domingo, 31 de enero de 2021


 

MÓNICA NEPOTE

 



 

Siesta

 

 


Habrá entonces el párpado ceder. En el vaivén te miro, garza lenta, resbalar hacia el silencio.

 

Suscribo mi paso al hechizo del aire: la tibieza deja flores abiertas, la geometría. Habrá que caminar sin mácula, otorgar a los objetos levedad. No irrumpir en la blancura del párpado sino liar sueño y danza. Suéñame: lentamente, rodando como perla por el precipicio del día. 

 

 

 

 

 

CARLOS LOPEZ NARVAEZ

 

 

 

Sueño vesperal




Te invoco suavemente como si te besara
-suavidad indeleble de tus lejanos besos
soñados dulcemente bajo la tarde clara-
los labios en los labios serenamente impresos.

Un corporal efluvio -como si te estrechara-
llega en la suspirante brisa de los cerezos;
se encienden los luceros en tu huella preclara...
La hora es como una bandada de regresos.

Aspiro la impalpable, la grácil mansedumbre
de tu forma en mis brazos, su apacible vislumbre
adormecida sobre mi corazón tranquilo.

 

Y al mirarte en la sombra sonreír... como en el lecho
de sedeña blandura convertido mi pecho,
los besos te desnudan con dorado sigilo.

 

VIOLETA PUJOLS

 

  

 

Desnuda a los 40

 



Me despojé de ropas,

encendí la luz

rompí con los dogmas

eche a un lado las sábanas blancas

me arropé con el sudor de su cuerpo.

 

Caminé como la diosa Venus

orgullosa de un cuerpo

que no ha visto el bisturí.

 

Aprendí a mirarme,

a tocarme con ternura

observé lo magistral y sabia

que es la naturaleza.

 

Abrí los ojos,

contemplé las horas,

desmenucé cada minuto

y en un segundo volví a nacer

mujer desnuda a los cuarenta.

 

EMI G. CANCHOLA

 

  

 

Fotografía del niño que quiere partir el pastel



En el centro de la fotografía
no el niño
una muchacha de vestido rojo
ocupa su lugar

 

las sonrisas y los aplausos se apagan
la madre llena el silencio con alaridos
jura por dios que se quitará la vida
los tíos, compadeciéndose
le acercan el cuchillo del pastel
también piensan ofrecérselo al padre
quien fuera de cuadro
llora los nietos que no le dirán abuelito

 

sin saber qué sucede
la abuela se acerca a la muchacha del vestido
y le pregunta por qué tanto alboroto

 

no lo sé, abue
sospecho que se trata de mí.

 

WILFREDO ARRIOLA

 

 


Y entonces, el vacío



Estás en la casa y te saluda el ruido del refrigerador.
Ordenas los vasos sin lavar
recuerdas que todavía hay ropa sucia
de días que pasaron, que pasarán.
Miras libros pendientes de leer
aunque siempre vuelves a los mismos de siempre
que te explican lo ya explicado.
Buscas el cargador, aunque sabes que poco importa
que esté llena la carga…
Te quitas con desgano los zapatos
con la punta del uno al otro
los abandonas a mitad de camino
—quedan solitarios como vos—
Te desabotonas la camisa
y en su trayecto sucede el desgano.
Recuerdas una canción de Silvio
y en vez de cantarla lo aprendes a ultrajar.
—Es todo tan grave—
Te enteras de que es de madrugada
nadie preguntó si estás bien o peor aún,
sí asististe a la última fiesta o si tienes alcohol gel
para disfrazar la salubridad impuesta de los medios.
Te sientas
doblas los pies con fineza de bar y es la casa,
que administra la desesperanza.

