"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 31 de enero de 2021
MÓNICA NEPOTE
Siesta
Habrá
entonces el párpado ceder. En el vaivén te miro, garza lenta, resbalar hacia el
silencio.
Suscribo
mi paso al hechizo del aire: la tibieza deja flores abiertas, la geometría.
Habrá que caminar sin mácula, otorgar a los objetos levedad. No irrumpir en la
blancura del párpado sino liar sueño y danza. Suéñame: lentamente, rodando como
perla por el precipicio del día.
CARLOS LOPEZ NARVAEZ
Sueño vesperal
Te invoco suavemente como si te besara
-suavidad indeleble de tus lejanos besos
soñados dulcemente bajo la tarde clara-
los labios en los labios serenamente impresos.
Un corporal efluvio -como si te estrechara-
llega en la suspirante brisa de los cerezos;
se encienden los luceros en tu huella preclara...
La hora es como una bandada de regresos.
Aspiro la impalpable, la grácil mansedumbre
de tu forma en mis brazos, su apacible vislumbre
adormecida sobre mi corazón tranquilo.
Y al
mirarte en la sombra sonreír... como en el lecho
de sedeña blandura convertido mi pecho,
los besos te desnudan con dorado sigilo.
VIOLETA PUJOLS
Desnuda a los 40
Me
despojé de ropas,
encendí
la luz
rompí
con los dogmas
eche
a un lado las sábanas blancas
me
arropé con el sudor de su cuerpo.
Caminé
como la diosa Venus
orgullosa
de un cuerpo
que
no ha visto el bisturí.
Aprendí
a mirarme,
a
tocarme con ternura
observé
lo magistral y sabia
que
es la naturaleza.
Abrí
los ojos,
contemplé
las horas,
desmenucé
cada minuto
y en
un segundo volví a nacer
mujer
desnuda a los cuarenta.
EMI G. CANCHOLA
Fotografía del niño que quiere partir el pastel
En
el centro de la fotografía
no el niño
una muchacha de vestido rojo
ocupa su lugar
las
sonrisas y los aplausos se apagan
la madre llena el silencio con alaridos
jura por dios que se quitará la vida
los tíos, compadeciéndose
le acercan el cuchillo del pastel
también piensan ofrecérselo al padre
quien fuera de cuadro
llora los nietos que no le dirán abuelito
sin
saber qué sucede
la abuela se acerca a la muchacha del vestido
y le pregunta por qué tanto alboroto
no
lo sé, abue
sospecho que se trata de mí.
WILFREDO ARRIOLA
Y entonces, el vacío
Estás
en la casa y te saluda el ruido del refrigerador.
Ordenas los vasos sin lavar
recuerdas que todavía hay ropa sucia
de días que pasaron, que pasarán.
Miras libros pendientes de leer
aunque siempre vuelves a los mismos de siempre
que te explican lo ya explicado.
Buscas el cargador, aunque sabes que poco importa
que esté llena la carga…
Te quitas con desgano los zapatos
con la punta del uno al otro
los abandonas a mitad de camino
—quedan solitarios como vos—
Te desabotonas la camisa
y en su trayecto sucede el desgano.
Recuerdas una canción de Silvio
y en vez de cantarla lo aprendes a ultrajar.
—Es todo tan grave—
Te enteras de que es de madrugada
nadie preguntó si estás bien o peor aún,
sí asististe a la última fiesta o si tienes alcohol gel
para disfrazar la salubridad impuesta de los medios.
Te sientas
doblas los pies con fineza de bar y es la casa,
que administra la desesperanza.
Todo
aprende a morir.
Recuerdas con quien pudiste ser en compañía
y de quien ya no está
no sabes si agradecer o padecer esa desgracia.
Vuelves a ver al lado y están las llaves gastadas de abrir el cerrojo
casi siempre a la misma hora de tiempo y de abismos.
Revisas las sillas y guardan el silencio de los que se fueron.
Tan intactas como sí se hubieran hecho
para recordar y no para recibir.
La televisión está apagada
sin recordar cuándo fue la última vez que calentó su bobina.
Parece que todo ha sido abandonado ya.
