jueves, 20 de agosto de 2020


RUBÉN BAREIRO SAGUIER




Estancias, errancias y querencias
Coda Primera-Tristes



Ya las muchachas recogen,
alegremente,
las amapolas silvestres.
Las praderas se empellejan
de colores,
y el pájaro bullanguero
canta la primavera.
La tijereta teje bajo los horcones
la tibia modorra de su nido.
La hierba, hasta ayer escondida,
asoma, empuja fuera de la tierra
su delicada ceja.

oiméne tajy poty,
pe cerro ompoytambáva

En el parral del patio
un brote apunta fuera del sarmiento;
pero la viña está lejos
de estas orillas.
Allá donde crece un árbol
el ramaje se hincha;
esos árboles están lejos de
estos parajes.

Aquí sólo contemplo
los restos de la nieve,
el lago de endurecidas aguas.

oiméne hy 'akuâ porâ
opárupi ka 'aguy




JORGE CARRERA ANDRADE





Biografía



La ventana nació de un deseo de cielo
y en la muralla negra se posó como un ángel.
Es amiga del hombre
y portera del aire.

Conversa con los charcos de la tierra,
con los espejos niños de las habitaciones
y con los tejados en huelga.

Desde su altura, las ventanas
orientan a las multitudes
con sus arengas diáfanas.

La ventana maestra
difunde sus luces en la noche.
Extrae la raíz cuadrada de un meteoro,
suma columnas de constelaciones.

La ventana es la borda del barco de la tierra;
la ciñe mansamente un oleaje de nubes.
El capitán Espíritu busca la isla de Dios
y los ojos se lavan en tormentas azules.

La ventana reparte entre todos los hombres
una cuarta de luz y un cubo de aire.
Ella es, arada de nubes,
la pequeña propiedad del cielo.




RICHARD ALDINGTON





Sepulcros vivientes



Una noche fría cuando los cañones estaban quietos
Me recosté contra la trinchera
Haciendo hokku para mí
De la luna y flores y de la nieve.

Pero el escurrimiento fantasmal de enormes ratas
Hinchadas por alimentarse de carne de hombres
Me llenó de un temor que contrae.



SOPHIA DE MELLO BREYNER ANDRESEN




Aún hay luz y ya el rumor de la tarde…



Aún hay luz y ya el rumor de la tarde
Me separa de la sombra del pinar

Cómo revivir de nuevo la alegría única
De haber sido joven que malogré

Solo el tiempo y bien tarde
Me he envejecido
Después he perdido sin saber cómo el andar
De mis pasos


De: “Poemas inéditos”



ANDRÉS BELLO





Miserere




¡Piedad, piedad, Dios mío!
¡Que tu misericordia me socorra!
Según la muchedumbre
de tus clemencias, mis delitos borra.

De mis iniquidades
lávame más y más; mi depravado
corazón quede limpio
de la horrorosa mancha del pecado.

Porque, Señor, conozco
toda la fealdad de mi delito,
y mi conciencia propia
me acusa y contra mí levanta el grito.

Pequé contra Ti solo;
a tu vista obré mal; para que brille
tu justicia, y vencido,
el que te juzgue tiemble y se arrodille.

Objeto de tus iras
nací, de iniquidades mancillado,
y en el materno seno
cubrió mi ser la sombra del pecado.

En la verdad te gozas
y para más rubor y más afrenta,
tesoros me mostraste
de oculta celestial sabiduría.

Pero con el hisopo
me rociarán, y ni una mancha leve
tendré ya; lavárasme,
y quedaré más blanco que la nieve.

Sonarán tus acentos
de consuelo y de paz en mis oídos,
y celeste alegría
conmoverá mis huesos.

Aparta, pues, aparta
tu faz, ¡oh, Dios!, de mi maldad horrenda
rastro de culpa por tu enojo encienda.

En mis entrañas cría
un corazón que con ardiente afecto
te busque; un alma pura,
enamorada de lo justo y recto.

De tu dulce presencia,
en que al lloroso pecador recibes,
no me arrojes airado
ni de tu santa inspiración me prives.

Restáurame en tu gracia,
que es del alma salud, vida y contento;
y al débil pecho infunde
de un ánimo real el noble aliento:
haré que el hombre injusto
de su razón conozca el extravío;
le mostraré tu senda,
y a tu ley santa volverá al impío.

Mas líbrame de sangre,
¡mi Dios, mi Salvador! ¡Inmensa fuente
de piedad! Y mi lengua
loará tu justicia eternamente.

Desatarás mis labios,
si santo un pecador que llora alcanza,
y gozosa a las gentes
anunciará mi lengua tu alabanza.

Que si víctima fueran
gratas a Ti, las inmolará luego;
pero no es sacrificio
que te deleita el que consume el fuego.

Un corazón doliente
es la expiación que a tu justicia agrada:
la víctima que aceptas
es un alma contrita y humillada.

Vuelve a Sión tu benigno
rostro primero y tu piedad amante
y sus muros humilde
Jerusalén, Señor, al fin levante.

Y de puras ofrendas
se colmarán tus aras y propicio
recibirás un día
el grande inmaculado sacrificio.


FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ




Amor unitivo



Tan unidas están nuestras cabezas
y tan atados nuestros corazones,
ya concertadas las inclinaciones
y confundidas las naturalezas,

que nuestros argumentos y razones
y nuestras alegrías y tristezas
están jugando al ajedrez con piezas
iguales en color y proporciones.

En el tablero de la vida vemos
empeñados a dos que conocemos,
a pesar de que no diferenciamos,

En un juego amoroso que sabemos
sin ganador, porque los dos perdemos,
ni perdedor, porque los dos ganamos.