sábado, 7 de julio de 2018


PERE GIMFERRER





Una sola nota musical para Holderlin



Si pierdo la memoria, qué pureza.
En la azul crestería la tarde se demora,
retiene su oro en mallas lejanísimas,
cuela la luz por un resquicio último, se extiende
                                                             y me delata
como un arco que tiembla sobre el aire encendido.
¿Que esperaba el silencio? Príncipes de la tarde,
                                                         ¿qué palacios
holló mi pie, que nubes o arrecifes, qué estrellado país?
Duró más que nosotros aquella rosa muerta.
Qué dulce es al oído el rumor con que giran los planetas
                                                                       del agua.


ANGEL CRUCHAGA





Cúpula



Es mi corazón como una cúpula
llena de cantos. Hacia él suspiran
los mares y los ríos de este mundo.
Y todo este vibrar se vuelve al cielo
como en las alas de un arcángel hondo.
Me siento perfumado como un fruto
por la desgracia; pero siempre llevo
la música y la miel de mis abejas.

Yo sé que ni el amor consolaría
este duelo solemne de mi sangre.
¡El que ha volado mucho ya no puede
ver más que cruces en el horizonte!


EZRA POUND




La tumba de Akr Caar



"Yo soy tu alma, Nikoptis. He velado
Estos cinco milenios y tus ojos muertos
No se movieron ni nunca han respondido a mi deseo,
Y tus miembros ligeros, que atravesé en llamas,
No han ardido conmigo ni con azafranada cosa alguna.

Mira, la hierba leve se levantó para hacer tu almohada
Y te besó con una miríada de lenguas vegetales;
Mas tú no me besaste.
De tanto leerlo gasté el oro de la pared
Y fatigué mi pensamiento en los signos.
Y no hay nada nuevo en este sitio.

He sido amable. Mira, he dejado los cántaros sellados
Por si despertabas y murmurabas por tu vino.
Y he mantenido suaves las túnicas sobre tu cuerpo.

¡Oh despreocupado! ¡Cómo podría olvidar!
-Hasta el río hace tanto tiempo,
¿El río? Eras menos que joven
Y tres almas vinieron sobre Ti
Y yo vine.
Y volé sobre ti, las hice huir;
He sido íntima contigo, te he conocido.
¿Acaso no he tocado tus palmas y las puntas de tus dedos?
¿Acaso no me he deslizado a través tuyo hasta los talones?
¿Cómo entré? ¿Acaso no soy yo tú y Tú?

Y ningún sol viene a socorrerme en este lugar
Y estoy desgarrada contra la oscuridad tenebrosa;
Y ninguna luz me golpea y no dices
Palabra, día tras día.
¡Oh! podría salir, a pesar de las marcas
Y toda su hábil labor sobre la puerta,
Salir a través de los campos de verde cristal...
Mas hay quietud aquí.
No me voy."


Versión de Marcelo Covian


GUSTAVO OSORIO DE ITA





Orfebre de una farsa



I

Y bruñes tu entrecejo
Lascas tu sobrada lengua tus ansias
Esculpes tu acorde postura líneas
Rectas suaves finas desbastas
Lo áspero de ti
Y aguzado ya arduamente pulido
Te presentas


II

Al crisol viertes tanta ajena vida
—Estoy en Ámsterdam Versalles
Es encantador suerte
Que la vida es fácil mi cartera plena
No conozco el insomnio el trabajo
Va de maravilla creo mi hijo
Cada vez se parece más a mí
Soy feliz y de nada me arrepiento—
Y fundes todo lo que nunca ocurre
Con los deseos de siempre


III

Hoy te vas luyendo
Ante el nítrico ácido del desvelo
Y la honda dura cala de la lima
De las cosas ciertas que escondes
Y relumbra adentro un alma de cobre
Bajo tus falsos oros


IV

Fue acaso un fino temple
La exacta proporción
De densos oros y deseos liga
De plata para combarse de ser necesario
Acero fuerte y terco también sombras
De maleable bronce
Todo bajo
Tres mil grados centígrados
De odio


V

Pero una amarga grieta te recorre
Frágil fractura más
Rápida que el sonido
Y el yo que con esmero te moldeaste
Dócil cede al hartazgo
Hoy
Te resquebrajas eres
Lustrosos fragmentos tan sólo vales
Cuanto pesas



ROLANDO REVAGLIATTI





Cansados



Los huesos están cansados
No hay modo de no estar cansados
aunque haya descanso

Los huesos están exhaustos
Por eso no hay modo de no
estar cansados
aunque haya descanso

Los huesos, además, están hartos
de soportarnos, de tolerarnos
nos odien
o nos amen

Los huesos nos expulsan
suplican que los dejemos ir

Detestan que los retengamos
que los exijamos todavía

“¡No es humano!”, chillan.


(a mi madre)


De: “Sopita”


LEIDY BIBIANA BERNAL





Los pájaros no ven la tristeza



Con el tiempo se aprende a ocultar la tristeza.
Hasta para los amigos se vuelven reales
la fingida sonrisa, el tono efusivo de la voz
y la alegría ostentada en el abrazo.

Se aprende a llevarla tan dentro,
en el fondo de los ojos,
que su oscuridad también se deslumbra
con el brillo aparente de la mirada.

Se disfraza de tal manera la tristeza que los pájaros
se posan y cantan y duermen sobre ella.

Se aprende a encubrirla entre la carne
a no desnudarla frente a los extraños
a darle el más dulce rostro
para que el mundo no la vea tan triste.

Con el tiempo se aprende
que solo se puede ocultar la tristeza
cuando se lleva en las entrañas.