viernes, 21 de noviembre de 2025


 

ÁLVARO MENÉN DESLEAL

 

 

Mariposa I

 

Portarretrato
del iris; abanico
para las rosas.

 

LUCILA ESTRADA DE PÉREZ

 

 

A mi amiga Concepción Loucel

 

 

En sus días.

Yo quisiera poseer, amiga mía,
del poeta la sublime inspiración,
para cantar gozosa en este día,
que es tu natal, amable Concepción.

Yo quisiera de flores olorosas
una bella guirnalda colocar
sobre tu frente pura, donde hermosas
las virtudes se miran reflejar.

Y que esas flores, frescas, perfumadas,
con que adornara tu virgínea sien,
fueran las gayas flores cultivadas
en los jardines del perdido Edén.

Y en placeres y fiestas deliciosas,
que tú fueras objeto de ovaciones;
y en notas musicales, armoniosas,
que vivieras oyendo dulces sones.

Pero el destino me negó estos dones,
y en vez de un canto dulce, apasionado,
oirás, tan sólo, tristes vibraciones
de mi laúd, discorde y destemplado.

Mas te consagro la expresión sincera
de mi amistad, sencilla y afectuosa;
acéptala benigna y placentera,
y Dios te hará feliz, te hará dichosa.

Nunca la suerte con impía saña
Vaya a secar de tu ilusión las flores,
de esa ilusión que en nuestra edad temprana
se nos muestra con fúlgidos colores.

Que yo al Eterno mi ferviente ruego
al cielo, a cada instante, haré subir,
para alcanzarte paz, dicha y sosiego,
que así no sentirás lo que es vivir.

San Salvador, 8 de diciembre de 1878.

 

ABDUL HADI SADOUN

 

   

Lluvia es una palabra difícil de entender

 


La leí en un poema de As-Sayyab,
un poeta iraquí del que nada sé.
Pero él, con cada letra, abre una puerta en el alma,
donde le cae sobre la memoria,
y los suspiros cargados con una añoranza que no se va.

Lluvia, esa palabra que suena extraña,
como una llave a una ciudad dormida bajo las arenas,
o una ventana que da a historias viejas,
sus callejones mojados con una tristeza continua,
donde los niños repiten los nombres de los lugares
como se repite el sueño en una mañana brumosa.

As-Sayyab, ese poeta que nadie conoce,
pero yo lo conocí en su poema,
cuando jugó con lluvia y sus ligeros toques,
y cargó el peso de la tierra en sus palabras.
Un poeta que no necesita traducción,
porque sus penas viajan de un corazón a otro,
más allá de las lenguas,
en un idioma que entienden los ojos y las almas agotadas.

Nadie sabe nada de As-Sayyab,
pero conocen el dolor de la espera,
las calles que reflejan los rostros de los emigrantes,
las voces que vienen desde lo profundo
y cuentan historias sin fin.

Y lluvia, oh compañero, no es solo lucerna,
es teatro para los sueños,
y secretos que buscan el viento en las noches de la ciudad.
Y aunque el mundo no lo sepa,
tu espíritu puede habitar en cada rincón,
en cada verso, en cada suspiro perdido,
en cada espera larga.

As-Sayyab, un poeta iraquí que nunca conocí
pero cada noche me despierta de mi sueño,
llega con su voz suave, como el viento entre viejos balcones,
y me cuenta sobre lluvia,
sobre los callejones envueltos en sombras de palmeras,
sobre la que avanza en el silencio
llenando las calles de historias que no se agotan.

As-Sayyab, con su sombra larga y su rostro cansado,
se sienta junto a mí, como un espectro tenue,
hablándome de su lejana ciudad sureña,
de las ventanas cerradas con secretos de despedidas,
de las almas que vagan sobre el agua del río,
buscando un regreso, un encuentro que nunca llegó.

Lo veo con ojos agotados, pero con un alma despierta,
esparce sus palabras como gotas de lluvia,
me habla de una espera sin fin,
de noches vacías de sueños,
de sueños perdidos en las esquinas de antiguas casas,
y de una nostalgia como sal en heridas abiertas.

As-Sayyab, su tristeza crece en mi corazón como un árbol,
como si yo viviera su soledad cada vez que me susurra,
como si me viera a mí mismo en sus ojos cansados,
llevamos el mismo anhelo, el mismo peso en los hombros,
miramos al mañana como un puerto lejano,
al que solo llegamos a través de tormentas,
o de canciones desgarradas.

Cada noche, me despierto con el eco de sus pasos,
como si hubiera vivido al lado,
como si yo también fuera de su color, de su destierro,
llevando en mi alma su lluvia,
y en mi corazón,
una palabra que nunca termina.

 

ALMA KARLA SANDOVAL

 

 

Coordenadas

 

Podría darte el punto donde inicia este círculo sagrado,
después el cero con tulipanes que inventaron hace mucho,
luego la estrella imprescindible que cuelga en mi ventana.
Podría abrir un surco y guardar tu semen.
Ver cómo brota, hijo de la tierra, un cuchillo.
Alimentar esa arma, ponerla con el tiempo en mi cintura.
Matar lo que quema por las tardes, muy despacio.
Abrir otro surco y depositar mi saliva.
Esperar el plenilunio.
Asistir al nacimiento de un árbol de vidrio.
Podría dar esta música que quiebra el pecho,
las huellas de mi gata en un dibujo,
granizos que sueltan perlas amarillas,
dos collares, un silencio de uranio como ancla
y la imposibilidad que nutre, con su fuerza,
este círculo sagrado.

 

HERIBERTO MONTANO

 

  

Gracias por el fuego

 

 

Pedí lo que querrás mi amor
pedilo sin tardanza que te lo doy
dijiste
Y yo tomé suavemente tu pezón derecho
y pedí exactamente lo que querías
porque como una serpiente deslizaste tu cuerpo
bajo las sábanas sin pudor

Un beso dos besos una mordida
una mano tocando la pierna que se entreabre
un cielo sin tiempo ni angustia
Me miraste con ojos de ciega
y me dijiste
Tomame

Y yo tomé aquello
de sabor un poco acre y marino

Y vos tomaste aquello con un beso
suavemente y dijiste
es grande
y suavemente la lengua húmeda
y movediza

Y después lo que transcurre sofocado
la oreja el pie la lucha a fondo
mientras la luz le abre paso
al amanecer

Después nos miramos agradecidos y otro beso
de ternura
Gracias dijiste
Y yo no sé por qué

 

 

VERÓNICA JAFFÉ

 

  

Recogí́ este resto cuando regresé
a una pequeña Venecia en Londres:
rojo otoño ahora mi país

doliente, deforme,
ha tiempo ya ruin
y distante.

Después fui al pequeño jardín
dedicado a Rembrandt,
quizás por los canales al lado.

Su árbol de fuertes raíces
¿un cedro o un olmo? repartía hojas
bien formadas.

Ni en mi casa ni en el jardín pasado
quedan raíces, forma alguna,
fragilidades,

su vigor diluido
como el agua sombría
de estos canales.

Lo rojo de mi país, pasado, será́ así́
pequeño resto, hoja informe
o deformada.