 

Todo aprende a morir.
Recuerdas con quien pudiste ser en compañía
y de quien ya no está
no sabes si agradecer o padecer esa desgracia.
Vuelves a ver al lado y están las llaves gastadas de abrir el cerrojo
casi siempre a la misma hora de tiempo y de abismos.
Revisas las sillas y guardan el silencio de los que se fueron.
Tan intactas como sí se hubieran hecho
para recordar y no para recibir.
La televisión está apagada
sin recordar cuándo fue la última vez que calentó su bobina.
Parece que todo ha sido abandonado ya.
Entre un reclamo y la resignación
piensas un tuit que decides dejarlo para luego.
Ya no lo valoras igual después.
Te sirves un vaso de agua
que olvidas tomar hasta llegar a la cama
piensas en tu haraganería,
pero sabes que es tu tristeza la que te hace quedarte inmóvil
—no te puedes mentir—.

 

Comprendes la ironía de no tener a quien preguntarle nada.
Ni cómo estuvo el clima
ni cómo llegará a estar mañana
ni si anunciarán un nuevo dato en la pandemia.
Reúnes las respuestas
las dejas reposar
vuelves a sincerarte otra vez
con la luz azul del móvil.

 

Decides dejarte llevar
por el insomnio delator de la frontera de los cuarenta.
En una década te arruinas la vida o la pueblas de olvidos.
—o las dos juntas—,
siendo uno un espectador del desastre.
Es así,
fijas la alarma,
vuelve a tratar de aceptar lo ocurrido,
giras la almohada
helas el pasado
te tiras el pelo hacia atrás
y por un momento no sabes qué fecha le sigue a este día.
Y está bien no saberlo.
Es todo tan claro
tan difuso
y sobre todo revelador.
Quitas tu fecha de cumpleaños de Facebook
y te inventas una nueva excusa con tu doctor.
Recuerdas que no será posible
no sabes cuándo cambiará esa verdad.
El rumbo perdido hecho rutina.
Te sabes incierto
acomodas tu bolso,
terminas respondiendo:
«Todo bien»
a la pregunta de todos
pero con la respuesta que sólo te importa a ti.
Lo sabes
—no te puedes mentir—
Ya no importa saber mentir.

 

 

VLADIMIR HOLAN

 

 

 

La Belle Dame Sans Merci




Estaba sentada en un estéreo de madera y cantaba.
Era como si me hubiera herido en la ternura.

Era como si el deseo sin esperanza
hubiera despreciado el llanto acariciando las lágrimas.

Era como si el mismo sol entre nubes hubiera escuchado
a ese tordo que pasa con una cereza en el pico.

Era como si aquella canción de ella hubiera recorrido por
                         encima
incluso ese río vecino tan lleno de truchas.

Era como si... Pero ella dejó de cantar y dijo:
"No vayas allí, hace frío".
Y yo le dije: "¿Dónde? No veo el lugar",


Versión de Clara Janés


sábado, 30 de enero de 2021


 

ELSE LASKER-SCHÜLER

 

 

 

Resignación




Abrázame maternal y suave,
y muéstrame el reino celeste,
Tú noche soñadora;
Y haz descansar mis pesares,
~ Ocultos en tu regazo ~
Sobre rosas y sobre hojas de plata
En el profundo polvo de la tierra.

En la luz crepuscular, en el brillo crepuscular
Se pulverizan tus ensueños
En la suntuosidad azul de las nubes.
Me preparo para la batalla del día.
Y ansío la noche eterna.
Para derretirme silenciosamente en el rojo de la tarde,
En tu brazo de salvador, muerte.

 

 

Versión de Sonia Almau

 

GUADALUPE GRANDE

 

 

 

El Rastro

 


Somos materia de extrañeza
quién nos lo iba a decir nosotros
que hemos sufrido tanto
Pero nuestra memoria no arde
y ya no sabemos morir



Memoria de la vida,
memoria de los días y la vida,
cuchillo que abre el mundo
esparciendo unas vísceras que no consigo descifrar.

Memoria de las tardes y la luz,
alumbras la mirada
eres el vigía implacable,
la brújula severa, el testigo carcelario
que anuda el tiempo en su mazmorra.

Qué buscas, memoria, qué andas buscando.
Me sigues como un perro hambriento
y tiendes a mis pies tu mirada lastimera;
husmeas, perniciosa, en el camino
el rastro de los días que fueron,
que ya no son y que jamás serán.

