"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 31 de julio de 2019
ALBERTO DESTEPHEN
Manzanos del edén
No eran los pinos de intenso color,
ni el río que cruzaba una sola vez,
en donde las sombras de nuestros deseos
enlazaban nuestras manos y besos.
Eran tu mirada y la mía,
alambres en el viento
donde los pájaros sostenían
su concierto estival.
No era el agua que caía de tu boca
ni la curva de tu vientre,
donde lentamente
fluía el dolor de mis manos.
Era la serpiente, la serpiente del edén,
que nos daba el secreto de Dios
mientras los ángeles dormían.
No eran los pinos de intenso color,
ni el río que cruzaba una sola vez,
en donde las sombras de nuestros deseos
enlazaban nuestras manos y besos.
Eran tu mirada y la mía,
alambres en el viento
donde los pájaros sostenían
su concierto estival.
No era el agua que caía de tu boca
ni la curva de tu vientre,
donde lentamente
fluía el dolor de mis manos.
Era la serpiente, la serpiente del edén,
que nos daba el secreto de Dios
mientras los ángeles dormían.
OTONIEL GUEVARA
Era un árbol
para Vladimir Baiza,
con verdor
Ayer, en este mismo lugar, había un árbol.
Lo dejé cimbreante bajo la tormenta.
Pero
ya no lo encuentro
y con él se ha borrado el mar el amar el fresco amanecer
que bajo su sombra
compartí.
Eso me hace naufragar en busca de un recuerdo que concuerde con este
rudo sitio
que a pesar del indómito calor
se me presenta frío
desconocido
espectral.
¿Será que hoy, en algún lugar,
a las hormigas les pesa el alma de ese árbol
como me pesa a mí continuar respirando entre estos hombres?
para Vladimir Baiza,
con verdor
Ayer, en este mismo lugar, había un árbol.
Lo dejé cimbreante bajo la tormenta.
Pero
ya no lo encuentro
y con él se ha borrado el mar el amar el fresco amanecer
que bajo su sombra
compartí.
Eso me hace naufragar en busca de un recuerdo que concuerde con este
rudo sitio
que a pesar del indómito calor
se me presenta frío
desconocido
espectral.
¿Será que hoy, en algún lugar,
a las hormigas les pesa el alma de ese árbol
como me pesa a mí continuar respirando entre estos hombres?
FABRICIO ESTRADA
Jeroglífico
Me tiño los huesos y los acomodo.
Con extrema delicadeza
hago con ellos mi plaza fuerte,
los muros que el tiempo vendrá a hurgar
con su lascivia infinita.
Del rojo más negro
para confundir la noche
para quien me encuentre sepa
el tamaño de mi desvarío.
Del rojo verdadero que somos
me tiño y lego
corazones machacados.
Quien me encuentre sabrá olvidarme,
tejerá una selva
con ardientes guacamayos rojos.
Me tiño los huesos y los acomodo.
Con extrema delicadeza
hago con ellos mi plaza fuerte,
los muros que el tiempo vendrá a hurgar
con su lascivia infinita.
Del rojo más negro
para confundir la noche
para quien me encuentre sepa
el tamaño de mi desvarío.
Del rojo verdadero que somos
me tiño y lego
corazones machacados.
Quien me encuentre sabrá olvidarme,
tejerá una selva
con ardientes guacamayos rojos.
FRANCISCO AZUELA
Huanuni en llamas pueblo viudo
I
Huanuni de Oruro
Cordillera Occidental de los Andes
nevado de Sajama
cerro Toroni,
Altiplano y lago Popoó;
salar de Coipasa,
tierras de los urus
se levantan los aymaras
hermanados con quechuas incaicos
en estaño y bismuto,
oro y plata.
De nuevo hablan los tiamusis
en sus ritos secretos
sobre el dios misterioso,
Wiracocha está en la Edad Oscura Chamak-Pacha,
destruyó Tiwanaku,
a sus hijos Wari-Wiracochas
y a los hijos de la tierra Waris
por corrupción y falta de acatamiento.
II
Huanuni
pueblo viudo
entristecido en la bruma,
madrugada de lágrimas
dinamita sembrando la muerte,
sangre en llamas,
dolor,
desgarramiento,
odio y codicia en Posokoni
entre grietas
y rendijas,
la sombra se extiende en su duelo de patria.
III
Pueblo viudo
caserío destruido,
difícil acostumbrarse a la pólvora,
minería de luto
ojos rojos,
llorosos,
herida del tamaño del tiempo.
IV
Pueblo viudo
hijo de la infamia,
¿dónde quedaron las palabras de entendimiento?
¿dónde quedó la voz?
roto el ritmo
todo ha quedado vacío,
sólo herrajes viejos sin armonía.
El llanto no es consuelo
es desesperación
impotencia ante la muerte.
V
Pueblo viudo
audacia que tuviste para matarte a ti mismo
a flor de mina,
de tierra,
camino a los sepulcros se encuentran tus cadáveres.
Un nuevo sabor amargo en los panteones,
viudas de pena
de rencor en sus espinas
abatidas en el destino
de su abismo.
