jueves, 31 de octubre de 2013

EVA MURARI




LA CIUDAD se vuelve amarilla,
blanca y celeste
en la luz de la tarde.
Abro la ventana.
Miro un libro de Hopper que me prestaste
y pienso que tal vez me presientas
sentada en el sillón
a través de las cortinas que la brisa mueve.


CECILIA ERASO




Planicie



El sol no se pone y desafía
mi espera.

Mientras tanto, veo el alambrado
interminable de unas tierras,
nadie sabe bien de quién.

Qué locura la alegría de este
auténtico atardecer
en el que miro el sol vivir.


CECILIA OLGUIN





Verdad



Fue una verdad a la tarde.
Abrazada a una taza de té amargo
como si estuviera mi madre
con una pizca de sus dolores.

Es otra verdad ahora.
El deseo gritado en silencio
no marca al hombre deseado. 

¿Será la misma verdad mañana
de quién limita el futuro
con verdades perennes?

La verdad fotografiada en un poema
-del límite, de la marca, del té oscuro-
puede aspirarse en ritmos de frutillas y cenizas.
Quizás alguna mano la acaricie
como a un sabor azul entre los versos
golpeandose contra la piedra ácida del punto.

Pero el cuerpo del poema
mantendrá su agua límpida
ajeno como el poeta en la torre de marfil
a cualquier incendio del oído. 



CARLOS BATTILANA




Los días antiguos


Sentado
como una cosa,
estático, sin énfasis,
lo que resulta cierto
son los días. Miro
hacia atrás,
hacia los días antiguos. Ayer
he visto
una muerta. Pero no
una muerta más.
Una muerta
posible.
De chico
seguramente
me ha acariciado
con vaga ternura
y en esa lógica
precaria
ha consistido su vida. Es eso
lo que sé.

Recojo mis papeles, junto
mi ropa; con el tiempo
todo lo inútil
se vuelve
objetivo. Está bien el equilibrio.
Otros creen
mucho. Yo poco.
Antítesis. Metáforas…



NATALIA MOLINA




Bajo la parra


en el puerto de rosario
ella forraba volantes de camiones
y bailaba por las noches
en un cabaret
con el cuerpo pintado de dorado
y su largo pelo negro
suelto hasta la cintura
me lo contó
una noche en el patio de casa
bajo la parra
tomando champagne
sonaban en el grabador
unos valses de strauss
le brillaban los ojos al reírse
después me sacó a bailar
bajo las estrellas
mi mamá
tenía puesta una pollera blanca
hasta media pierna
y yo un vestido con flores chiquititas
la glorieta estaba llena de esas flores
que no me acuerdo el nombre y son
como campanas de color naranja
que les gustan a los colibríes
cuando se fue a dormir
quedaron copas
botellas vacías
algún plato de garrapiñada
sobre la mesa
se escuchaba ese rumor nocturno
de la sierra
algún auto que pasaba
grillos
ranas
perros ladrando
lechuzas chistando
en esa navidad de 1993




NATALIA LITVINOVA


  

Censura



patio ocre
de tu ocre infancia,
línea blanca
del acento censurado,
olor que te despierta
ante la inexistencia del mañana.
yo,
pulcro olor de tu patio,
ocre línea blanca
de tu despertar trunco,
te despierto siempre
para recibir mi censura.

De ”Esteparia”