Te arropan los andrajos de la dicha
y la desolación te ha vuelto precavida;
memoria de la vida, memoria de los días y la vida.

 

FERNADO CHARRY LARA

 

 

 

El lago

            By the waters of Leman I sat down and wept
                                                       T. S. Eliot

 

 


Érase entre la luz de la mañana 
Alta y desierta nube de otro tiempo 
Me mirabas llegar desconocido 
Aire írio cristal pálido día 
Llovía luego un agua verde entre el paisaje 
Un agua azul y plata por el lago 
Un agua ronca con sollozo a mares 
Despedazándose rota en ventanales 
Me veías llegar desconocido me veías 
Amante que perdió su memoria el rostro amado 
Me veías ráfaga de huracanadas 
Olas de luz y viento y tempestades 

Dejabas penetrado de relámpagos 
Al extranjero corazón a oscuras 
La ciudad que rodea de verdor el lago 
Cuando a la hora última la tarde 
Dejabas tu desolación en las esquinas 
Cuerpo insinuándose al recuerdo 
Dejabas tus sedosas violetas esparcidas 

El mundo extraño apenas prodigando 
Leves fulgores perlas por el aire 
Frágil contra la sombra el muro el árbol 
La viuda cabellera de las luces 
De noche tiernas lunas 
Sobre los pavimentos y las lluvias 

Cuando eres tú y a tu lado impalpable 
Una joven cintura entredormida 
O femenino cráter insospechado ardiendo 
Ebrio de tristes pasos cuando el eco 
Por soledades vagas como espejos 
Como calles por nadie nunca recorridas 
Que hace más años tú ya presentías 
Ser el desconocido 
De súbito al encuentro 

El rugido del viento en las orillas 
Ecos de ahogados flotan sordamente en insomnio 
La oscuridad el cielo inmóvil 
Las aguas que noche y día son tu pensamiento 
Lago tal corazón desbordado 
Bajo la madrugada sollozando 
A solas su imagen tan desierta 
Un momento le creíste 
palpitación o llamarada 
Como tú 
De amor y luz y tiempo ausentes 
Contemplar aún su claro pecho irisado 
Mientras la vastedad del agua amaneciendo 
Lago era entonces sin furor 
Invisible al deseo 
Cuello jazmín apenas 
Solitario de silenciosa blancura 
Muslos apenas grises de nácares helados 

Alejándose entonces la presencia y el sueño 
Borrando al alba en cansancio su latir obstinado 
Llegar por fin a ti la vida en secreto 
La vida ahora que asoma entre tus labios 
Tus mudos labios volviendo a tu vida 
Aquel desconocido 
De siempre a tu encuentro 
El cuerpo del pensamiento de ti mismo 
Aquel 
Amante que perdió su memoria el rostro amado 
Huésped del laberinto y la nada.

 

JOSÉ MARÍA PARREÑO

 

 

 

 

Te sé...

 


 

Te sé 
oxidada de silencio y noviembre 
y abrazada a tus piernas 
y desnuda 
se te enfría 
la saliva en los labios 
y hasta tu sombra es dura 
en la alcoba 
tus medias derramadas 
son medusas 
de un mar 
al que no iremos nunca

 

ALEJANDRO PERALTA

 

  

 

g o t a s   de   c r o m o

 


Las brisas están regando el pastizal

 

Hai un aserrar de espigas
i un llanto de quinuas ojerosas

 

Está empedrado el horizonte
de terrones de sol madrugador

 

Las gaviotas bataclanas
vestidas de azahares
en el altar de la playa
comulgan con hostias de agua

 

REYNALDO URIBE

 

 


 

 


avanzada la noche



en el Casino de Oficiales

hay un brindis de honor

por la feliz sociedad



detrás de una ventana

se marchitan flores

y un hombre llora


De: “Resistencia”

viernes, 29 de enero de 2021


 

RENÉE FERRER

 




Cifra




Cómo el dolor me abre el deseo. 

