sábado, 24 de noviembre de 2018

TAMARA ORELLANA VALDIVIESO





Rugir



Qué mentira más grande
la omnipotencia semántica del lenguaje.
Para poder decir este dolor
yo tendría que rugir.

Tendrían que desencajarse mis mandíbulas
volverse poderosas mis quijadas, mi garganta,
mis dientes afilarse hasta colmillos,
convertirme en la fiera que soy
y rugir

Rugir hasta que se detenga el curso de los astros en el cielo
y el sol, temblando, no se atreva a salir,
que no pueda amanecer un nuevo día
hasta que los cielos no me hayan devuelto
a mi cría.



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