"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 10 de abril de 2016
RUBÉN DARÍO
XI
Voy a
confiarte, amada,
uno
de los secretos
que
más me martirizan. Es el caso
que a
las veces mi ceno
tiene
en un punto mismo
de
cólera y esplín los fruncimientos.
O
callo como un mudo,
o
charlo como un necio,
salpicando
el discurso
de
burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que
me miran? Agravio.
¿Me
han hablado? Zahiero.
Medio
loco de atar, medio sonámbulo,
con
mi poco de cuerdo.
¡Como
bailan en ronda y remolino,
por
las cuatro paredes del cerebro
repicando
a compas sus consonantes,
mil
endiablados versos
que
imitan, en sus cláusulas y ritmos,
las
músicas macabras de los muertos!
!Y
como se atropellan,
para
saltar a un tiempo,
las
estrofas sombrías,
de
vocablos sangrientos,
que
me suele ensenar la musa pálida,
la
triste musa de los días negros!
Yo
soy así. ¡Que se hace! ¡Boberías
de
sonador neurótico y enfermo!
¿Quieres
saber acaso
la
causa del misterio?
Una
estatua de carne
me
enveneno la vida con sus besos.
Y
tenía tus labios, lindos, rojos,
y
tenía tus ojos, grandes, bellos…
De: Rimas (1887)
CONCHA MÉNDEZ
Todo, menos venir para acabarse...
Todo, menos venir para acabarse.
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.
O ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse,
como se acaba, al fin, nuestra existencia!
JOSÉ MARÍA EGUREN
Lied IV
La
noche pasaba,
Y al terror de las nébulas, sus ojos
Inefables reían de tristeza.
Y al terror de las nébulas, sus ojos
Inefables reían de tristeza.
La
muda palabra
En la mansión culpable se veía,
Como del Dios antiguo la sentencia.
En la mansión culpable se veía,
Como del Dios antiguo la sentencia.
La
funesta falta
Descubrieron los canes, olfateando
En el viento la sombra de la muerta.
Descubrieron los canes, olfateando
En el viento la sombra de la muerta.
La
bella cantaba,
Y el florete durmióse en la armería
Sangrando la piedad de la inocencia.
Y el florete durmióse en la armería
Sangrando la piedad de la inocencia.
MARIO SANTOS
En el
atardecer
En el
atardecer
las
palmas de coco
se
parecen a tus manos
cuando
me decías adiós
y
yo me
alejaba en el tren.
JAIME VELASCO LUJÁN
4
¡Qué
parque tan sobrio
y
callado!
A
mediodía,
los
pájaros se refugian
en
las sombras.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)