Tenderme a la vera de tu cuerpo 
sospechando las ansias, 
los temblores, 
ornar con flores robadas
el puente de nuestro aliento 
intercambiando besos, 
trozos de tiempo. 

El sol se nos metió en los dedos 
haciendo borbotar 
el caldo del encuentro. 

Al instante le crece permanencia. 

Tu latido dialoga con mi pena
que sin nosotros notarlo 
se ha disuelto.

Todo sucumbe al punto, sin embargo, 
y vuelvo a ser 
una cifra cualquiera en un cuaderno. 



Febrero de 2004

RICARDO HERNÁNDEZ PEREIRA

 

 

 

Corre

 

 

Corre, amor mío,
tan lejos hasta donde tu culpa te arrastre,

tan lejos hasta donde tu orgullo te lo permita

y puedas ocultarte del manto de la deshonra.

 

Yo estaré aquí, en esta casa del reposo,

contemplando tu entera desnudez y tu vergüenza,

y viviendo en el hueco que dejas en el vacío de las horas 
y del insomnio.

 

Ve y habita otros cuerpos,

otros alientos,

otras razones

y refúgiate en el olvido de otros besos,

si es que esos besos llegan,

si es que el olvido toma parte también contigo,

porque la memoria es perra y la costumbre ruda,

y la vida da justas cuentas

de lo que a cada uno nos toca.

 

 

SAMUEL BECKETT

   

 

Muerte de A. D.



y ahí estar ahí aún ahí
apretado a mi vieja tabla picada en negro como de viruela
durante días y noches molidos ciegamente
de estar ahí de no huir y huir y estar ahí
inclinado a confesar un tiempo que agoniza
haber sido lo que fue hecho lo que hizo
de mí de mi amigo muerto en el día de ayer con el ojo brillante
con los dientes largos jadeando en su barba
devorando la vida de los santos una vida por día de vida
reviviendo de noche sus negros pecados
muerto ayer mientras que yo vivía
y estar allí bebiendo por encima de la tormenta
la culpa del tiempo irremisible
aferrado a la vieja madera testigo de partidas
testigo de regresos




De: “Poemas en francés 1947-1949”

PIERRE LOUYS

  


 

Remordimiento




Me quedé muda, en mi delirio;
mi corazón latía convulso;
y el batir loco de mi pulso
era en mis senos un martirio,
vivo rubor en mis mejillas.

Gemía "no, no", al resistir.
No pudieron lograr el beso
sus labios, ni su amor obseso 
franqueó con rudo insistir 
la barrera de mis rodillas. 

Perdón, después, él me ha pedido. 
Besó mis cabellos; su aliento
quemaba mi rostro encendido.
Y luego partió... Sólo el viento
suaviza mi aflicción acerba.

Vacío contemplo el sendero.
La selva, sin vida, desierta;
la hollada pradera está yerta...
Y en sangre mis puños lacero
y ahogo mi llanto en la hierba.

 


De: "Las canciones de Bilitis"
Versión de Enrique Uribe White




NIKOLAI GUMILIOV

 


 

Más allá de la memoria




Así toda la vida; errancias, cantos,
Mares, desiertos, ciudades,
Reflejos fugaces
De todo lo perdido para siempre.

La llama se agita, suenan las trompetas,
Corceles amarillos brincan en el aire
Mientras la gente inquieta habla,
Al parecer de la felicidad.

Otra vez el éxtasis y la aflicción.
Otra vez, como antes, como siempre,
El mar agita sus crines plateadas
y los desiertos y las ciudades se levantan.

Cuándo será -al fin- que sublevado
Del dueño seré yo de nuevo yo,
Un aborigen sencillo, adormecido
En alguna tarde sagrada

 

 

Versión de Jorge Bustamante García

SAINT KABIR

 


 

 

97.

