"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 30 de septiembre de 2019
ÁNGELO NESTORE
Tanatorio
No
es una mujer limpiando una lápida,
sino
una madre bañando a su hijo.
Javier
Fernández
Cuando
exhibís su vestido nuevo, recién lavado,
cuando
habláis de su primera palabra, su primer diente,
o
dudáis si es mejor darle el pecho o leche en polvo
yo
os cogería a todos de la mano,
os
llevaría en silencio al velatorio de mi cama,
donde
mi hija juega eternamente a hacerse la muerta.
Os
mostraría el color de sus ojos fingidos,
su
cara hinchada de sueño acumulado,
los
dedos arrugados, el pelo limpio,
tras
bañarla cada noche con esmero.
Miradme.
Yo también soy un buen padre.
KATHERINE MEDINA RONDÓN
Imagen capturada en movimiento
Dance
me through the curtains that our kisses have outworn
Raise
a tent of shelter now, though every thread is torn.
-Leonard
Cohen-
Danza
sobre mis pliegues
un
espejismo dilatado
incapaz
de disiparse.
Puedo
olerlo, sumergirlo en una larga ducha
llevarlo
conmigo a tomar una copa
para
que los comensales de la mesa contigua
atestigüen
con envidia
que
mi vida
no
es solo una larga pesadilla,
que
ha sido agujereada por un germen de dicha.
No
importa la noche que acabó mal,
ni
sus ganas de partir.
Su
imagen no es más suya
como
tampoco es mío el miedo de sentirla cerca,
recibir
la respuesta de aquella carta que no llega,
que
posiblemente no llegará a mis manos viva
o
que se incendia mientras busco otro cerillo.
Yo
sigo siendo yo, pero su imagen
ahora
es papel, para siempre fría.
SANTOS LÓPEZ
Decimos
oro.
Y
el apetito de lo extraño limpia su camino de saña;
y
de lo propio, la roca de los muertos rueda hacia su volcán.
El
hombre destinado al péndulo continúa su vaivén de trueque.
A
un lado prueba el amor y en el otro, la repugnancia y sus lenguas.
Al
pensar su permanencia, abre suspenso.
No
sigue ningún cauce ni leyenda.
Los
anhelos no pasan cuando oímos quietud.
Decimos
verdad.
Y
de qué manera gozosa el caos agrada a nuestros sentidos
y
los disuelve en su hora.
El
cielo en la balanza es apenas un huésped del día.
La
luz hace luz en las palabras.
Y
la noche tiene un préstamo pálido de la imaginación;
y
es prenda de la blasfemia bajo un sol celoso.
Decimos
adorno.
Y
venimos al mundo en dos tiempos inseparables:
Un
milenio de mentiras recalentado en su sed
Y
otro de fantasía, donde las aguas se beben estancadas.
VERÓNICA ARANDA
Balada de septiembre
Un
tomillar siempre conduce al agua
y
a ese reposo intenso de final del verano.
Algo
nos interroga en la palabra
que
desprende resina;
algo
nos adormece
en
las vetas del roble.
Me
detengo en tu vientre
como
quien ha palpado
la
intimidad del mundo.
KETTY BLANCO
Nunca podré crear
Excepto
quizás una vida más larga/ para
encontrar
nuevas excusas.
Charles
Bukowski
Escribiré
solo cuando tenga la habitación propicia.
O
propia. Ahora es imposible. Duermo en la sala.
Dos
viejas señoras llegan todos los días
a
coserse con mi madre,
y
yo debo apurarme para desayunar, pues la mesa
se
ocupará con telas y carretes. Pero me digo que
si
no escribo ahora, si no soy capaz de encerrarme
debajo
del sofá, gruñendo como un perro
mientras
las voces de las señoras golpean
con
saña mis oídos,
perderé
definitivamente el apetito.
JUAN PABLO ABRAHAM
Vida
Nos
detiene en la esquina
una
larga fila de autos,
el
último adiós al hombre.
Pero
igual abrimos paso
hasta
llegar a casa,
y
al encender la luz
hay
otro motivo para vivir.
domingo, 29 de septiembre de 2019
ROBERTO AMÉZQUITA
Sibila de la luz ausente
En lectura de la ausencia queda la niebla,
el coleteo penúltimo de luces alfabéticas
que llenan la calle de sueño abandonado.
el coleteo penúltimo de luces alfabéticas
que llenan la calle de sueño abandonado.