VI
Pueblo viudo
octubre de sangre te persigue,
cielo en llamas cae sobre tu pueblo
gorrión desolado
con alas rotas de susto
se quiebra en la rama de caras negras.
¿Dónde está tu linterna de carburo
gambusino de la noche?
minero héroe,
inmolado,
luz de estrella en tierras profundas,
hoy ha llorado un pueblo por ti,
han llorado el campo,
ríos y cóndores,
ha llorado tu patria
buscando una palabra de aliento.
VII
Pueblo viudo
con tu pasado de oscuridad y abandono
flagelado en polvo.
Responsables de emboscada
verdugones
incitadores de la sombra,
la intriga y el cinismo,
cae la cortina de humo,
los delincuentes huyen,
niños pequeños lloran
gimen perdidos con gatos hambrientos
y perros en las cercanías
entre tapias viejas y puertas destruidas
en la memoria rota.
VIII
Pueblo
viudo
hoy entierras a los muertos de tu desdicha,
entierras el alma en los cementerios
entre piedras violentas
que estallan en tus ojos.
Hundido en la orfandad
vendrá el agua de lluvia
a limpiar tu rostro
a llevarse el frío de tu alma.
hoy entierras a los muertos de tu desdicha,
entierras el alma en los cementerios
entre piedras violentas
que estallan en tus ojos.
Hundido en la orfandad
vendrá el agua de lluvia
a limpiar tu rostro
a llevarse el frío de tu alma.
IX
Pueblo viudo,
La Pachamama,
“Tierra Madre”
con sombrero de ala ancha
dueña de montañas, rocas, llanuras,
que ayuda a tejedoras y alfareros
evita heladas y plagas
y hace madurar los frutos
tocará el corazón de los mineros de Huanuni
de rodillas ante la apacheta.
La Pachamama atará su serpiente
en esta encrucijada
hará sonar su quirquincho
para que baje de la Vía Láctea
el dios dador de la lluvia Illapa.
Pueblo viudo,
La Pachamama,
“Tierra Madre”
con sombrero de ala ancha
dueña de montañas, rocas, llanuras,
que ayuda a tejedoras y alfareros
evita heladas y plagas
y hace madurar los frutos
tocará el corazón de los mineros de Huanuni
de rodillas ante la apacheta.
La Pachamama atará su serpiente
en esta encrucijada
hará sonar su quirquincho
para que baje de la Vía Láctea
el dios dador de la lluvia Illapa.
X
Pueblo viudo,
Pacha Tata
“Señor del mundo”
Pacha-Kuti
“dios del milenio”
Kon-Tizi-Wiracocha,
dios de dioses
“espuma del mar”,
vendrá a hilar tus heridas
en un aguayo donde queden para siempre
unidos tus sufrimientos.
Habrá un nuevo canto
que espante la sombra de la noche,
un nuevo día de luz
de esperanza.
XI
Huanuni,
pueblo viudo
no estás vencido
vive en paz
en el vuelo de los cóndores.
JAIME SILES
Interiores (ii)
¿Qué
puede al hombre cautivar, sino la música
que en la quietud la arena en sí eterniza
y las olas tan sólo que a lo lejos
una a una, en su olvido, repite sin cesar?
Como su cuerpo son, también, de sombra
y entre su voz la sal es lo que dura
y ese rumor del eco en transparencia
de quien no sabe de otra eternidad.
¿Puede la música ser algo más que sombras
hechas a medida de una idea,
talladas en cristal por el que olvida
que hace surgir un dios de entre sus notas?
¿O lo que aquí llamamos música pudiera
muy bien llamarse el ala de una duda
y el paraíso firme que sostienen
interiores columnas de temblor?
que en la quietud la arena en sí eterniza
y las olas tan sólo que a lo lejos
una a una, en su olvido, repite sin cesar?
Como su cuerpo son, también, de sombra
y entre su voz la sal es lo que dura
y ese rumor del eco en transparencia
de quien no sabe de otra eternidad.
¿Puede la música ser algo más que sombras
hechas a medida de una idea,
talladas en cristal por el que olvida
que hace surgir un dios de entre sus notas?
¿O lo que aquí llamamos música pudiera
muy bien llamarse el ala de una duda
y el paraíso firme que sostienen
interiores columnas de temblor?
OTONIEL MARTÍNEZ
Niña dibujando
A
Jennifer
Tu mundo de árboles cometas y
castillos
máscaras flores y caminos
es también el mío, Jennifer.
Tú tripulas pompas de jabón
que a mí se me rompen demasiado pronto
y sueñas con tu traje de encajes
de cuando seas señorita
mientras que a mí
el traje de hombre que soñé
me queda a veces demasiado grande.
Alguna vez enfrentarás la vida
y quizá todavía lleves tu oso de peluche
o tus fantasmas bajo el brazo
o algún rosado sueño habrás roto ya
a medio cielo.
Tu mundo y el mío son gemelos Jennifer,
aunque en el mío haya más sangre
en ambos
existe la esperanza.
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