"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
jueves, 13 de febrero de 2025
MING DI
Cuando la casa aprueba una nueva ley
Intento
callar
Y
trato de ser buena y calma estos días
Pero
mi río Amarillo y el Yangtze corren
Por
mi cuerpo y
Mientras
casi me atraviesan
Se
dan vuelta y corretean
Adentro
de mi cuerpo
Se
empujan uno a otro
Luchan
por territorios
Amarillo
dice ser metafísico
Y
ocupa mi cuerpo superior
Río
Yangtze, aterrizado,
Se
me extiende por lo bajo
Estoy
furiosa
Pero
no con mi cuerpo
Estoy
contrariada con lo que me enfada y
Silente
Mis
ríos corren y rugen
Dentro
de mis células y a través de mis nervios
Se
empujan uno al otro
El
lindero de los ríos se desplaza
Arriba
y abajo, izquierda y derecha
Al
luchar por sus fronteras
Luchar
por su retórica
Ambos
intentan ser vanguardistas, experimentales, metafóricos
Tanto
combate que no puedo dormir
De
noche pienso como si ensoñara
Sueño
con cebollas, coles, pepinos
Las
cebollas y las coles se envuelven bien
Corto
dos rodajas de pepinos para cubrir
Mis
ojos y parpadear a la luna
Por
los agujeros de las semillas
Siento
hambre
Siento
el movimiento de los dos ríos
Dos
países, dos mundos
Arriba
y abajo, izquierda y derecha...
Cuando
empujan la frontera
Hasta
mi garganta
Grito
—y soy libre
Versión de Dulce Chiang
PATRICIA CRESPO
De consistencias
Perdura
en mis dedos
la memoria del tacto
sobre tu piel acerácea,
el roce liviano, apenas roce,
que me devuelve la existencia
de
un cuerpo.
De: “un solo árbol”
LUIS RAMOS DE LA TORRE
EN honor
al silencio
ondea
el peso de la palabra no dicha,
y en
su equilibrio abierto espera.
Hay
una noche extensa,
no
lo dudes,
que
en su abrazar a todos nos alcanza.
A
veces es más denso
el
ruido de quien nada dice que el misterio.
Ecos
de lo sagrado.
De: “Lo que funda el silencio”
TED KOOSER
Después de años
Hoy,
desde lejos, te vi
alejarte, y sin un sonido
la resplandeciente cara de un glaciar
se hundió en el mar. Un viejo roble
cayó en las Cumberlands, levantando apenas
un puñado de hojas, y una anciana
que esparcía maíz para sus gallinas levantó la mirada
por un instante. En el extremo opuesto
de la galaxia, una estrella treinta y cinco veces
mayor que nuestro sol explotó
y se desvaneció, dejando una pequeña mancha verde
en la retina del astrónomo
como si éste estuviera de pie en la gran cúpula abierta
de mi corazón sin nadie a quien contárselo.
DON CELLINI
Después
de una operación del corazón,
mi padre me pidió
que
le hiciera un favor:
Aféitame.
No
había estado tan
cerca desde que era un
niño.
Temeroso
de hacerle daño
me distraje
con
recuerdos
de la infancia cuando
mi
padre
me recogía
después
del colegio y me preguntaba
qué había aprendido ese día:
cómo sumar 2 + 5
o cómo hacer la
letra f
o
alguna canción nueva
que cantábamos de camino a casa.
Pero
las canciones
y los recuerdos felices
desaparecieron antes del
final de la escuela primaria
cuando
mi padre se dio
cuenta de que odiaba el
fútbol,
no
podía atrapar una pelota de béisbol,
no podía golpear una pelota de tenis
a
través de la
red dos veces
seguidas.
Terminé
de afeitarle,
limpié los últimos
restos
de
crema de
afeitar de su cara.
De: “Otra Vía/Another Way”