domingo, 10 de abril de 2016

RUBÉN DARÍO




XI



Voy a confiarte, amada,
uno de los secretos
que más me martirizan. Es el caso
que a las veces mi ceno
tiene en un punto mismo
de cólera y esplín los fruncimientos.
O callo como un mudo,
o charlo como un necio,
salpicando el discurso
de burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que me miran? Agravio.
¿Me han hablado? Zahiero.
Medio loco de atar, medio sonámbulo,
con mi poco de cuerdo.
¡Como bailan en ronda y remolino,
por las cuatro paredes del cerebro
repicando a compas sus consonantes,
mil endiablados versos
que imitan, en sus cláusulas y ritmos,
las músicas macabras de los muertos!
!Y como se atropellan,
para saltar a un tiempo,
las estrofas sombrías,
de vocablos sangrientos,
que me suele ensenar la musa pálida,
la triste musa de los días negros!
Yo soy así. ¡Que se hace! ¡Boberías
de sonador neurótico y enfermo!
¿Quieres saber acaso
la causa del misterio?
Una estatua de carne
me enveneno la vida con sus besos.
Y tenía tus labios, lindos, rojos,
y tenía tus ojos, grandes, bellos…


De: Rimas (1887)


No hay comentarios:

Publicar un comentario