Se entrevé un agujero nebular,
un pasadizo por el que invocar
los nombres de la duda,
y hacerse al fin con el presagio de levante.
los nombres de la duda,
y hacerse al fin con el presagio de levante.
Todos los días del sol
los pájaros incitan a la melancolía.
Todos los minutos de la noche
las nubes alimentan en silencio.
los pájaros incitan a la melancolía.
Todos los minutos de la noche
las nubes alimentan en silencio.
Los ojos
perciben luces cuando la luz misma se ha perdido.
El mundo respira mirando las estrellas
y nada es demasiado aterrador
para quien camina la noche con sosiego.
perciben luces cuando la luz misma se ha perdido.
El mundo respira mirando las estrellas
y nada es demasiado aterrador
para quien camina la noche con sosiego.
CLAUDIA MASIN
La helada
Quien fue dañado lleva consigo ese daño,
como si su tarea fuera propagarlo, hacerlo impactar
sobre aquel que se acerque demasiado. Somos
inocentes ante esto, como es inocente una helada
cuando devasta la cosecha: estaba en ella su frío,
su necesidad de caer, había esperado
-formándose lentamente en el cielo,
en el centro de un silencio que no podemos concebir-
su tiempo de brillar, de desplegarse. ¿Cómo soportarías
vivir con semejante peso sin ansiar la descarga,
aunque en ese rapto destroces la tierra,
las casas, las vidas que se sostienen, apacibles,
en el trabajo de mantener el mundo a salvo,
durante largas estaciones en las que el tiempo se divide
entre los meses de siembra y los de zafra? Pido por esa fuerza
que resiste la catástrofe y rehace lo que fue lastimado todas las veces
que sea necesario, y también por el daño que no puede evitarse,
porque lo que nos damos los unos a los otros,
aún el terror o la tristeza,
viene del mismo deseo: curar y ser curados.
como si su tarea fuera propagarlo, hacerlo impactar
sobre aquel que se acerque demasiado. Somos
inocentes ante esto, como es inocente una helada
cuando devasta la cosecha: estaba en ella su frío,
su necesidad de caer, había esperado
-formándose lentamente en el cielo,
en el centro de un silencio que no podemos concebir-
su tiempo de brillar, de desplegarse. ¿Cómo soportarías
vivir con semejante peso sin ansiar la descarga,
aunque en ese rapto destroces la tierra,
las casas, las vidas que se sostienen, apacibles,
en el trabajo de mantener el mundo a salvo,
durante largas estaciones en las que el tiempo se divide
entre los meses de siembra y los de zafra? Pido por esa fuerza
que resiste la catástrofe y rehace lo que fue lastimado todas las veces
que sea necesario, y también por el daño que no puede evitarse,
porque lo que nos damos los unos a los otros,
aún el terror o la tristeza,
viene del mismo deseo: curar y ser curados.
EMILCE STRUCCHI
XVI
La mujer oculta sus cicatrices,
lamenta las sobras de su hambre.
Ella descubre que la poesía es un pantano
y siempre la emboscada
con su olor a muerte.
Una ilusión de nombre.
Yo alcanzaré mi aldea en lo callado.
Sentenciada a fiesta y a dolor
me ofreceré
para esta ceremonia.
YEMIRA MAGUIÑA
La mosca
El silencio de esta mañana a solas
un estornudo simple cambiando el rumbo de esa mosca
que vuelve siempre al rincón incómodo de la mesa.
Un enjambre de fotos elocuentes que no combinan con esta
mañana
el zumbido de la mosca en la oreja rota de la vida aplastada
por batallas malgastadas
y vuelve a zumbar de hambre y de miedo
que la mosca es siempre mosca malhecha para las moscas de
verdad.
Y qué si esta mesa cobija a la mosca y a sus patas sucias
y a sus ojos y a su zumbido
y qué si esta mañana se empolva de melancolía tardía
y qué si también zumbo de hambre y de miedo
qué importa otro mosco gigante acurrucado a la mesa
acurrucado asustado llorándole a una foto antigua.
MAGDALENA CAMARGO LEMIESZEK
Cruzando el río Leteo
Para ascender desde el último peldaño en la penumbra,
dicen que ocupamos el talento de los artesanos
que forjan sus herraduras sobre el polvo,
martillando sin detenerse
hasta alcanzar la música del hierro,
maleando junto a la huella
también la forma del camino.
Ahí invocaremos la fortaleza
de aquellas manos que sumergieron los metales en el agua
para apagar la furia
que nació en el centro
de todo lo que arde.