 



El Señor está en mí, el Señor está en ti, como la vida está en cada simiente. Renuncia a un falso orgullo, 
¡oh, mi servidor!, y busca en ti a tu Señor.
Un millón de soles irradia Su luz.
Un océano azul se extiende en el cielo. La fiebre de la vida se aplaca y todos mis pecados se lavan 
cuando permanezco en el seno mismo del mundo.
Escucha las campanas y los tambores de la Eternidad. ¡Regocíjate en el amor!
La lluvia cae sin agua y los ríos son torrentes de luz.
Sólo el Amor puede penetrar al mundo, y pocos son los que saben estas cosas.
Están ciegos los que quieren verlas a la luz de la razón, de esa misma razón que es la causa del alejamiento.
¡El Palacio está tan distante de la razón! ¡Bendito Kabir, que puede, en el seno de la dicha infinita, 
cantar en sí mismo el cántico del encuentro del alma con el Alma, el cántico del olvido de las penas, 
el cántico que supera todo cuanto penetra en nosotros y todo cuanto emana de nosotros!
 

jueves, 28 de enero de 2021


 

RUTH TOLEDANO

 


 

Antes del incendio…

 

 

Antes del incendio
la ciudad quedó a oscuras.

 

Pocos vieron
prender la llama entre las manos
del incendiario.
Mas no les cupo duda a los conversadores
en las salas del vino
de la intención que ardía ya
en su tacto.

 

Poco antes del incendio.

 

EMILIO CARRERE

 

 


Cancionero de ayer

 

 

Yo fui un niño enfermizo, pálido y enlutado,
que demasiado pronto conoció la tristeza
del trágico y grotesco dolor de la pobreza.
Yo he dormido en los bancos de un parque abandonado.
Y con la flor de toda la andante picardía
aprendí que la vida es demasiado dura,
cuando hay que conquistarla en constante aventura,
venciendo a la miseria un día y otro día.
Yo fui un niño enfermizo, pálido y mendicante,
sin otro camarada que algún can trashumante
del arroyo, en la eterna, negra desolación.
El dolor fue el maestro que me enseñó a ser bueno,
¡pobre niño poeta!, y ¡floreció en el cieno
mi verso, como un lirio divino de emoción!

 

EUGENIO PADORNO

 


 

 

Encargo a Pepe Damaso

 

Porque cambies en formas las palabras de este sueño, y que las cosas vuelvan a ser cosas.




ME llegaba de su boca sin dientes el relato de una “vida ejemplar”; y, si se lo pedía, me daba usted la imprescindible explicación de dos o tres palabras, pues el significar de las restantes presumía tenerlo en el exiguo diccionario de mi mente.
    Con aquellos sonidos que venían de afuera iba en mí construyendo la imagen de un hombre que, sin probar comida ni bebida, harapiento, sin ser reconocido por los suyos, bajo una escalera de su mansión opulentísima, de retorno de un muy largo viaje, con un tenaz acallamiento, el extraño dejaba asomar entre las manos juntas la carta que guardaba los detalles de su tan vagorosa existencia. Cuando usted ponía fin a la historia, es probable que pudiera contemplar en mi rostro el turbador efecto del Misterio.

     Pero hoy sé que, pese a hablar nada, pudieron decirme aquellos labios; y que quien, en suma, componía el relato de la anciana locuaz para el niño que dentro del viejo ahora recuerda, era en verdad el viento, entrando y saliendo por las rendijas de la casa junto al mar, la gran flauta olvidada entre las rocas. 

 

DIANE ACKERMAN

 

  

 

Ciudad de Sueños

 


Ciudad de papel flotando entre mares,

 

donde gigantes ralentizados inyectan metal en el subsuelo
y la niebla fluye de una boca jadeante
debajo de la calle; ciudad petrificada, ciudad de savia de ámbar
sellando millones de vidas en una gota;

 

Ciudad de mugre, donde los fines de semana

 

exhalan temprano cada lunes;
cuyos peregrinos, traídos por un barco de vapor,
vivieron como ganado y como reyes, y viven todavía:
los pobres de entrepuente, los ricos en cubierta;

 

Ciudad de carne viva, de costillas arqueadas sobre ríos,

 

de órganos que relucen, donde la vida animal se derrama
desde las calles y las cloacas son canales de sangre;
ciudad donde la mínima decisión o indecisión
alimenta a docenas de hombres con martinis y puñales;

