domingo, 8 de abril de 2012


MARIZEL ESTONLLO





Los ojos de Atlantis

a Juan Carlos López ,a su obra Atlantis


I

Y de la fricción de los cuerpos nació el primer fuego.

Tal vez fue en ese momento en que la tierra dejó que ocurra el amor.

Acaso un dibujo pueda ser la escritura de una imagen
Sumergida en un océano dorado
O el testigo de un tesoro ahondado en su propia memoria.

Esas miradas respiran enigmas

de ellas asoman los cuerpos que desnudan la arena
Y los cuerpos se funden en otros cuerpos
Y en los cuerpos de otros cuerpos
En atléticas cópulas vacilantes como garras de terciopelo.

Y los seres son fantasmas imbricados en recintos aéreos o acuáticos

Donde el cuerpo es isla
Donde el cuerpo es continente

Y donde siempre la luz es ese múltiplo infinito de la tiniebla.


II

Un trozo de piedra grita sus presencias

Y en la extensión de un antiguo laberinto

se precipitan las formas de un duelo silencioso

Por eso hay miradas que asoman con la nitidez de un designio en una noche celestial.

Y los cuerpos se columpian insensatos

Como si en el rostro, la soledad dejara las manos

impresas en las leyendas del miedo


III

Ella es la hija del gigante que sostenía al mundo
Ella se ha perdido en las profundidades

Pero el imperio de la luz sigue emitiendo las señales

Y solo en la noche vemos los contornos del DIA que amanece

Mientras tanto escuchamos las memorias al acecho

del tiempo necesario

para abrirle ventanas al cielo.


FERNANDO PAZ CASTILLO




Las cosas y sus nombres...



Las cosas y sus nombres
son símbolos confusos
que acompañan al hombre en su destierro,
en su andar de adivino
entre alboradas.

Ingenuas compañeras de un recuerdo
que nace en la raíz
de la conciencia,
donde Dios y el hombre se confunden
y se entienden;
y Dios se hace para el hombre humano
y el hombre, ante su amor, crece divino,
trasciende la leve línea
de luz o sombra
que limita su ser:
su estar indefinido
ya que el ser no es perenne forma,
sino que está en la forma limitado,
con ansias de romperla a cada instante,
con nostalgias de muerte y nacimientos
y temores de un nuevo despertar.

MARÍA CLARA GONZÁLEZ




 Poema del desencanto



Una tarde cualquiera
con la brisa
llegó para quedarse
Me tomó de la mano
Buscó abrigo
en mi sangre
se prendó de mi piel
perfumó mi tibieza

Con su soplo de hielo
me consume

De "Pasajeros del viento"


JOSÉ EMILIO PACHECO




Lluvia de sol




La muchacha desnuda toma el sol
apenas cubierta
por la presencia de las frondas.

Abre su cuerpo al sol
que en lluvia de fuego
la llena de luz.

Entre sus ojos cerrados
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo

le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella

que sin saberlo
es el sol
entre el rumor de las frondas.

CLARIBEL ALEGRÍA



Querencias


                        A Juan Gelman

Porque aprendí a quererme
puedo sangrar
con tus heridas.