las cataratas del silencio
(era de madrugada)
y la mano abría una ventana hacia la nieve
(el silencio estaba en esa mano)
había una vez
hubo alegría iba a empezar
la búsqueda de los tesoros
había una vez
yo buscaba el comienzo
y me dieron los sonidos de un antiguo llanto
(tuve que calmar esos sonidos)
había una vez
pero todas las palabras se acostaron para morir
y hubo nubes y dos percherones atados a un carro
había una vez
hubo viento helado
que arrojaban de una altísima montaña
y niños que preguntaban:
¿cómo es del otro lado del viento?
pero bellas nodrizas se llevaban a los niños
al gran parque oscuro
había una vez
hubo un día
hubo un bosque pequeño
bajo la nieve
bajo el silencio
bajo la mano vacía
bajo los hilos
de la muerte o del sol

 

RAFAEL ESPEJO


 

Aire viciado

 

Cuando nos falta fe para cremar la tarde
sostengo con el índice la llama de una vela;
y a esa luz palpitamos
de sombra en la pared,
pero no nos abriga.
Como no hacen hogar las mecedoras
(por más que ralenticen el tiempo de tenernos),
ni la mesa camilla, ni el frufrú de las manos,
los libros, la quietud, los días por venir.

¿Qué poso del amor no quiere aquí asentarse?

Ven,
vamos a abrir la puerta.
No precisamos techo para hacer pie,
míralo así:
tampoco tienen un lugar las nubes
pero pasan.
Y cuando acaso alguna se equivoca,
o queda rezagada,
o el viento la desvía,
no importa, también pasa.



De "Nos han dejado solos"



 

RENATA DURÁN




Aquí en mi cuerpo...

 
 
Aquí en mi cuerpo
acabó de pasar el mediodía
y por mi piel respira un agua
atardecida.
Los labios están secos,
guardo en la lengua
los aromas.
Si acaso pusieras
tu mano
entre mis muslos,
sabrías que estás vivo.
Saborearías mi sal.
Haríamos un pozo
en el tiempo,
y dejaríamos que el sol
nos madurara.

 

 

 

AMALIA IGLESIAS




Certidumbre de ausencia


 
Regreso al mismo café.
Las horas lentas que pasaron en vano
atraviesan conmigo la puerta giratoria.
Y al fondo, entre las mesas,
una sonrisa tuya me mira como entonces.

Pero otra vez esos labios extraviados
tampoco son tus labios,
no hay sonrisa y el mármol de esta mesa
certifica en mis manos un mensaje de frío.

 

ENRIQUE AZCOAGA


 
Llegada

 
Llegado marzo, esposa,
no sosiega la tierra.
El corazón avanza
nutrido por el gozo.
La dicha que marcea
como una gota fértil,
quiera colmar de anhelo
la clara sed del valle.

Llegado marzo, esposa,
los pulsos como fuentes
saltan, y salta el río,
y salta en la verdura
un latido sembrado
por la lluvia en los muertos,
que confían en marzo
como en la prima vera.

Llegado marzo, esposa,
se desmuere la tierra.
Cigüeñas a la vida
convocan, sin llamada.
Nada tiende hacia dentro.
¡Entreabren las ventanas!...
El almendro esperanza
y anuncia la ventura.

Llegado marzo, esposa,
la vida se hace novia,
don la existencia y dulce
promesa lo que tiembla.
¡Siento el hijo posible
como la encina siente
su rama fresca, y frutos
la parra reavivada!

Llegado marzo, esposa,
te quiero prometida;
te ensueño fértil, fresca
como ¡a hierba nueva;
dispuesta, madre, marzo,
colmo de mis afanes,
con prisa esposa, esposa
de campo hecho presagio


MANUEL JOSÉ ARCE


 

Amor, si fueras aire y respirarte

 

Y si fueras, Amor, vino y beberte.
Si fueras sombra para no perderte.
O si fueras camino y caminarte.
Amor, fueras cantar para cantarte.
Fueras hilo en mis manos y tejerte.
Que mi alimento fueras y comerte.
Si fueras tierra, Amor, para labrarte.
Si fueras para más que para amarte:
Amor, Amor, Amor, si fueras muerte.