 

Ciudad de arte, donde los dedos despliegan nuevas articulaciones,

 

se enseñan a doblarse y se parten sin dolor;
donde la gente galopa como un caballo a la cerca
de una relación, el santuario de un muslo, el abrevadero
donde las aves copulan en los espejos;

 

Ciudad de signos, donde la gente sueña

 

el Sueño Americano (pertenecer a todos en todas partes)
pero se conforman con un vecindario;
ciudad donde las esporas que vuelan desde el campo
llenan con esperanza las tráqueas secas, y un filo de hierba
destruyendo a su paso cemento y ladrillos
se vuelve hormigón como el invierno, ciudad de coraje;

 

Ciudad de alambre, donde el indolente y el glacial

 

pueden vivir ardiendo en los sentidos, asiendo el interior eléctrico
de la vida urbana como un tercer riel, exhalando fuego
hasta que sus labios centellen; ciudad cuya luz florece en la noche,
ciudad de jardines neón y verandas del tiempo;
ciudad de mareas, ciudad de cristal, primitiva ciudad de máscaras;
ciudad de fiesta, sobre la que baila una piñata invisible.

 

VLADIMIR MAÏACOVSKI

 

 

 

Amo 2

 

Escrito en 1923, dedicado a Lili Brick 
durante un encierro voluntario de dos meses 
en su habitación de tres metros por dos de ancho.

 

 


Para ella y para mí


En este tema.
                            personal,
                                               y modesto.
repetido y cantado
                                       más de una vez.
yo giraba,
                    en calesita poética,
y vuelvo a girar sobre él.
Este tema,
                     ahora,
puede ser una plegaria a Buda,
y podría también afilar los cuchillos
de los negros, contra el patrón.
Si en el planeta Marte,
existe algún hombre de corazón,
también él,
                       ahora,
                                    rezongará,
                                   por la misma cuestión.
Este tema llegará,
y al lisiado,
lo tomará de los codos,
y le ordenará,
                             toma el papel,
                                                           y escribe.
Y el lisiado,
se apartará del papel con un grito desaforado. 
Nada más que una canción,
son estos versos bajo el sol nublado.
Este tema llegará,
                                    tocará el timbre en la cocina,
dará sus vueltas
                                 y se disipará como el humo.
Hasta el gigante,
                                 se rendirá ante él,
v se detendrá abrumado.
Este tema llegará,
                                     y ordenará:
                                                               -¡La verdad!-
Este tema llegará,
                                     y reclamará:
                                                                -¡La belleza!-
Dejen
            que pase,
                               de mano en mano,
mientras ronronea un vals.
Este tema,
                      de paso sacudirá el alfabeto.
Nadie encontrará un tema más difícil.
Se vuelve la "A"
                                más inaccesible que el Kazbek¹.
Este tema enturbiará la razón,
y le quitará el sueño,
                                           y el pan.
Este tema vendrá,
y con los siglos,
                                 jamás se gastará,
únicamente dirá:
-Desde hoy fíjate únicamente en mí.
Y uno lo mira,
y avanza con un portaestandarte;
con un fuego de sedas escarlatas,
sobre la tierra embanderada.
Es un tema también,
                                          lleno de picardía.
Pasarán los sucesos,
y desde el fondo de los instintos,
se preparará a dar un salto,
y como si enfureciese, nos condena:
atrévete a olvidarlo.
Este tema estremecerá,
                                                y rendirá otras mil almas.
Este tema entró en mí irritado,
y ordenó:
                     entrégame el anzuelo de los días.
Me miró,
                   hizo una mueca en mi trajín cotidiano,
y como una tempestad,
apartó la gente,
                                 y todos los demás problemas.
Este tema llegó,
                                 borrando todos los otros,
y sólo,
               y sin dividirse se apoderó de mí.
Este tema me ha puesto el cuchillo en la garganta
Martillando,
                           desde el corazón a la sien.
Este tema,
                      oscureció mis días en sombra.
Y el verso me ordena,
                                              golpea como un tambor.
El nombre de este tema, 
                                                  es...!

