martes, 30 de agosto de 2022


 

MARAM AL-MASRI

 

 

 

Golpes en la puerta.

¿Quién es?

Escondo el polvo de mi soledad

bajo la alfombra,

compongo mi sonrisa,

y abro.

 

LUDWIG SAAVEDRA

 

  

O rosal

 

 

Si tu dolor ha crecido como árbol frondoso
(sin el prestigio de los álamos en las noches de luna llena)
Si el sonido que me tiendes no es cuerda para mi charango y no me salva
A pesar que te he otorgado los colores del amor
embadurnada de limo fino
Desnuda nube o rosal

Si las palabras resuenan   encallan lejos en playas perdidas
Y la muerte es esa ola que las dispersa
borrando sus huellas

Nos desvanecemos con harta fe
alas de cormorán
sin temor al que dirán
Sin dolernos de tu gloria Malaquita mía
Sin creernos ya lo que tus ojos bailaron en la oscuridad aterciopelada
dos cometas
dos zarpazos de primavera
Mientras un poema desvirga la estación veraniega
sincopadamente
Saborea este blues secreto
hará nítido el dolor

Pero si el vacío es
todo lo que lleva el río de sonidos a cuestas
Las palabras se suicidan prendiéndose fuego
Las notas se suicidan tan puras como son
Con solo aguantar la respiración.

 

 

 

BERNARD NOËL

 

  

De paso en el Athos

 


una palabra busca mi corazón yo a su alrededor
busco cómo se adhiere a su presente
algo de esto que aquí flota
devastación ruina por todas partes y mientras
su hermosa imagen es mordida por el tiempo
san Juan moja su pluma en la luz
con gesto constante pero el chorro luminoso enfoca
no se sabe qué parte del cuerpo ahí
unas moscas van a libar su polvo luego
vuelan hacia el fondo de la bóveda donde Dios
se ha ennegrecido tanto que está en negativo
el águila y Juan el mismo halo y más que un ala
en el león de Marcos el ojo un laguito de lágrimas
Lucas con el rostro comido por el moho
se ha vuelto un negro de barba blanca
nada de Mateo solo un agujero en el enlucido
y unos huesos de ladrillo rosa un abejorro
lleva mi mirada hacia arriba la cúpula
en el primer círculo restos de un hombro
en el segundo ocho ángeles seis alas cada uno
dos hacia abajo dos a lo alto dos abiertas
el conjunto de una sensualidad extrema
dos veces aparece cada ángel dotado
de la zona tan hendida que los humanos
tienen una sola vez y el amor habrá de hacerse
en un abrazo de lo alto y lo bajo
circular y sin fin una rueda siempre
en movimiento el mismo abejorro baja
hacia la rociada de excremento fresco mi ojo
inflamado en cambio no osa servirse de él
pero tal vez confundo excremento y hiel
y heme aquí en medio de este día
la mirada de pronto quebrada por el sol
el vacío y el miedo a la escalera podrida
los ojos tantean el aire hacia su izquierda y surge
la brusca sorpresa
/ el Blanco el Blanco el Blanco
impulsa al fondo del cielo su erección de tiza
y por encima de vida muerte y realiadd
planta un formidable NO a sus razones

 

ROCÍO WITTIB

 

  

la poesía es el placer de hacer exacto lo incorrecto

 


la vanguardia es así
podría escribir este poema hasta el infinito

la poesía es el rencor que te hace rugir

¿qué gano con decir todo esto?
no lo sé, escribo porque desconozco mi deber

la poesía es un desvarío

no estás poniendo atención
hay que volver a empezar

 

 

LI QINGZHAO

 

 

Alegría clara y tranquila



ALEGRÍA CLARA Y TRANQUILA
cada año
en la época de la nieve
y con una flor de ciruelo en el pelo
a menudo bebo hasta la embriaguez
deshojo las flores una a una
aunque no me complace por entero
ya que consigo únicamente empapar de lágrimas mi vestido
este año
me he perdido en algún lugar del horizonte
la tristeza encanece mis cabellos
y por la noche escudriño por dónde viene el viento
¡ya me resulta tan difícil
ver las hermosas flores del ciruelo
abiertas!

  

Versión de Pilar González España

 

EUGENIO MONTEJO

 

  

Los ausentes

 

 

Viajan conmigo mis amigos muertos.
Adonde llego, van por todas partes,
apresurados me siguen, mi preceden,
gentiles, cómodos e incómodos,
en grupos, solos, conversando, paseando.

A mi paso se mezclan sus huidizos colores
hasta envolverme en un lento crepúsculo…
Tantos y tantos, cada quien en su estatua,
y en torno siempre las máscaras del sueño.
Y mi estatua también a su lado, flotando.

Muertos de nunca habernos muerto,
de estar en algún tiempo, en algún parque,
juntos y apartes, conforme, inconformes,
mudos, charlando, con voces, sin voces,
es verdad ya ni vivos ni muertos:

algo intermedio que tampoco es estatua,
aunque tengamos ya de piedra los ojos
y unos y otros nos sigamos, corteses, polémicos,
contentos de estar en la tierra y de no estar en ella,
en eternas tertulias donde, se hable o no se hable,

todo queda para después o para antes,
para cuando no sabíamos que después era entonces
ni que nuestra sombra de pronto levitaban
visibles e invisibles en el aire.

Un instante de nuevo me reúno con ellos,
conversando otra vez esta tarde, tan tarde,
en un Café de ruidos urbanos, suburbanos…

Es decir, bebiendo sin beber, un poco abstemios,
pues los muertos no beben, pero beben a veces,
juntos y alegres, aunque no tanto, sino alegres,
con un trago o ninguno, pero con un trago,
creyendo que el tiempo ya pasó y no ha pasado,
y por eso pasó sin pasar, es decir, nunca pasa.

Cada quien con un whisky sin hielo o con hielo,
más cálido que frío, sin instante un instante,
con el recuerdo que nada recuerda esta tarde
y por eso se acuerda ahora de todo…

Bebiendo con ellos que fuman y charlan,
que parten y vuelven, dialogan, discuten,
hablando por hablar y a veces por no hablar,
hasta decirnos qué de Picasso hay en la ausencia,

cuánto cubismo en la manera de alejarnos,
el modo de mirarnos con ojos verticales
y saludarnos con la mano a la inversa,
la forma de beber un solo vaso roto

que ya no tiene vidrio ni licor ni volumen,
el modo de no beber creyendo que se bebe
y seguir todos juntos ahora que estoy solo.