Tanatorio
No
es una mujer limpiando una lápida,
sino
una madre bañando a su hijo.
Javier
Fernández
Cuando
exhibís su vestido nuevo, recién lavado,
cuando
habláis de su primera palabra, su primer diente,
o
dudáis si es mejor darle el pecho o leche en polvo
yo
os cogería a todos de la mano,
os
llevaría en silencio al velatorio de mi cama,
donde
mi hija juega eternamente a hacerse la muerta.
Os
mostraría el color de sus ojos fingidos,
su
cara hinchada de sueño acumulado,
los
dedos arrugados, el pelo limpio,
tras
bañarla cada noche con esmero.
Miradme.
Yo también soy un buen padre.
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