Entre un reclamo y la resignación
piensas un tuit que decides dejarlo para luego.
Ya no lo valoras igual después.
Te sirves un vaso de agua
que olvidas tomar hasta llegar a la cama
piensas en tu haraganería,
pero sabes que es tu tristeza la que te hace quedarte inmóvil
—no te puedes mentir—.
Comprendes
la ironía de no tener a quien preguntarle nada.
Ni cómo estuvo el clima
ni cómo llegará a estar mañana
ni si anunciarán un nuevo dato en la pandemia.
Reúnes las respuestas
las dejas reposar
vuelves a sincerarte otra vez
con la luz azul del móvil.
Decides
dejarte llevar
por el insomnio delator de la frontera de los cuarenta.
En una década te arruinas la vida o la pueblas de olvidos.
—o las dos juntas—,
siendo uno un espectador del desastre.
Es así,
fijas la alarma,
vuelve a tratar de aceptar lo ocurrido,
giras la almohada
helas el pasado
te tiras el pelo hacia atrás
y por un momento no sabes qué fecha le sigue a este día.
Y está bien no saberlo.
Es todo tan claro
tan difuso
y sobre todo revelador.
Quitas tu fecha de cumpleaños de Facebook
y te inventas una nueva excusa con tu doctor.
Recuerdas que no será posible
no sabes cuándo cambiará esa verdad.
El rumbo perdido hecho rutina.
Te sabes incierto
acomodas tu bolso,
terminas respondiendo:
«Todo bien»
a la pregunta de todos
pero con la respuesta que sólo te importa a ti.
Lo sabes
—no te puedes mentir—
Ya no importa saber mentir.
VLADIMIR HOLAN
Estaba sentada en un estéreo de madera y cantaba.
Era como si me hubiera herido en la ternura.
Era como si el deseo sin esperanza
hubiera despreciado el llanto acariciando las lágrimas.
Era como si el mismo sol entre nubes hubiera escuchado
a ese tordo que pasa con una cereza en el pico.
Era como si aquella canción de ella hubiera recorrido por
encima
incluso ese río vecino tan lleno de truchas.
Era como si... Pero ella dejó de cantar y dijo:
"No vayas allí, hace frío".
Y yo le dije: "¿Dónde? No veo el lugar",
Versión de Clara Janés
sábado, 30 de enero de 2021
ELSE LASKER-SCHÜLER
Resignación
Abrázame maternal y suave,
y muéstrame el reino celeste,
Tú noche soñadora;
Y haz descansar mis pesares,
~ Ocultos en tu regazo ~
Sobre rosas y sobre hojas de plata
En el profundo polvo de la tierra.
En la luz crepuscular, en el brillo crepuscular
Se pulverizan tus ensueños
En la suntuosidad azul de las nubes.
Me preparo para la batalla del día.
Y ansío la noche eterna.
Para derretirme silenciosamente en el rojo de la tarde,
En tu brazo de salvador, muerte.
Versión
de Sonia Almau
GUADALUPE GRANDE
El
Rastro
Somos
materia de extrañeza
quién nos lo iba a decir nosotros
que hemos sufrido tanto
Pero nuestra memoria no arde
y ya no sabemos morir
Memoria de la vida,
memoria de los días y la vida,
cuchillo que abre el mundo
esparciendo unas vísceras que no consigo descifrar.
Memoria de las tardes y la luz,
alumbras la mirada
eres el vigía implacable,
la brújula severa, el testigo carcelario
que anuda el tiempo en su mazmorra.
Qué buscas, memoria, qué andas buscando.
Me sigues como un perro hambriento
y tiendes a mis pies tu mirada lastimera;
husmeas, perniciosa, en el camino
el rastro de los días que fueron,
que ya no son y que jamás serán.
Te arropan los andrajos de la dicha
y la desolación te ha vuelto precavida;
memoria de la vida, memoria de los días y la vida.
