lunes, 15 de julio de 2013

ENZIA VERDUCHI




Las trasterradas 



Regresamos a la tierra nunca propia
huella de patria imaginaria. Llevamos
por dentro la casa, el árbol y el sueño.

En una pared rentada
mi hermana retiene una fotografía:
fragmentos mediterráneos

Hablamos el idioma donde no existe
posesión de las circunstancias.
Nuestra infancia sólo son palabras.

Hermana, la alegría del viaje nos abandona.
Sin geografía que nos sostenga
soñamos con el árbol y la casa.



ATENA RODÓ




La llamo Aurora



Entre sus pupilas y las mías
se atrapa el secreto
que une nuestras almas
con nuestros cuerpos
con nuestras vidas y caminos.

Miramos el comienzo del día
ella despertando sobre mi pecho
yo mirándola rendida
descubrimos la aurora
con las manos unidas.

Su cabello brillaba
sobre su tez morena
y su barbilla inquietante
se alzaba en cada beso
la caricia sublime
de nuestros cuerpos

La bauticé aurora
esa tibia mañana
la nombré reina y señora
de nuestro mundo en las sombras
y escondidas del gentío
celebrábamos nuestro amor inmortal.

El festín comenzaba
sobre la cama nupcial
ella danzando a la diosa
que cobijaba nuestro hogar
yo amándola sin fronteras
sin renuncias...
enlazadas como enredaderas.



JOSÉ EMILIO PACHECO




Caverna


Es verdad que los muertos tampoco duran
Ni siquiera la muerte permanece
Todo vuelve a ser polvo

Pero la cueva preservó su entierro

Aquí están alineados
cada uno con su ofrenda
los huesos dueños de una historia secreta

Aquí sabemos a qué sabe la muerte
Aquí sabemos lo que sabe la muerte
La piedra le dio vida a esta muerte
La piedra se hizo lava de muerte

Todo está muerto
En esta cueva ni siquiera vive la muerte


De "Islas a la deriva”

CARLOS PELLICER




Al dejar un alma


Agua crepuscular, agua sedienta,
se te van como sílabas los pájaros tardíos.
Meciéndose en los álamos el viento te descuentan
la dicha de tus ojos bebiéndose en los míos.

Alié mi pensamiento a tus goces sombríos
y gusté la dulzura de tus palabras lentas.
Tú alargaste crepúsculos en mis manos sedientas:
yo devoré en el pan tus trágicos estíos.

Mis manos quedarán húmedas de tu seno.
De mis obstinaciones te quedará el veneno,
flotante flor de angustia que bautizó el destino.

De nuestros dos silencios ha de brotar un día
el agua luminosa que dé un azul divino
al fondo de cipreses de tu alma y de la mía.



CARLA VALDES DEL RIO




Los Desaparecidos



Los desaparecidos,
están en todos los pórticos de las calles gimiendo
podredumbre de justicia.
Lavan las calles con orgásmica de muerte,
se acuestan horizontales sobre las balas del aire
oran al matutino dios de la nostalgia.

Están pariendo huesos
mutilando lenguas
cegando ojos en la diáspora ondulante de las patrias
recogiendo restos bestiales de oscuro aniquilamiento.

Lo vertical nombra las cabezas
el fusil atraviesa el interno golpe en las heridas
de un plumaje color marfil que rueda
entre Santiago
y el Mapocho.

Hay ríos de enlutado-silencio,
ligeros perros escriben parietales gritos en las plazas.

Se inventa Chile,
lejos y fuera de las vertientes
en el estridente asco de lo mortuorio.
Todo origina sobre trozos de cabezas,
en lo impúdico y exhaustivo del dolor

Y el dolor fue una excusa en la fiesta del hambre


CECILIA PALMA




Sombras



Sobre las mesa las
huellas permanecen
inertes
semejan un pedazo de
alma atrapado en
el vidrio.
Estáticas se
asoman tímidas
deslucidas
no me atrevo a
borrarlas por
temor a designarme
asesina de sombras.

De “Asirme de tus hombros"