"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 2 de marzo de 2020
FRANCISCO DE QUEVEDO
A Aminta que se cubrió los ojos con la
mano...
Lo
que me quita en fuego, me da en nieve
la mano que tus ojos me recata;
y no es menos rigor con el que mata,
ni menos llamas su blancura mueve.
la mano que tus ojos me recata;
y no es menos rigor con el que mata,
ni menos llamas su blancura mueve.
La
vista frescos los incendios bebe,
y volcán por las venas los dilata;
con miedo atento a la blancura trata
el pecho amante que la siente aleve.
y volcán por las venas los dilata;
con miedo atento a la blancura trata
el pecho amante que la siente aleve.
Si
de tus ojos el ardor tirano
le pasas por tu mano por templarle,
es gran piedad del corazón humano;
le pasas por tu mano por templarle,
es gran piedad del corazón humano;
mas
no de ti que puede al ocultarle,
pues es de nieve derretir tu mano,
si ya tu mano no pretende helarle.
pues es de nieve derretir tu mano,
si ya tu mano no pretende helarle.
CARILDA OLIVER LABRA
Se
me ha perdido un hombre...
Se me ha perdido un hombre.
Y lo busco por cifras y guitarras,
por hierbas y entrepisos,
en el cielo,
en la tierra,
dentro de mí.
Se me ha perdido un hombre.
Y me quedo temblando
como quien no come sino polvo,
como quien ya extravió la sombra.
Pero no,
que no,
que no me ayudan a buscarlo.
,¿A quién le importa si su mirada ha derrotado el
tiempo?
¡A quién le importa aquella piel
con ganas
de la luz?
¿A quién le importan unos labios transparentes
que no tuvieron hambre,
unas piernas que sólo corrían al amor?
Se me ha perdido un hombre.
Y todos ríen,
se entretienen,
sudan,
mastican
se desenvainan por las noches;
despreciativos,
inefables,
maromeros,
unánimes,
como si sólo se hubiese caído un alfiler
o la hoja más seca
del árbol del bien y del mal,
como si la muerte no hubiera entrado
a destiempo
en nuestra casa.
Y yo pensando que era demasiado joven,
que reunía láminas y piedras,
pedacitos de mundo,
hierros,
cosas del mar.
Yo pensando en su grandeza
de criatura,
en cómo miraba a Venus al atardecer,
en cómo cayó en la trampa.
Yo pensando
en dónde está la mitad del cuerpo mío,
en quién va a cantar ahora para quitarme el miedo,
en las veces que no nos besamos
y en las que nos besamos,
en sus ojos coléricos frente a la injusticia,
en ese silencio con que me responde,
en la herida que nunca le cosí,
en sus manos.
Se me ha perdido un hombre.
¡Ayúdenme a buscarlo!
Pronto...
Siento frío.
Aquí no hay lámparas ni claves,
no tengo redes
ni computadoras.
no tengo flechas ni radares.
Se me ha perdido un hombre.
Y lo busco por cifras y guitarras,
por hierbas y entrepisos,
en el cielo,
en la tierra,
dentro de mí.
Se me ha perdido un hombre.
Y me quedo temblando
como quien no come sino polvo,
como quien ya extravió la sombra.
Pero no,
que no,
que no me ayudan a buscarlo.
,¿A quién le importa si su mirada ha derrotado el
tiempo?
¡A quién le importa aquella piel
con ganas
de la luz?
¿A quién le importan unos labios transparentes
que no tuvieron hambre,
unas piernas que sólo corrían al amor?
Se me ha perdido un hombre.
Y todos ríen,
se entretienen,
sudan,
mastican
se desenvainan por las noches;
despreciativos,
inefables,
maromeros,
unánimes,
como si sólo se hubiese caído un alfiler
o la hoja más seca
del árbol del bien y del mal,
como si la muerte no hubiera entrado
a destiempo
en nuestra casa.
Y yo pensando que era demasiado joven,
que reunía láminas y piedras,
pedacitos de mundo,
hierros,
cosas del mar.
Yo pensando en su grandeza
de criatura,
en cómo miraba a Venus al atardecer,
en cómo cayó en la trampa.
Yo pensando
en dónde está la mitad del cuerpo mío,
en quién va a cantar ahora para quitarme el miedo,
en las veces que no nos besamos
y en las que nos besamos,
en sus ojos coléricos frente a la injusticia,
en ese silencio con que me responde,
en la herida que nunca le cosí,
en sus manos.
Se me ha perdido un hombre.
¡Ayúdenme a buscarlo!
Pronto...
Siento frío.
Aquí no hay lámparas ni claves,
no tengo redes
ni computadoras.
no tengo flechas ni radares.
¿Dónde
estás?
¿Intenta ser mi sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto invisible entre gusanos?
¿Intenta ser mi sombra el desvalido?
¿Se me ha vuelto invisible entre gusanos?
TAKUBOKU ISHIKAWA
Por
juego, cargué a mi madre en la espalda
sin poder contener el llanto
ni avanzar más de tres pasos
¡pesaba tan poco!
sin poder contener el llanto
ni avanzar más de tres pasos
¡pesaba tan poco!
JULIO TRUJILLO
II
Corta
las aguas en dos grandes mitades
ya
reunidas,
atrás,
a sus espaldas;
lo
que la proa ve es lo que sucede,
ya,
su
tiempo es el gerundio más fugaz,
ya
no.
De: “Proa”
SEVERO SARDUY
MARCO ANTONIO CAMPOS
Adiós
a la infancia
Se llamaba Graciela y era en
el colegio el patio abierto y la mañana azul. Era su cuerpo un durazno en sazón
y en las noches una rama de estrellas. Yo tenía doce años, Graciela tal vez
también. Volaban los pájaros desde el sur para visitarla en el patio del
colegio y sobrevolaban luego los parques y jardines de San Ángel para
acompañarla a la hora de la salida. Bajaba del eucalipto oloroso una racha de
pájaros. Graciela, doce años, rama de estrellas, durazno en sazón, racha de
pájaros en su levísima falda.
De: "Poesía reunida"
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