viernes, 21 de diciembre de 2018


ARGENTINA CASANOVA





Mujer árbol

Para Manú



Mujer árbol
brazos que atrapan las telarañas,
palabras para la enredadera a la luz de la razón,
isla desierta buscando su océano de certezas
El día se lo come la noche antes del atardecer
caen las estrellas a la ciénega de agua, fluye el tiempo,
esqueletos de lunas y planetas reposan en el fondo
avanza el bosque, árboles a cuyas ramas florece la oscuridad
En medio de la eternidad, en un bote sin remos,
a la voluntad de las aguas inertes
¿qué voces profundas hablan en la negritud de la tormenta?
y de la boca le nacen soles, pequeños universos
piel descarnada, caen los pensamientos,
las palabras de poemas que supuran
herida profunda en el tallo, pubis roído por el cardume de alimañas,
hiedra para la hiedra, tronco apagado en el incendio de sus entrañas,
el espíritu se deshoja, se desangra, ave sin alas,
árbol desnudo incapaz de hacerse al vuelo
punta del hilo para el laberinto de la historia humana,
y al final solo se quedan los despojados


ANDREA CABEL GARCÍA





Postre de limón



Debajo de tus manos todo adquiría forma
La mirada de una flecha
La temperatura de una cocina amarilla
La mesa con bancos para gatos
El hombre que comía mazamorras mientras se reía
Y tú que volvías al día siguiente bajo la forma de un dulce relleno de
fresa, o guanábana
O como mochi cubierto de miel.
Mi corazón coloca mantequilla en el molde
Se desprende para entrar al horno
Se recuesta entre el azúcar y la harina,

Mi corazón ácido amarillo y ácido
Encerrado en la noche, en tu sonrisa o en la mía, encerrado,
Atado en dos caras
Atado como un ave sin brazos para amasar, sin ojos
para medir las yemas y los huevos
de la espuma que crece
dulce como tu sonrisa, como tu mirada a las seis de la tarde
como tu caligrafía en un pilot de cero punto cinco
como el espacio tibio en la cama que dejas ácido, que dejas muerto
que dejas verde, como la cartuchera en tu bolso negro.
mi hija ha muerto, y solo pienso en sus manos
cuando alzadas nadaban celebrando una vida, la mía, la suya, una
sola.
mi hija ha muerto, y solo veo el postre ácido
la miel ácida
la cocina, la comida, la sangre, la forma de llorar,
ácida.




DEREK WALCOTT





El amor después del amor



El tiempo vendrá
cuando, con gran alegría,
tú saludarás al tú mismo que llega
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Seguirás amando al extraño que fue tú mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien no has conocido
para conocer a otro corazón,
que te conoce de memoria.
Recoge las cartas del escritorio,
las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.


ELMA MURRUGARRA





3:15 a.m. La bella y la bestia



Asumió una actitud infame
Negándose reacia a decidir
Prisionera de sus temores
La bella
Fue transformada en bestia


De: “Cuentos de Domingo”


LORENA HUITRÓN





the never-ending danzón



I. La inquietud

Figuras.
Dos figuras rondan un falso salón, o quizá un salón,
y cuando una mira al suelo la otra arrastra el pasado
con giro animal.
Agolpan los tacones la fiesta, la mortaja,
mientras el vestido encuentra la plenitud,
esta ignorancia que se encuentra
en un desliz de cuatro pasos.
Entonces la distancia se vuelve sudor y barro falso.
Dos figuras dibujan su cuna para el mundo,
lugar para beberse en agua de palomas.


II. El delirio

Qué valiente resulta ser el cuerpo
al rendirse combatiendo,
vaina dichosa que se pierde en su sonido
rompiéndose lenta por el sol.
A gritos de ancla respira la cintura
escuchando la promesa del perfume
del tamarindo en el verano,
y a gritos de abanico enmudecen las orquestas.

Cuanto mayor es el giro
menor la vergüenza.

Tal vez el alcohol es alianza
cuando en los labios del otro
se columpia el rumor en alguna silla.


III. La ruptura

Regresa el tizne a la punta del zapato,
las miradas agazapan la luz
al quedar la música descalza.
Se detienen las figuras, vuelve el tiempo
para dejar esta incómoda distancia
cuando se apartan los brazos
como al soltarse una cuerda.

Pero un cuerpo, sólo un cuerpo
permanecerá esperando otra canción,
la que embriaga la edad y la disfraza
al devolver el murmullo de saberse,
por el goce de otra sombra,
figura ilimitada.
Lo que todos tendrían que saber (interlude)

Para conocer la sabiduría del naufragio basta olvidar nuestro peso, prolongar la laxitud del cuerpo, ser Caronte con la barca y las manos vacías. Quien desconoce la inutilidad de la brazada para llegar a tierra firme, es por que teme saber que el origen de sí mismo se conoce a través de una minúscula pausa, cuando los brazos se dan por vencidos y en el ritmo del agua las piernas se despiden de la angustia por haber sido torpes.
El ahogo sólo es reconocible cuando inútil te sometes a la velocidad del nado por la ansiedad de tocar las orillas.
Pero el abismo cobija cualquier momento y densidad.



ROXANA ELVRIDGE-THOMAS





Ana de Lancaster impreca

Para Julio César Melo



Maldito,
dijiste,
y tus palabras lacraron el silencio.
Juraste
y la tierra se inflamó de estrías.
Su sangre infecta corre ahora por la tuya.
El semen imprecado te anega cada ocaso.
Tálamo de injuria a la que ceda en tu recinto.
Tiemble todo ser ante tu cólera.
Tiemblen las alturas y sus ciclos.
Fulminen tus entrañas con sardonia,
yo misma la pondría en tus ojos, tus oídos, tu prepucio,
en las narices y los labios.
Veré con alegría hervir tu carne,
heder pútrida lechilla de tu centro.
Después de un último alarido, cesarás con rictus no deseado,
sonriendo para siempre por tu muerte.
Fulminen igualmente a tu consorte.
Crujieron tus denuestos,
fieros soles desangrados
y al acto se pudrió tu brazo izquierdo
como el suyo.
El vientre de tu hogar fue calcinado,
los muros se infectaron de alacranes
y los árboles llagaron en su rostro tus insultos.
Yaces ahora entre sus brazos
eres fétida, infeliz y detractada
por tu lengua que añora su inminente sepultura.