viernes, 9 de octubre de 2020

JOSÉ MARÍA PARREÑO


  


En cada llamarada llama un hada...

 

 


En cada llamarada llama un hada 
las cosas por su nombre: 
león al que lee mucho 
tartamudo al goloso de silencio 
higuera a un fuego verde 
cuyos hijos 
son blandos 
dulces 
nudos 
de luz 

el hada inmóvil 
me llama perverso 
me recita: 
la pantera era pan 
que se comió al hambriento 
la rosa risa 
de olor 
o loor callado 

que el hada pálida 
abra cada palabra 
como la nuez que no es 
me dé a sufrir su fruto 
a comer comas 
y ya sólo sintaxis sin amigos 
sin señas sin dinero 
me conceda 
el poema

 

 

CARLOS LOPEZ NARVAEZ

   

 


Entre ti y el aire



La tarde a tu lado
era una pradera fantástica:
nacía la brisa en tu paso;
era el cielo tu inmensa mirada;
arrebol tu boca franjado de blanco,
y era un césped azul tu palabra.

Entre ti y el aire
mi amor era un manto.
Te llevaba en su urna diamante
mi sueño más cándido;
los inmóviles besos rozaban
apenas tu sien y tus manos.

Sumisa la sangre,
oculta en sus ánforas,
tersa, leve, radiante
reflejaba sólo tu sonrisa plácida,
o se hacía una rosa gigante
cuando te rozaba.

A tu vera, todo,
silenciosamente, tornábase alma.

Ahora la tarde sin brisa en tus pasos;
tu boca y tus ojos distantes;
de tu voz el arrullo, lejano;
ahora la tarde
se envuelve en la bruma que todo lo invade...

Y la sangre es bahía convulsa
si a lo lejos te mira pasar.

Tiéndeme tus manos,
rosas de las tardes
que no volverán.

 

LUIS ZALAMEA BORDA

  



 A una desposada


                               "Tú serás del que te ame, del que corte
                                   en tu huerto lo que he sembrado yo".
                                                                     Pablo Neruda



 

Blancas. Blancas serán tus bodas.
Las nuestras ya lo fueron de musgo, sangre, tierra,
inexhausto ritual, surgido desde el templo del mar.
La tribu. Concurrirá la tribu en filisteo corrillo.
Nuestros testigos fueron el bosque y el silencio,
la savia del estío, los duendes, el rocío.
Azahares. Disimularán tu compra los azahares.
No llevarás entonces la dulce soledad del jaramago,
ni trepará a las ramas el grito de tu dicha.
Sábanas. Desesperadamente blancas serán tus
                                                    sábanas nupciales.
Verde y coral, se hundió la hierba bajo tu peso ansioso.
Manos. Cuando la torpe mano lime, hosca, tu piel, 
buscarás la ternura de los días ya fundidos. 
Muerta. Muerta estará en ti la ternura que mi semilla dio.
Y tú. Tú también habrás muerto en el día de tu boda.

 

 

AUSIÁS MARCH

  


  

¿Qué seguros consejos vas buscando...?




¿Qué seguros consejos vas buscando,
desgraciado corazón, asqueado de vivir?
Amigo de llantos y enemigo de reír ,
¿cómo soportarás los males que te aguardan?
Apresúrate, pues, hacia la muerte que te espera,
aunque para tu mal prolongues los días;
tanto más lejos se halla tu deleitosa estancia,
cuanto más quieres huir de la muerte incitante.
Con los brazos abiertos sale al camino,
llorándole los ojos por exceso de gozo;
el melodioso canto de su voz escucho,
que dice: «Amigo, sal de casa ajena.
Tomo placer dándote mi favor,
que jamás tuvo hombre nacido,
pues rehúyo a quien me llama,
tomando sólo a quien huye de mi rigor.»

Llorándole los ojos, la cara aterrada,
mesándose el cabello con grandes alaridos,
la vida quiere darme heredades
y el señor de estos dones quiere que sea,
gritando con voz horrible y dolorosa,
cual la muerte llama al bienaventurado;
ya que para quien está avezado al sufrimiento,
la voz de la muerte le será melodiosa.

¡Cómo me maravilla la orgullosa
voluntad de muchos amadores!
Aun no preguntándome a mí qué es el Amor,
en mí hallarán su fuerza dolorosa.
Maldiciendo, todos jurarán
que nunca el Amor los poseerá,
mas si yo les hablo del cálido placer,
el tiempo perdido, suspirando, maldecirán.

No sé de hombre o mujer semejante a mí
que, atormentado por el Amor, dé lástima;
soy yo a quien hay que compadecer,
pues de mi corazón la sangre se retira.
Debido a la tristeza que se le acercó,
secóse para siempre el humor que sostiene mi vida,
contra mí la tristeza muestra arrojo,
y en mi socorro no acude mano armada.

Lirio entre cardos, siento acercarse la hora
en que civilmente mi vida está conclusa;
puesto que por entero mi esperanza está perdida,
mi alma en este mundo resta condenada.

 

Versión de José Batlló

 

 

FERNADO CHARRY LARA

 

 

 

Blanca taciturna

 

 


Qué día de silencio enamorado
vive en mi gesto vago y en mi frente.
Qué día de nostalgia suavemente
solloza amor al corazón cansado.

 

Alta, dulce, distante, se ha callado
tu nombre en mi voz fiel, pero presente
su turbia luz mi soledad lo siente
en todo lo que existe y ha soñado.

 

En la tarde vagando, voluptuoso
de horizontes sin fin, la lejanía
me envuelve en tu recuerdo silencioso.

 

Claros cabellos, cuerpo, ojos lejanos,
pálidos hombros. Oh, si en este día
tuviera yo tu mano entre mis manos.



SAINT KABIR

 

 

 

48




Lo que tú ves no existe, y para lo que existe no tienes palabras.
A menos de ver, no crees; lo que te dicen no puedes admitirlo.
Quien tiene discernimiento aprende por las palabras, y el ignorante se queda con la boca abierta.
Algunos contemplan lo Informe y otros meditan sobre la forma; pero el sabio sabe que Brahma está por encima de ambos.
La hermosura de Brahma no puede verse con los ojos. La vibración de su palabra no puede llegar hasta el oído.

Kabir dice:
Aquel que ha encontrado a la vez el amor y el sacrificio, no se abisma jamás en la muerte.