sábado, 6 de febrero de 2016


MÓNICA LANERI




Del principio al fin de cada día



A veces pensamos
que importa
mucho, muchísimo,
muchote.
Que son esas cosas
necias
-el día a día-
esos tragos amargos,
esos egos,
"egocitos", "egosotes".
Que son esos tragos,
esos egos,
y así muchito,
y así muchote.
Cómo decirte,
decirme,
decirnos,
que no hay por tanto,
que no hay por dónde,
que ni somos
ni fuimos
ni seremos,
más que la huella
de una estrella fugaz,
tal vez,
si es que algo de bonito
hicimos-tenemos-somos.
Cómo decirte que es de poco
y somos nada,
-y que eso es mucho-.
Y que una estrella fugaz
lleva nuestros hechos
y reflexiones,
-nos lleva-
hasta perderse en tragos,
en polvo y nombres.
Sí;
somos en piedra también,
somos fechas, somos nombres.


HUGO GUTÍERREZ VEGA



  
Samarcanda



1

La ciudad azul y blanca
bajo la luna de los mongoles.
Aquí no se mira la luna.
El palacio del emperador inmortal
aparece en la claridad de la tarde.
Estamos parados cerca de las tumbas;
comemos higos con una especie de ansiedad.
Samarcanda tiene un jardín por inventar.
—Ginsberg vio un jardín semejante
entre las piedras negras de México—
Se puede inventar un poema del tamaño del jardín,
comer dátiles y echar los huesecillos
en la tumba del emperador que va a vivir siempre.
Las tumbas no están frías.
En una de ellas cabe la cópula
de un joven y una mujer madura
—pelo blanco y grupa de galera fenicia—
Fuera del palacio los uzbekos venden
semillas de girasol, panalitos, higos.
Desde aquí se levantan el grito de los buitres del profeta
y la torre de Bujara.

Igual que en México, en China
y el Perú,
aquí las voces humanas son huecas
como los caracoles donde el mar se finge mar
en las playas de Cozumel.


2

Uluj-Beg para ver las estrellas
abrió un profundo camino
al centro de la tierra.


3

El muezzin me dijo en su cansancio:
escribirá un poema sobre nuestra ciudad,
dirá que nos conoce al darse cuenta
de que nunca estuvo entre nosotros.
Como respuesta abrí la boca
y devoré un racimo de uvas amarillas.

En la noche soñé que ni el muezzin ni yo
podíamos inventar plegarias nuevas.


4

A las cuatro de la mañana
caminé por el corredor del templo Scha-sinda.
La luna estaba en Dushambé.
Soñé bajo un pedazo de cielo abierto.
La estrella bajó la vista.
Me recorrió el calosfrío claro.


5

Hablar de la ciudad-camino
¿Quién me dice que estuve?



JORGE GUILLÉN



  
El pan nuestro



Hacia un posible mas allá del caos
van los días del hombre valeroso,
y emergiendo de brumas y de vahos
sueñan, inventan en tensión de coso.

El tiempo se enriquece, se desgasta,
y entre azar y desorden indomable
la mejor invención será nefasta,
y el loco será entonces quien mas hable.

Mientras, la realidad sin voz desea
ser en concierto perspectiva humana.
Si se logra ese quid, hasta la fea
visión da aire de triunfo a la mañana.

Aquí mismo, aquí mismo está el objeto
de la aventura extraordinaria. Salgo
de mí, conozco por amor, completo
mi pasaje mortal. Vivir ya es algo.

Una fuente incesante de energía
fundamenta el suceso: cada hora.
Prodigio es este pan de cada día.
Luz humana a mis ojos enamora.


JUAN LARREA



  
Vendimia



Un gran viento se ha levantado entre tu espalda y tú
un gran viento armonioso de sorpresas y pámpanos
en el que voy raptado por un celo sin máscara
hacia ese último extravío que un racimo de olvido asombra

La estatua corporal del éxtasis es sacudida
sin embargo porque el sol al cabo de fatigas
no se acuerda de haber quemado tu sonrisa
sólo la niebla que cae despliega sus alas de helecho

El proceder ilimitado de la otoñada desfallece
en los brazos transparentes de un bello curso de mentiras
y el amor reflejado al filo de los adioses se derrumba
labios abandonados concluidos como dos remos

(La única manera de ser dos es creer en tu dolor
dándole un sentido a la tarde que tiembla y se deshoja
como un ramo de azares escogido aprisa en, el destino
de un ser llamado a producir un tierno despojo mortal )

Este mundo reconstruye el crimen de haberte visto
enteramente desnuda
                                              antorcha
                                                                 no domesticada


GERARDO DIEGO



  
No está el aire propicio para estampar mejillas...



No está el aire propicio para estampar mejillas.
Se borraron la flechas que indicaban la ruta
más copiosa de pájaros para los que agonizan.
Se arrastran por los suelos nubes sin corazón
y a la garganta trepa la impostura del mundo.

No está el aire propicio para cantar tus labios,
tu nuca en desacuerdo con las leyes de física
ni tu pecho de interna geografía afectuosa.
Las tijeras gorjean mejor que las calandrias
y no vuelven ya nunca si remontan el vuelo
y aquí en mi cercanía tres libros se aproximan,
abiertos en la página donde muere una reina.

Qué dulce despertar el del amor que existe
y qué existencia clara la del ojo que duerme,
velado por las alas remotas de los párpados.

Pétalos de difuntas miradas, llueven, llueven
y llueven, llueven, llueven. Me sepultan los pies,
las rodillas, el vientre, la cintura, los hombros.
Van a enterrarme vivo; van a enterrarme vivo;

No está el aire propicio para soñar contigo.

PEDRO MIGUEL OBLIGADO



  




Esta pena mía
No tiene importancia.
Sólo es la tristeza de una melodía,
Y el íntimo ensueño de alguna fragancia.
-Que todo se muere,
Que la vida es triste,
Que no vendrás nunca, por más que te espere,
Pues ya no me quieres como me quisiste-.
No tiene importancia…
Yo soy razonable;
No puedo pedirte ni amor ni constancia:
¡Si es mía la culpa de no ser variable!
¿Qué valen mis quejas
Si no las escuchas;
Y qué mis caricias desde que las dejas
Quizá despreciadas porque fueron muchas?
¡Si esta pena mía
No es más que el ensueño de alguna fragancia,
No es más que la sombra de una melodía!
Ya ves que no tiene ninguna importancia…