lunes, 15 de mayo de 2017


RAMÓN LÓPEZ VELARDE




Hermana, hazme llorar...



Fuensanta:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.

Yo no sé si estoy triste por el alma
de mis fieles difuntos
o porque nuestros mustios corazones
nunca estarán sobre la tierra juntos.

Hazme llorar, hermana,
y la piedad cristiana
de tu manto inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore
el tiempo amargo de mi vida inútil.

Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
Dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el pesar que escondo,
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hermana:
dame todas las lágrimas del mar...


EFRÉN REBOLLEDO




En las tinieblas



El crespón de la sombra más profunda
Arrebuja mi lecho afortunado,
Y ciñendo tus formas a mi lado
De pasión te estremeces moribunda.
Tu cabello balsámico circunda
Los lirios de tu rostro delicado,
Y al flotar por mis dedos destrenzado
De más capuz el tálamo se inunda.
Vibra el alma en mi mano palpitante
Al palpar tu melena lujuriante,
Surca sedosos piélagos de aromas,
Busca ocultos jardines de delicias,
Y cubriendo las flores y las pomas
Nievan calladamente mis caricias.


GUILLERMO FERNÁNDEZ




Al joven crítico que quiere servir en las Cortes



Naciste con el alma de perfil
pero de frente siempre a lo que nace
para ahogarlo, apprendista di rapace,
de mercenario honoris causa, vil.


De: “Bajo llave”


JOSÉ CARLOS BECERRA




Como recordando a Dickens



En esta tarde sin más gato que una chimenea,
alguien me envía su reflector para esperar.
Esperar es el ámbito de una chimenea que no es llevada por
la tarde hacia ninguna parte.
Esperar es un gato que no existe, esperar es un ronroneo
donde la realidad no tiene la cuerda necesaria para
izarnos.
Pero esperar es también el único viaje conocido que
permanece en el gato que dejaron las chimeneas al
apagarse.

Cosas reunidas alrededor de la última página de ese libro
donde la tarde no volverá a llevarnos consigo.
Y están de más las chimeneas que solamente existen al paso
de ese gato que frota su lomo contra lo desaparecido
para tejerlo mejor
en un ir y venir entrecruzándose hasta lograr este tejido
donde esperar era el gusto de lo consumado.

Tal vez allá en ese sitio se desarma esta tarde,
en el retrato de una mujer que la memoria lame fielmente
sin comprobarlo
para inventar la chimenea, la oscura callejuela londinense,
el sórdido mercado;
un fuego que tiene ahora entonación de ceniza donde un
reflector para esperar enciende.

Y es ésta la causa por la que los gatos son la continuación
de las chimeneas o sucesos imprevistos en la ceniza,
en los cuerpos que no envían reflector o memoria que en el
lomo de un gato o frente a la chimenea convertida en
retrato de una mujer ausente,
acaso se dejaran todavía inventar.


De: Fiestas de invierno


VICENTE HUIDOBRO




Días y noches te he buscado



Días y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde cantas
Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo
Te has perdido entre las lágrimas

Noches y noches te he buscado
Sin encontrar el sitio en donde lloras
Porque yo sé que estás llorando
Me basta con mirarme en un espejo
Para saber que estás llorando y me has llorado

Sólo tú salvas el llanto
Y de mendigo oscuro lo haces rey coronado
por tu mano



JOSÉ ÁNGEL VALENTE




Sé tú mi límite



Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.

Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.

Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.

Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.
Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.

No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.