lunes, 31 de agosto de 2015

PAZ MOLINA




La vieja dama II



Oh! Vieja , vieja dama
el exquisito estertor de tu melancolía
(tus cuadros anacrónicos durmiendo en las paredes,
del embargo inevitable de tus objetos de arte....)
Cómo brillan tus ojos !
En el temblor diabólico de tus senos
se agita una mudez de serpiente proscrita.

Ahora quiero oirte.
Da rienda suelta a toda tu imaginería.
Que se pongan lustrosos uniformes tus muertos.
Que desfilen erguidos con sus cuellos de espuma.
Que sus piernas de nunca se disputen el paso.
Que se amarren en música sus manos carcomidas.
Que tus turbios recuerdos crezcan y se abalancen
sobre tu vientre plácido
como una lagartija
gigante
que perdure y se extienda
verde y definitiva.

Y en un rincón cualquiera del alma
mi vieja , vieja dama
posesión incompleta
mi dulce prometida....
Unas sábanas blancas esperando la noche.
Monogramas de luna brillando estremecida.
Tu cuerpo de muchacha,
lo virginal, tu cuello
como una rosa blanca
la luz azul de tus pupilas....



AMADO NERVO




Ven acércate más! El campo umbrío...



¡Ven acércate más! El campo umbrío,
el cielo torvo y el ambiente frío,
predisponen el alma a la tristeza.
Ven, apoya en mi hombro tu cabeza;
así, juntos, muy juntos, dueño mío.

Hablemos de tu amor; ¡de aquel soñado
amor! Cuando el invierno desolado
reina doquier, y pálidas se ahuyentan
la ilusión y la fe, ¡cómo calientan
los recuerdos benditos del pasado!

Ven, acércate más, mi dulce dueño...
y en tanto agita con tenaz empeño
la niebla gris su colosal cimera,
sobre nosotros vuelque la Quimera
el ánfora impalpable del Ensueño.


CHARLES BAUDELAIRE


  
De Spleen e Ideal:


49. Confesión


Una vez, una sola, mujer dulce y amable,
               En mi brazo el vuestro pulido
Se apoyó ( sobre del denso fondo de mi alma
               Ese recuerdo no ha palidecido);

Era tarde; al igual que una medalla nueva,
               La Luna llena apareció,
Y la solemnidad nocturna, como un río,
               Sobre París dormido se extendía.

Los gatos, por debajo de las puertas de coches,
               Deslizábanse furtivos
El oído al acecho o, como sombras caras,
               Nos seguían despacio.

Y de súbito, en medio de aquella intimidad,
               Abierta en la luz pálida,
De Vos, rico y sonoro instrumento en que vibra
               La más luminosa alegría,

De vos, clara y alegre igual que una fanfarria
               En la mañana chispeante,
Una quejosa nota, una insólita nota
               Vacilante se escapó,

Como un niño sombrío, horrible y enfermizo
               Que a su familia avergonzara,
Y al que durante años, para ocultarlo al mundo,
               En una cueva habría encerrado.

Vuestra discorde nota, ¡mi pobre ángel! cantaba:
               «Que aquí abajo nada es firme,
Y que siempre, aunque mucho se disfrace,
               El egoísmo humano se traiciona;

Que es un oficio duro el de mujer hermosa
               Y que es más bien tarea banal,
De la loca y helada bailarina fijada
               En maquinal sonrisa;

Que fiar en corazones es algo bien estúpido;
               Que es todo trampa, belleza y amor,
Y al final el Olvido los arroja a un cesto
               ¡Y los torna a la Eternidad!»
Esa luna encantada evoqué con frecuencia,
               Ese silencio y esa languidez,
Y aquella confidencia penosa, susurrada
               Del corazón en el confesionario.


De: Las flores del mal
(Versiones de Antonio Martínez Sarrión)



PEDRO SALINAS




Posesión de tu nombre...



Posesión de tu nombre,
sola que tú permites,
felicidad, alma sin cuerpo.
Dentro de mí te llevo
porque digo tu nombre,
felicidad dentro del pecho.
«Ven», y tú llegas quedo;
«vete» : y rápida huyes.
Tu presencia y tu ausencia
sombra son una de otra,
sombras me dan y quitan.
( ¡Y mis brazos abiertos! )
Pero tu cuerpo nunca
pero tus labios nunca,
felicidad, alma sin cuerpo, sombra pura.



JULIO FLÓREZ ROA







Luego me dijo: "Aún cuando mi alma anhele
La virtud y odie la maldad y el vicio,
Ya ves, mi triste corazón se duele,
Al contemplar el hondo precipicio
A donde el Hado sin cesar me impele.
Con mi carga de amor y desconsuelo
Voy a un próximo fin, paso entre paso,
Rueda mi llanto hasta mojar el suelo
Y miro dulcemente hacia mi ocaso
Al ver la muda impavidez del cielo.
¡Ah, si acortar pudiera la jornada!
¡Es tan dura y tan grande mi fatiga,
Mi senda tan oscura y desolada,
Que quisiera morir! Hoy nada, nada
Fuera de ti, mi desazón mitiga.
Y yo te estoy matando. ¡Oh sí! Mis besos
Te envenenan en largo paroxismo
Quedas tras tus eróticos excesos;
Cuando en mi boca están tus labios presos,
Tu boca está en la boca de un abismo".
Yo exclamé: "¿Morir quieres? En el seno
Tú, mi cabeza, al expirar, coloca;
Y después, si es verdad que es un veneno
De tu boca la miel, yo también peno,
Mátame con la miel que hay en tu boca".
Colgóse entonces de mi cuello, hermosa,
Transfigurada y, llena de ternura,
Puso en mi labio el suyo, hecho de rosa
Y en una tregua larga y silenciosa
Lloramos de dolor y de ventura.


RAÚL GÓMEZ JATTIN







Ya para qué seguir siendo árbol
Si el verano de dos años
Me arrancó las hojas y las flores
Ya para qué seguir siendo árbol
Si el viento no canta en mi follaje
Si mis pájaros migraron a otros lugares
Ya para qué seguir siendo árbol
Sin habitantes
A no ser esos ahorcados que penden
De mis ramas
Como frutas podridas en otoño.