"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 17 de octubre de 2022
JEAN-PIERRE DUPREY
Jean
Pierre Duprey orina sobre la llama del soldado desconocido.
Como
amueblar los pisos de los jóvenes casados
y engalanar el tálamo con rosas perfumadas
que aromen sus peleas nupciales,
como mullir los tiernos almohadones
donde sus cráneos reposen,
como armar el sudario de unas sábanas
donde nadar naufragios…
Como
una mirada tranquila quise ser…
Pero
París arde de un hambre inenarrable
mostrando los desnudos de todas sus miserias
y no es tiempo de risas y de abrazos.
El
Sena se desploma por sus puentes
arrastrando el cadáver global de una ciudad quemada,
los hombres no son siquiera sombras en el río,
y la sangre que brilla en lluvia de cerezas
como una primavera del horror.
Como
tender una melena sobre los aguamaniles
y ponerle el jabón más aromado,
como el joven desnudo en el barreño de zinc
recibe el frote suave de la madre en su espalda,
como el rizo crujiendo sobre la piel de un sábado…
Así
quise ser yo,
así.
Y orinarme en los símbolos del mundo.
VALERY LARBAUD
Océano
Índico
¡Oh,
la noche de verano tropical!
¡Atolones de centelleos emergiendo de abismos azulados!
¡El Crucero llameante!
Oh, extenderme sobre el puente de un gran navío
En ruta hacia la Insulindia,
Desnudo, y abrirme al infinito abierto sobre mí.
(Mi corazón de niño abandonado, oh querido enfermo,
Mi corazón estaría contento de tu mano a presionar,
En esta sombra en llamas de las noches
Resplandecientes en las que yo quisiera salir volando).
En los navíos de antaño, totalmente empavesados,
En que la popa era un palacio con cientos de ventanas doradas,
Y que superaba un Himalaya de telas,
No teníamos, ininterrumpida, esta palpitación de estrellas,
Esta visión de la Creación, inmensamente
Silenciosa –sobre la cabeza, completamente desenvuelto el firmamento.
Anhelo una mañana de primavera, un poco grisácea, en el cuarto de hotel,
La ventana abierta de esquina que da a la rue de Noailles, con el aire fresco,
Y ver por allá (a las cinco horas, aún sin tranvías)
El tranquilo Puerto Viejo y los barcos del Castillo de If.
PIERRE JEAN JOUVE
Nada
Es
preciso aún cruzar un llanto de mis manos
A tu vacío seno rosa el pecho violeta
Rosa tronchada a muerte y violeta gastada
Foliólo, abolida, jarrón sin porvenir,
Amar
que Tú no seas: en el rayo sentido
Nadie, y en tu rechazo se despliega un camino
Recto a Tu corazón que ama todo y recoge
Todo en nuestro deseo de matar los amores.
Si
anulo el corazón destrozará su cárcel
De hambre. Pero es aún un teatro verbal
Lo que rompe tu beso oh Sangre. Y sangre muerta.
Versión
de Federico Gorbea
JUAN BONILLA
Química
ya
bajan por mis sienes lentos potros
expandiendo
su milagrosa calma
la
certidumbre nueva de que el alma
es
algo que está fuera de nosotros
en
los racimos que el sol dora lento
en
el canto del mirlo puntual
en
el martillo que ha rendido la fatal
conciencia
de no ser más que alimento
para
la muerte que es siempre futuro
ya
bajan por mis sienes potros lentos
pisando
los cristales violentos
que
cercan el abismo sucioscuro
de
ser tan solo un yo una biografía
alternando
los gozos y los ascos
ya
van los lentos potros con sus cascos
de
hielo transformando en melodía
esa
cerca de cristales en picos
liberando
el abismo de mi adentro
fuera
de mí queda mi propio centro
mis
años convertidos en añicos
queda
aplastada así esta maldición
de
escuchar cómo el tiempo cava y cava
tarareando
su siniestra canción:
pronto
se va a acabar lo que se os daba.
De:
“Horizonte de sucesos”
VÍCTOR BAYONA
Salto
de página
Bon
Iver canta Skinny Love en un autobús
de
una ciudad al norte del mapa.
Los
muertos se mueven.
Puedo
imaginar a un hijo cuidando de su madre en el jardín.
La
peina, le da de beber,
la
alimenta a base de sopas
y
los viernes tiene permitido comer helado.
Ella
intenta abrazarlo años después.
Pero
el hijo ya no es hijo,
ni
tampoco existe césped sobre el que reposar el postre.
Un
cementerio con relieve.
Una
casa vacía.
De:
“A ciencia cierta”
IRENE DOMÍNGUEZ
AQUELLA
noche antigua me mirabas como el pobre mira a la cebolla, asumiendo
parcialmente
que
en esta vida no somos pioneros.
Aquella
noche temblabas tras tantas horas aisladas
bajo
los muelles de un cuaderno
—porque
el amor no te dejaba dormir—.
No
quiero
ser
la
mujer de.
Estoy
pactada con el diablo y sé afilar astillas
como
la madre de todos los pueblos.
De: “Presuntamente
nuestros”
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