Algunos reconocerán las señales de la calma
en el vapor que se deshace encima del paisaje
mientras un manojo de grullas migra hacia lo ignoto.
Al agitarse la sombra del abeto en la corriente,
el yo que somos irá mutando
en el antifaz que cubre el rostro del vacío.
Un turbio alfabeto se revelará ante nosotros
y dejaremos atrás las antiguas pertenencias
junto al mismo miedo que hace siglos
tuvimos la osadía
de dejar abandonado
frente al fuego
sábado, 28 de septiembre de 2019
DYUNZABURO NISHIMAKI
Hojas de castaño
Una casa en donde crecen guisantes.
Una mujer de ojos rasgados.
Una noche efímera
como los ojos de los peces.
Se oye la voz de Hera
entre el murmullo de las hojas del castaño.
Amaneció
sin que el ruiseñor dejara de cantar.
La sombra se recostó en el mármol
y se volvió una rosa.
** Kinuta: instrumento de
madera para moler plantas fibrosas.
MARITZA CINO ALVEAR
9
No
oigo voces
ni
silencios
solo
el espectáculo
de
hacer el amor
con
la muerte.
De: “Cuerpos guardados”
KATSUE KITAZONO
Maleza
Más
allá de la maleza, se desliza una nube como mandolina.
Los
muchachos imitan sandías en el agua todo el día.
ANA ROSETTI
Tercero
En sus dedos la ostia lunar amanece, se alza desde el vaso sagrado, brilla
sobre el carmesí de la casulla. Y cómo ir, cómo prosternarme, cómo abrir la herida de mi boca a la luz
si en mis entrañas anidan los petreles y mis venas son astas de ciervo y mi cuerpo es batalla con sus brechas
y minas. De la lámina blanca que él me ofrece depende mi perdición, pero mi lengua, avanzando con rojos destellos,
recibe de su mano el sacrilegio y la muerte.
En sus dedos la ostia lunar amanece, se alza desde el vaso sagrado, brilla
sobre el carmesí de la casulla. Y cómo ir, cómo prosternarme, cómo abrir la herida de mi boca a la luz
si en mis entrañas anidan los petreles y mis venas son astas de ciervo y mi cuerpo es batalla con sus brechas
y minas. De la lámina blanca que él me ofrece depende mi perdición, pero mi lengua, avanzando con rojos destellos,
recibe de su mano el sacrilegio y la muerte.
De: "Virgo Potens"
SHIRO MURANO
Ciervo
Quieto
en la luz poniente
a
la orilla del bosque, el ciervo
sabe
que apuntan a su frente,
pero
qué puede hacer. Quieto,
vuelve
tranquilamente
la
vista al pueblo. Su casa es esa
dorada
luz, la vida que le queda
contra
el bosque y la noche inmensa.
JULIA PRILUTZKY
Viaje sin partida
No amarse ahora, pero haber amado.
Y encontrarse otra vez, recuerdo grave
como el de alguna flor de aroma suave
que se mustia en un libro ya olvidado,
Va surgiendo el recuerdo desvelado:
una palabra, un gesto... Es una clave
que nadie descifró, que nadie sabe;
recinto nuestro, cántico inviolado.
Estamos en silencio, frente a frente.
Y sin verte, yo sé que me has mirado
con no sé qué recuerdo transparente
en los ojos lejanos... No has cambiado.
Y es dulce estarse así, indolentemente,
pero no amarse ya. Haberse amado.
No amarse ahora, pero haber amado.
Y encontrarse otra vez, recuerdo grave
como el de alguna flor de aroma suave
que se mustia en un libro ya olvidado,
Va surgiendo el recuerdo desvelado:
una palabra, un gesto... Es una clave
que nadie descifró, que nadie sabe;
recinto nuestro, cántico inviolado.
Estamos en silencio, frente a frente.
Y sin verte, yo sé que me has mirado
con no sé qué recuerdo transparente
en los ojos lejanos... No has cambiado.
Y es dulce estarse así, indolentemente,
pero no amarse ya. Haberse amado.
viernes, 27 de septiembre de 2019
FUYUHIKO KITAGAWA
Guerra
¿De qué serviría que me pusieran diamantes en estos ojos
artificiales?
¿De qué serviría que me prendieran condecoraciones en las
costillas musgosas?
Debemos derribar la gigantesca cabeza de la que penden
salchichas
La cabeza gigantesca de donde cuelgan salchichas debe ser
derribada.
¿Cuándo dispersaremos de un soplo sus cenizas como lo
hicieron
con las flores de diente de león sobre la palma de la
mano?