 

1.- La montaña más alta del Cáucaso.

MIHAÏ BENIUC

 

 

 

Tú gritas




Tú gritas hacia el hombre que se esconde en ti, 
él no vuelve la cabeza. 
Tú le agarras por el hombro, 
él sigue hacia adelante. 
Tú vienes a su encuentro por caminos disimulados, 
sus ojos te miran ciegos. 
¿Adónde va el hombre en mí escondido? 
No responde, pero sigue hacia adelante, 
por un camino sin camino, 
a paso igual, 
a paso rápido 
y coge con su mano 
alguna estrella caída de tus párpados, 
que traga sin masticar 
y sigue hacia adelante. 
Tú le pones un obstáculo, 
tropieza pero no se detiene. 
Tú le cavas un foso en su camino, 
sin mirarlo alarga el paso 
y sigue más lejos. 
Tú haces rodar piedras sobre él 
desde tu cima rocosa y calva. 
El cae, se levanta 
y continúa andando. 
Tú le dejas partir solo 
y lo miras alejarse 
hasta perderse de vista. 
Pero siempre tú oyes el ruido de sus pasos 
seguro, infatigable 
en la cadencia de tu corazón. 
Tú corres detrás de él 
sin alcanzarle. 
Tú no oyes más que sus pasos, nada más que sus pasos 
trotando dentro de ti a través de la noche. 
¿Dónde estás, hombre mío? 
Espérame, yo te sigo. 
Tengo miedo, detente, 
no puedo dejarte solo, 
iré donde tú vayas, 
no importa adónde, 
no importa cuánto tiempo. 
Hasta si no es a ninguna parte, 
hasta si es para siempre. 
Quiero ayudarte, 
en tus ojos ciegos 
encenderé las llamas de mis miradas, 
a tus oídos pasaré mi oído, 
acostumbrado a oír la tormenta a través de los silencios. 
Y yo te cantaré 
canciones de embriaguez y de amor, 
canciones viejas, 
las más nuevas canciones 
para expulsar tu tedio 
a través de tu viaje sin fin. 

Espérame, no me dejes en estos parajes, 
llévame contigo. 

¿Se detuvo?
Yo posé la mano sobre mi corazón,
apenas si latía.

 

 

Versión de Rafael Alberti y María Teresa León

 

miércoles, 27 de enero de 2021


 

CARMEN MARTÍN GAITE

 

 

 

Canción rota

 


Siempre que iba a cantar
algo se interponía
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!

 

Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.

 

Si alguna vez con mudo gesto
antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.

 

¡Ay, mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.

 

ZOÉ VALDÉS

 

 

 

Breve beso de la espera

 


Su nombre ya no me es más familiar
El camino ya no es aquel
El de la ausencia
La muerte perdió su sutilidad
de virgen serena
Me arrancó de un piñazo
el vendaje de los ojos
Mis pestañas abiertas
al recuerdo del exquisito
Esclava de un agujero de eternidad

 

SANDRA CISNEROS

 

 

 

Solteronas

 

 

Mis primas y yo,
no nos casamos.
Somos muy viejas para
los estándares mexicanos.

 

Y los familiares
sospecharon desde hace tiempo
que no estaremos más
de blanco.

 

Mis primas y yo,
somos solteronas
de treinta años.

 

Quién no vestiremos a los chicos,
y nunca santos –
aunque los desvestiremos.

 

Las tías,
se rindieron con nosotras.
No más codazos – Sos la que sigue.

 

En vez de –
¿Qué pasó en tu infancia?
¿Qué te dejaron todas estas adolescentes?
¿Quién te lastimó, cariño?

 

Pero estudiamos
matrimonios demasiado tiempo

 

Tía Ariadne,
Tia Vasti,
Comadre Penélope,
querida Malintzin,
Señora Cáscara de calabaza –

 

las lecciones nos sirvieron mucho.