miércoles, 5 de agosto de 2020


MERCEDES DE ACOSTA





Insaciable



No le temo al amor
ni a sus consecuencias.
Sólo temo que, al conocer el amor,
yo continúe insaciable
y mi alma anhele aún algo mayor.



MARÍA DE LOS REYES FUENTES BLANCO






Columnas rotas



Cuánto se ha roto, Dios.
Tú que lo sabes,
dime por qué se agrietan las columnas,
se pudren los cimientos,
se desploma el palacio
donde pusimos oro, plata, bronce,
cerámica, cristal, flores y fuentes,
con el primor, la entrega
de eternidades casi.

Cuánto se ha roto. Mira

por dónde los pedazos, ese polvo
que levantan las casas derribadas,
las carreras salvajes
de potros que se pierden a lo lejos,
por horizontes en que el viento llora
quién sabe qué desvíos.

Cuánto se ha roto, Tú.

Respóndeme qué pasa
si sólo quedan puentes destrozados,
descabaladas torres,
castillos en la hoguera de los sueños.

Por estas avenidas

donde pasaran toros, huracanes,
se erigieran estatuas
conmemorando esas
invasiones solemnes,
yo sobre las ruinas te pregunto
qué fue del templo aquél, de aquella roca
donde esculpí mi grito.

JOHN BERRYMAN





71



Nuestra mañana de Domingo cuando sacerdotes del alba aplicaban
Hostia y vino a la herida humana, nos acostábamos
A nosotros mismos para curarnos: Temo que
Nuestra sabanilla quería, pero los amigos de Francis gritaban
En la nave de pinos, satisfechos al sol, y volaban
Sutiles como ángeles sobre la barricada
De ramas hecha sobre nosotros, hundidos en una cama medio hecha
De agujas suaves, medio de mar de nuestras muertes simultáneas.
“La muerte es la madre de la belleza”. Malogrados sin hoja
Estremecidos de placer, morimos para estar bien…
Descuidados con un amor soñoliento, tanto tiempo sin amor.
¿Qué si nuestra convalecencia debe ser engendrada
Como nosotros, la madrugada encuentra el toque de difuntos?…
Sobre nuestros pinos nuestra hermana, viento, se mueve.


BEN MOCADEM DE CABRA





Ella era tan bella …



Ella era tan bella que si a la luna
le hubiesen preguntado: -¿Qué quieres luna?
La luna hubiese contestado: -«Un destello de ella»


NARCÍS COMADIRA I MORAGRIEGA





Niebla


Piedra y zarzales
ardientes de mi enojo.
En el paisaje,
ansia de lejanía:
cae, cortina húmeda.


PEDRO LUIS MENÉNDEZ





I



Primero estuvo el hombre con el viento y la lluvia
estaban las orillas y los lagos azules
con los brazos al aire se empapó de aquel frío
si arrastraban un tronco carcomido y flotante
En el tiempo almadías
canoas y coracles
llegaban a la estrella de las cien mil preguntas
uno a uno los baris talamasgos tartanas
con trieras y urcas
con los drakars
trirremes
que la tierra del mundo abundaba en historias
y los hijos crecían reciamente en dromones
en selandros
galeas saetías carracas
carracones y uxeres
en taridas y naves
en galeras bastardas
en sutiles galeras
donde el viento es la vida de la vida
y la sangre
más allá de las uñas
galeazas al pairo de la bruna fortuna
carabelas y queches
galeones
rambargos
bergantines navíos bucentauros
jabeques con fragatas y lugres
con bombardas
goletas fragatones y pingues
sacolevas
polacras bugantinos y lintos
de las noches estrechas que las aguas ensanchan
las mahonas los caiques
las bagalas los daus
frente a frente garucus
los champanes los juncos
pailebotes que anuncian la presencia del sueño
del quizás
del futuro
patamares si el rumbo designó la aventura
las balandras de un día
Pedro Luis Menéndez, Memorial del navegante 3
las corbetas aladas
paquebotes agudos de la fuerza que arrastran
y los clipers del viento sin vapor
que exigían tanta mar de consuelo
tanta estela acunada por el miedo y la lluvia
donde estaba ya el hombre
con los brazos al aire
desde siempre que estuvo