sábado, 24 de noviembre de 2018


ALEYDA QUEVEDO ROJAS





Limón perfumado



Soy mi cuerpo
atrapado por partículas
de otros cuerpos
Cuerpo
que enjabono en el mar
reconociendo suciedades
y miedos
Miedos míos
enjuagados con
el agua que todo lo cura
la sal de mi sudor
los celos bien guardados
y de nuevo el agua
que me concede
un cuerpo nuevo cada día
Cuerpo fresco
tendido en la cama
como limón al filo
de la ventana
Y el sol quemando
el vidrio
la madera
el limón
perfumado y desnudo
de la ventana que soy
¿Sé quién soy?
me miro
en el largo espejo del baño
tengo 33 años
nunca estuve tremendamente sola
abandono de perras
que te marca y deja sin curiosidades
Quién es mi cuerpo
puede afrontar sus propias
desgracias
incluso las más asfixiantes horas
ansiedad
falta de ti
horas cuando me fundo con un mounstruo
que conozco bien
Cuerpo mío
polvoracielo
intenso estallido
de lámparas que filtran tu claridad
sobre mi pecho
Soy este cuerpo mío.


De: “Soy mi cuerpo”



BENJAMÍN VALDIVIA





Al puerto viene el ciclón



Al puerto viene el ciclón a cosechar las barcas maduras.
Barcas con mástil palmera entre las olas terrestres van a la siega también.
Casas como hierbas vivas en la rozadera transparente doblegan su floración, su antena de metal que jilotea, su promesa de grano en la alacena, debajo del turbión ya malograda.
Luces del propio San Telmo en la cruceta de los transformadores eléctricos lleva su santo y seña. Cordajes en la popa del terreno dejan caer la ropa que nadie pudo guardar poco antes que llegaran las múltiples bocas de la velocidad.
Cuando se deja de largo la feroz visita, una llovizna sigue como el perro cansado el galope de su dueño, cometa de virtudes transparentes, notario del desastre cometido: como invitado de último minuto una proa amarilla está de bruces en el pórtico de lo que resta de la sala.


De: ”Inscripciones en la piedra”



TAMARA ORELLANA VALDIVIESO





Rugir



Qué mentira más grande
la omnipotencia semántica del lenguaje.
Para poder decir este dolor
yo tendría que rugir.

Tendrían que desencajarse mis mandíbulas
volverse poderosas mis quijadas, mi garganta,
mis dientes afilarse hasta colmillos,
convertirme en la fiera que soy
y rugir

Rugir hasta que se detenga el curso de los astros en el cielo
y el sol, temblando, no se atreva a salir,
que no pueda amanecer un nuevo día
hasta que los cielos no me hayan devuelto
a mi cría.



YOLANDA ARROYO





Diosa te salve, Yemayá



Diosa te salve, Yemayá
llena eres de ashé
la babalawo sea contigo
bendita tus hijas que toman la justicia en sus manos
y bendito es el fruto de tu océano-río Oshún

Santa Yemayá
madre de diosas
consentidora de todos los amores
de todas las lenguas y enjambres de labios
de toda hembra que ama a otra mujer

Ave Purísima Yemayá
santificada por criar a nuestras hijas e hijos
y enseñarles a devolver el golpe del marido borracho
maltratador
abusador
llena eres de balas
y cuchillas
prestas para el ajusticiamiento

rueguen por nosotras los orishas
Obatalá
Orula madre y padre
los dioses del santo hermafroditismo Eleguá y los ángeles transexuales
ahora y en la hora
de la libertad
de la desobediencia civil
de los defensores
de nuestra entrega por la patria
y nuestra bandera borincana
amén



ALEJANDRA MACHUCA





como tener catorce años nuevamente…



como tener catorce años nuevamente
y sentarse sobre el suelo a revisar los lp’s del viejo
encontrar la acústica entre el polvo
salir todas las noches a encender el pucho
esas las primeras lámparas enviadas al cielo
repleto de estrellas y humo adolescente
canciones de Bob Dylan
bolsillos grandes y ningún quehacer
sino sentarse en las hamacas del patio del vecino
a leer el principito y decidir
que los próximos días de entre todos los días de la vida
tienen que dejarme contemplar
diez
puestas
de sol


MIGUEL RASH ISLA





Valse nocturno



En la paz de la alcoba sosegada,
bajo la media noche en agonía,
llega a mí, desde incierta lejanía,
una llorona música olvidada.

Entra en mi corazón como una alada
saeta de letal melancolía,
porque recuerdo que cuando eras mía,
si algo nos supo unir fue esa tonada.

El vals - lírica flor que se deshoja-
se va apagando al fin y una congoja
mortal deja en la noche difundida...

Yo un infinito desamparo siento,
y es que a veces un vals que va en el viento,
¡suele ser, más que un vals, toda una vida!