viernes, 21 de diciembre de 2018

ROXANA ELVRIDGE-THOMAS





Ana de Lancaster impreca

Para Julio César Melo



Maldito,
dijiste,
y tus palabras lacraron el silencio.
Juraste
y la tierra se inflamó de estrías.
Su sangre infecta corre ahora por la tuya.
El semen imprecado te anega cada ocaso.
Tálamo de injuria a la que ceda en tu recinto.
Tiemble todo ser ante tu cólera.
Tiemblen las alturas y sus ciclos.
Fulminen tus entrañas con sardonia,
yo misma la pondría en tus ojos, tus oídos, tu prepucio,
en las narices y los labios.
Veré con alegría hervir tu carne,
heder pútrida lechilla de tu centro.
Después de un último alarido, cesarás con rictus no deseado,
sonriendo para siempre por tu muerte.
Fulminen igualmente a tu consorte.
Crujieron tus denuestos,
fieros soles desangrados
y al acto se pudrió tu brazo izquierdo
como el suyo.
El vientre de tu hogar fue calcinado,
los muros se infectaron de alacranes
y los árboles llagaron en su rostro tus insultos.
Yaces ahora entre sus brazos
eres fétida, infeliz y detractada
por tu lengua que añora su inminente sepultura.


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