miércoles, 12 de agosto de 2020


AMIRI BARAKA





Sabiduria Funk



En tribus de 12
compases
como rayas
de esclavitud
sobre
nuestra bandera
de piel

Somos el blues
lo pasado lo ido
la energía el
frío los dientes de la sierra
caliente
el aroma que precede
a Blue Monk

Somos el blues
nosotros mismos
nuestro color
favorito
Donde hemos estado, medio aquí
medio idos
Somos el blues
nosotros mismos
las actuales
Guineas
los Judíos
originales
los primeros
caucásicos

He ahí por qué somos el blues
nosotros mismos
he ahí por qué
somos la actual
canción

Tan oscura y trágica
Tan vieja y mágica

He ahí por qué somos
el Blues
nosotros mismos
colando el viento
a través de los árboles
el azul nos deja
negra
la tierra
el sol
desapareciendo lentamente
pugnando el fuego
por alcanzar
nuestros corazones

& ahora negros de nuevo
estamos plenos de noche
con centelleantes ojos fijos

hacia abajo
como jets
para impulsar
ascensiones
en las tardes
he aquí por qué somos el blues
el tren silba
urge a través
de lo invisible
llegando redoblando
y gritando
he ahí por qué somos
el blues
& trabajo & canto &
cuentos heredados & esto
con espíritu
por eso es que somos
el blues
negro y viviente
& así nuestro espectáculo
nuestra película
nuestro aliento
somos luna
alma reflejada
He ahí por qué
nuestro espíritu
nos crea el blues

el blues
somos nosotros


JAMES AGEE





A Walker Evans



Contra el tiempo y los daños del cerebro
Afila y calibra. Aún no del todo
Pero sí en alguna parte arbitrada
Ordena la fachada del lánguido verano

Espías moviéndose con delicadeza entre el enemigo
Los hijos menores, los necios
Apartan un poco los dialectos y las pieles manchadas de locura
Fingida,
Señalan ambiguamente y engañan al centinela eludido.

Edgar, llorando de piedad, a la repisa de aquel risco pálido,
Lleva a su padre ciego y describe un poco,
Mírale, despierto a medias, ca?do entre pequeñas flores silvestres
Pero, desapercibido, retárate.

Aún no es aquella hora desnuda cuando, armados
Desechado el disfraz, desafiamos al enemigo cara a cara.
Todavía , compañero, corren las bestias y destruyen el cielo
Todavía cautivo esta el rey viejo y bravo.


RANDALL JARRELL





Pérdidas



No fue el morir: todos mueren.
No fue el morir: ya habíamos muerto antes
en los accidentes rutinarios—y nuestros comandantes
llamaron a la prensa, escribieron a nuestras casas,
y aumentó la estadística, todo por causa de nosotros.
Morimos en una página de almanaque que no era la nuestra.
Desparramados sobre montañas a cincuenta millas de distancia.
Cayendo de cabeza en un pajar, peleando con un amigo,
nos encendimos en las líneas que nunca vimos.
Morimos como hormigas o perritos extranjeros.
(Cuando salimos de la escuela nada había muerto que nos hiciera comprender que podíamos morir así.)
En nuestros aviones, con nuevas tripulaciones, bombardeamos
los blancos del desierto o de la costa,
disparamos sobre los objetivos remolcados, esperamos a ver qué tantos
nos apuntamos, y pasamos a ser relevos y despertamos
una mañana, sobre Inglaterra, en operaciones.
No fue diferente: pero si morimos
no fue por accidente sino por error
(por un error muy fácil de cometer).
Leíamos nuestras cartas y contábamos nuestros vuelos—
En bombarderos con nombres de muchachas, incendiábamos
las ciudades que aprendimos en la escuela—
Hasta que se nos acabó la vida. Nuestros cuerpos quedaron
con los de la gente que matamos sin conocerla.
Cuando durábamos lo suficiente, nos daban medallas;
Cuando moríamos, decían, “Nuestras bajas fueron pocas”.
Dijeron “Aquí están los mapas”; quemamos las ciudades.
No fue el morir, no, no el tener que morir;
pero la noche que morí, soñé que estaba muerto,
y las ciudades me dijeron “¿Por qué estás muriendo?
Estamos conformes, si tú lo estás”. Pero ¿por qué morí yo?


IBN SARA AL-SANTARINI





El copista



El oficio de copista es un bosque de desdichas
cuyas hojas y frutos son la indigencia;
comparto a quien lo ejerce con la aguja del sastre
que a cuerpo limpio viste a los desnudos.


JOSÉ BERGAMÍN GUTIÉRREZ





A Cristo Crucificado



Tú me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero,
es otra vida en la que pueda verte.

Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no podría encontrarme sin perderte.

Que de tanto temer que te he perdido,
al cabo, ya no sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
por ese amor con el que me has herido,
que vivo en Ti cuando me estoy muriendo.



JOSÉ CORREDOR MATHEOS





Contemplo el mar, las olas…



CONTEMPLO el mar, las olas.
Saboreo sus aguas,
feliz en esta tarde
que no ha de tener fin.
¿Por qué, por qué esta angustia
que me inunda de pronto
con sus aguas oscuras,
que me arroja desnudo
a la apagada arena
de la playa?
¿Por qué, por qué, si están
las gaviotas
volando tierra adentro
en la tarde tranquila
y las aguas me cubren
hasta saciar mi sed?