ÁLVARO CUNQUEIRO
9.
Yo no la vi nacer...
Yo no la vi nacer. Me la dieron
porque yo ya lo sabía: ¡qué blanca! ¡qué bien!
¡qué niña más bien plantada!
De surtidores de luz
la compraban vientos claros.
Me la dieron porque yo ya lo sabía:
Si era lado del mar
seco de serenidades,
azul,
rosa,
lirio,
¡columpio de piedra dura!
Yo no la vi nacer. Me la dieron
porque yo ya lo sabía: ¡qué blanca! ¡qué bien!
¡qué niña más bien plantada!
De surtidores de luz
la compraban vientos claros.
Me la dieron porque yo ya lo sabía:
Si era lado del mar
seco de serenidades,
azul,
rosa,
lirio,
¡columpio de piedra dura!
De: "Mar ao norde"
Versión de Vicente Araguas
VALERIO MAGRELLI
El país del sueño se amplía en el verano.
Sus aguas reflejan
en lentas olas todo gesto.
En las orillas susurran palabras
como hierba, mientras en lo alto transcurren
las constelaciones de nuestros muertos.
Gira la mente en el gozne de la noche;
el recuerdo se multiplica en el espíritu
como anillos en el tronco de los árboles.
Otras naturalezas muertas
GINO SCARTAGHIANDE
Apenas en el inicio
Querida ignorancia querido ser
desvital caro desamor
plasmas toda la materia de la cual
estoy hecho. Querido King Kong, mi rey
y mi súbdito. Querida posesión
que aquí se dispersa. Es apenas
el inicio de otro tiempo.
desvital caro desamor
plasmas toda la materia de la cual
estoy hecho. Querido King Kong, mi rey
y mi súbdito. Querida posesión
que aquí se dispersa. Es apenas
el inicio de otro tiempo.
SAINT-JOHN PERSE
El
loro
Este es otro.
Un marino tartamudo lo había
dado a la vieja que lo vendió. Está sobre el rellano, cerca de la lumbrera,
allí donde se mezcla al negror la sucia bruma del día color de callejón.
Con un doble grito, a la noche, te saluda, Crusoe, cuando, subiendo de las letrinas del patio, abres la puerta del pasillo y levantas ante ti el astro precario de tu lámpara. Vuelve su cabeza para volver su mirada. Hombre de la lámpara, ¿qué quieres de él?... Miras el ojo redondo bajo el polen averiado del párpado; miras el segundo círculo como un anillo de muerta savia. Y la pluma enferma se remoja en el acuoso excremento.
¡Oh miseria! Apaga tu lámpara. El pájaro lanza su grito.
Con un doble grito, a la noche, te saluda, Crusoe, cuando, subiendo de las letrinas del patio, abres la puerta del pasillo y levantas ante ti el astro precario de tu lámpara. Vuelve su cabeza para volver su mirada. Hombre de la lámpara, ¿qué quieres de él?... Miras el ojo redondo bajo el polen averiado del párpado; miras el segundo círculo como un anillo de muerta savia. Y la pluma enferma se remoja en el acuoso excremento.
¡Oh miseria! Apaga tu lámpara. El pájaro lanza su grito.
De:
“Imágenes para Crusoe”
EDUARDO MITRE
13
y tienen de nuevo sed
de nombrar los labios:
la almohada, tu cabellera,
una pared de ladrillos,
un trozo de cielo: tribus
con rumbo desconocido.
De: “Húmeda
llama”
jueves, 26 de septiembre de 2019
RODOLFO ALONSO
Cantar no consuela
Joven:
¡Maravíllate!
¡Lávate en tu idioma!
¡Protestacantaescupegimecrece!
¡Ama
de amor, ama de un solo golpe, de todo corazón, de buena
gana!
¡Vive,
huye de las palabras!
¡Sírvete,
sírvelas!
ESTEBAN MOORE
el impulso
“Brillante eternidad” *
el
impulso -que recorre oscuros canales licuificados/ ardientes
esponjas
magmáticas —recibe en la latencia de cada uno de sus
corpúsculos
—fluctuantes destellos eléctricos/ voluntad -que el
ojo
no podrá percibir, mucho menos cuantificar en el espejado
campo
de la memoria –ese impulso, su refracción digo: ondula
giros
centrífugos (derrama la virtud de su latido)
* “Brillante eternidad”
Juan Calzadilla, Tácticas de
vigía, 1982.
