"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
viernes, 15 de diciembre de 2017
MANUEL JOSÉ OTHON
Pulchérrima dea
Del mar de Chipre en la rosada orilla,
blonda, a través de transparente bruma,
aparece flotando entre la espuma
de Citeres la virgen sin mancilla.
Es blanca la color de su mejilla
como del cisne de Estrimón la pluma,
viste el fulgor de la Belleza suma
y de las Gracias la expresión sencilla.
Extático el Olimpo adora en ella
y se siente feliz. De polo a polo
un himno Pan enamorado entona.
Toca en la playa la gentil doncella,
y a su palacio de marfil Apolo
la lleva y cine con triunfal corona.
Del mar de Chipre en la rosada orilla,
blonda, a través de transparente bruma,
aparece flotando entre la espuma
de Citeres la virgen sin mancilla.
Es blanca la color de su mejilla
como del cisne de Estrimón la pluma,
viste el fulgor de la Belleza suma
y de las Gracias la expresión sencilla.
Extático el Olimpo adora en ella
y se siente feliz. De polo a polo
un himno Pan enamorado entona.
Toca en la playa la gentil doncella,
y a su palacio de marfil Apolo
la lleva y cine con triunfal corona.
CHARLES BAUDELAIRE
146. La muerte de los artistas
¿Cuánto mis cascabeles tendré que sacudir
Y besarte la frente, triste caricatura?
Para dar en el blanco, de mística virtud,
Mi carcaj, ¿cuántas flechas habrá de malgastar?
En fintas sutilísimas nuestra alma gastaremos,
Y más de un bastidor hemos de destruir,
Antes de contemplar la acabada Criatura
Cuyo infernal deseo nos colma de sollozos.
Hay algunos que nunca conocieron a su ídolo,
Escultores malditos que el oprobio marcó,
Que se golpean con saña en el pecho y la frente,
¿Cuánto mis cascabeles tendré que sacudir
Y besarte la frente, triste caricatura?
Para dar en el blanco, de mística virtud,
Mi carcaj, ¿cuántas flechas habrá de malgastar?
En fintas sutilísimas nuestra alma gastaremos,
Y más de un bastidor hemos de destruir,
Antes de contemplar la acabada Criatura
Cuyo infernal deseo nos colma de sollozos.
Hay algunos que nunca conocieron a su ídolo,
Escultores malditos que el oprobio marcó,
Que se golpean con saña en el pecho y la frente,
Sin más
que una esperanza, !Capitolio sombrío!
Que la Muerte, cerniéndose como sol renovado,
Logrará, al fin, que estallen las flores de su mente.
Que la Muerte, cerniéndose como sol renovado,
Logrará, al fin, que estallen las flores de su mente.
De "La muerte"
LORENA VENTURA
Bach mira llover
Aquello
que me fue llenando desde el fondo
era su música.
Lo sé
porque algo de mí
fue
quedando entre los árboles.
Algo
distinto de la lluvia
que no
era trueno
ni
rumor de pájaro
ni el
aleteo negro de la ira.
El
viento era una oleada de cristales rotos
que un
ángel
–apresurado
por la niebla
levantaba.
La
tarde: un tumulto de estrellas imprecisas.
Para
quien el amor es un colibrí dormido entre sus manos.
Para
los murciélagos
–hojarasca
de la noche
en cuya
piel la luna resuena.
(Los
murciélagos,
atados
a una rama
entienden
al revés la noche.
Y
cuando duermen
son
partidarios unánimes de la gravedad.
Y su
amor es ciego)
Para
los caracoles en su amor paciente:
espiral
de aire cayendo en la floresta.
Para
quien sufre como la afrenta de una espada
el
fruto amargo de la noche.
Para la
primavera,
porque
antes de sus pasos todo estaba abandonado
(Esta
mañana vino la cuchara de una abeja
a
averiguar algo entre las flores)
Y para
todo lo que viene
que
seguramente será rosado.
Aquí
está su canto de pan y leche caliente,
de
llovizna y animal dormido.
De
fugitivo resguardado.
Ahora
sólo queda esperar
el
claro y sencillo chapoteo:
ruido
hecho de mineral de cosmos,
arena-ritmo
de
girasol marino.
Y tener
cuidado de acallar
el
tren ruidoso en nuestro pecho
para no
despertar a nuestro ángel de la guarda.
ADRIANA TAFOYA
El tierno algodón del cielo
Mira
llagarse el negro azul del cielo
su
sentimiento se trasmina
Ve cómo
el agua pesa
mira
ven
pequeña
siéntate
en mis piernas
te voy
a contar un cuento
sobre
el metal negro en las muñecas
de cómo
mi padre rompió una paloma
de la
humedad en las lágrimas
y la
belleza del sufrimiento
de cómo
recojo tus manos
con
bochorno y sofoco del aliento
y se te
mojan los frágiles poros
dilatados
por la incertidumbre
Mírame
lentamente pequeña
porque
es nervioso el remordimiento
y lamer
orina de tus labios
es
perder la visión
en un
parpadeo pardo
e
inquietante
en el
cual me encrespo
exudo
te aprieto
porque
el placer se enreda en mi
penetro
embisto invado
exploto
serpiente
y no me contengo
para
entregarte ese sufrimiento
que
nosotros llamamos amor
ven
pequeña
vamos a
casa
cierra
las piernas
y
levántalas
que el
cielo se estremece
y ya se
ve caer el delgado trazo del agua
mira
cómo se derrama en todo la sombra
sin embargo
creo que aunque no se ve
el
blanco algodón del cielo
está
manchado de sangre
ELIANA MALDONADO
La otra mujer
Quizá
como la mujer de Lot
sea
condenada por mirar atrás
la
lujuriosa ciudad en llamas,
quizá
mi destino sea ser estatua de sal
erosionada
por el viento,
quizá
sea condenada por mirar,
por
mirarte,
tal vez
mis ojos adquieran la dureza de la piedra
y mi
color oscuro la blancura del mármol,
todo
por la voluptuosidad de tus formas,
la
lujuria de tu cuerpo,
Sodoma
y Gomorra en un cuerpo de hombre,
yo,
la que
miro.
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