JUANA BIGNOZZI
Domingo a la tarde
Cuando
se sientan frente a frente
amores
imposibles, quincallería amistosa,
tipos
que se atrevieron y esa mujer intensa
que
lleva augurios a felicidades que nunca entenderá,
la
buena gente desecha las malas palabras,
la
buena gente dice todos tienen posibilidades en la vida,
sienten
crecer su amor por esa mujer intensa,
tan
sola, que vivirá siempre detrás de una ventana
y
todo lo que le ofrecen está demasiado azucarado.
JOAQUIN PASOS
Poema inmenso
En estas tardes tu perfil no tiene línea precisa
pues no hay un límite en tu gesto para el principio de tu
sonrisa
pero de repente está en tu boca y no se sabe cómo se filtra
y cuando se va nunca se puede decir si está allí todavía
lo mismo que tu palabra de la cual jamás oímos la primera
sílaba
y nunca terminamos de escuchar lo que decías
porque estás tan cercana en esta lejanía
que es inútil preguntar cuándo vino tu venida
pues entonces nos parece que has estado aquí toda la vida
con esa voz eterna con esa mirada continua
con ese contorno inmarcable de tu mejilla
sin que podamos decir aquí comienza el aire y aquí la
carne viva
sin conocer aún dónde fuiste verdad y no fuiste mentira
ni cuándo principiaste a vivir en estas líneas
detrás de la luz de estas tardes perdidas
detrás de estos versos a los cuales estás tan unida
que en ellos tu perfume no se sabe ni dónde comienza ni
dónde termina
ALFONSO CORTÉS
Ángelus
El cruel ángelus inconsciente,
levántase entre el Ataúd
de lo infinito, en el poniente
de una epicúrea lasitud;
y en los tejados de las almas
mayan los ruidos de la tierra,
y, en la locura de sus calmas,
la Hora, triste de espacio, yerra.
Y, fatigados, los reflejos
que, con las nubes, huyen, huyen,
el uno al otro, tantos viejos
sueños solares, se destruyen,
danzando sobre la aburrida
fluidez del cielo, que se atedia,
y el compás tiene su medida
en el muerto tiempo que media
entre un reflejo que se hunde
y otro reflejo que aparece,
cuya inconciencia se confunde
en el deleite que adormece
los correspondientes olvidos
de Fuegos, de Almas y de Vientos
que halagan todos los sentidos
y ruedan en los pensamientos
de Dios, en tanto que las almas
mayan los ruidos de la tierra,
y, en la locura de sus calmas,
la Hora, triste de espacio, yerra…
El cruel ángelus inconsciente,
levántase entre el Ataúd
de lo infinito, en el poniente
de una epicúrea lasitud;
y en los tejados de las almas
mayan los ruidos de la tierra,
y, en la locura de sus calmas,
la Hora, triste de espacio, yerra.
Y, fatigados, los reflejos
que, con las nubes, huyen, huyen,
el uno al otro, tantos viejos
sueños solares, se destruyen,
danzando sobre la aburrida
fluidez del cielo, que se atedia,
y el compás tiene su medida
en el muerto tiempo que media
entre un reflejo que se hunde
y otro reflejo que aparece,
cuya inconciencia se confunde
en el deleite que adormece
los correspondientes olvidos
de Fuegos, de Almas y de Vientos
que halagan todos los sentidos
y ruedan en los pensamientos
de Dios, en tanto que las almas
mayan los ruidos de la tierra,
y, en la locura de sus calmas,
la Hora, triste de espacio, yerra…
FERNANDO FERREIRA DE LOANDA
Oda para Jack London
Soy
siempre de aquellos
que
va dejando a alguien,
nunca
ese alguien
seguro
en la partida:
en
la melancolía de la ausencia
la
mañana nostálgica es insumisa.
Los
viajes fueron hechos para mí.
Nací
con los mapas.
Los
itinerarios están en la palma de mi mano.
Soy
siempre un extraño,
forastero
en playas nunca repetidas,
minutos
en la existencia de mujeres olvidadas
en
puertos nunca visitados por segunda vez.
Tampoco
me dijeron nada las manos ni los pañuelos
que
permanecen cálidos en los puertos:
desconozco
la tibieza del hálito.
También
mis manos,
una
a sotavento,
otra
a barlovento,
nunca
se manifestaron.
Nunca
las sacudió una saudade futura.
Nunca
fui ese alguien que se queda, soy siempre el
que
se va,
—el
que se va y nunca regresa, como si fuese a existir
el
olvido con la muerte.
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