FERNADO CHARRY LARA
By the waters of Leman I sat down and wept
T. S. Eliot
Érase entre la luz de la mañana
Alta y desierta nube de otro tiempo
Me mirabas llegar desconocido
Aire írio cristal pálido día
Llovía luego un agua verde entre el paisaje
Un agua azul y plata por el lago
Un agua ronca con sollozo a mares
Despedazándose rota en ventanales
Me veías llegar desconocido me veías
Amante que perdió su memoria el rostro amado
Me veías ráfaga de huracanadas
Olas de luz y viento y tempestades
Dejabas penetrado de relámpagos
Al extranjero corazón a oscuras
La ciudad que rodea de verdor el lago
Cuando a la hora última la tarde
Dejabas tu desolación en las esquinas
Cuerpo insinuándose al recuerdo
Dejabas tus sedosas violetas esparcidas
El mundo extraño apenas prodigando
Leves fulgores perlas por el aire
Frágil contra la sombra el muro el árbol
La viuda cabellera de las luces
De noche tiernas lunas
Sobre los pavimentos y las lluvias
Cuando eres tú y a tu lado impalpable
Una joven cintura entredormida
O femenino cráter insospechado ardiendo
Ebrio de tristes pasos cuando el eco
Por soledades vagas como espejos
Como calles por nadie nunca recorridas
Que hace más años tú ya presentías
Ser el desconocido
De súbito al encuentro
El rugido del viento en las orillas
Ecos de ahogados flotan sordamente en insomnio
La oscuridad el cielo inmóvil
Las aguas que noche y día son tu pensamiento
Lago tal corazón desbordado
Bajo la madrugada sollozando
A solas su imagen tan desierta
Un momento le creíste
palpitación o llamarada
Como tú
De amor y luz y tiempo ausentes
Contemplar aún su claro pecho irisado
Mientras la vastedad del agua amaneciendo
Lago era entonces sin furor
Invisible al deseo
Cuello jazmín apenas
Solitario de silenciosa blancura
Muslos apenas grises de nácares helados
Alejándose entonces la presencia y el sueño
Borrando al alba en cansancio su latir obstinado
Llegar por fin a ti la vida en secreto
La vida ahora que asoma entre tus labios
Tus mudos labios volviendo a tu vida
Aquel desconocido
De siempre a tu encuentro
El cuerpo del pensamiento de ti mismo
Aquel
Amante que perdió su memoria el rostro amado
Huésped del laberinto y la nada.
JOSÉ MARÍA PARREÑO
Te
sé
oxidada de silencio y noviembre
y abrazada a tus piernas
y desnuda
se te enfría
la saliva en los labios
y hasta tu sombra es dura
en la alcoba
tus medias derramadas
son medusas
de un mar
al que no iremos nunca
ALEJANDRO PERALTA
g o
t a s de c r
o m o
Las
brisas están regando el pastizal
Hai
un aserrar de espigas
i un llanto de quinuas ojerosas
Está
empedrado el horizonte
de terrones de sol madrugador
Las
gaviotas bataclanas
vestidas de azahares
en el altar de la playa
comulgan con hostias de agua
REYNALDO URIBE
avanzada la noche
en el Casino de Oficiales
hay un brindis de honor
por la feliz sociedad
detrás de una ventana
se marchitan flores
y un hombre llora
De: “Resistencia”
viernes, 29 de enero de 2021
RENÉE FERRER
Cifra
Cómo
el dolor me abre el deseo.
Tenderme a la vera de tu cuerpo
sospechando las ansias,
los temblores,
ornar con flores robadas
el puente de nuestro aliento
intercambiando besos,
trozos de tiempo.
El sol se nos metió en los dedos
haciendo borbotar
el caldo del encuentro.
Al instante le crece permanencia.
Tu latido dialoga con mi pena
que sin nosotros notarlo
se ha disuelto.
Todo sucumbe al punto, sin embargo,
y vuelvo a ser
una cifra cualquiera en un cuaderno.
Febrero de 2004
RICARDO HERNÁNDEZ PEREIRA
Corre
Corre,
amor mío,
tan lejos hasta donde tu culpa te arrastre,
tan
lejos hasta donde tu orgullo te lo permita
y
puedas ocultarte del manto de la deshonra.
Yo
estaré aquí, en esta casa del reposo,
contemplando
tu entera desnudez y tu vergüenza,
y
viviendo en el hueco que dejas en el vacío de las horas
y del insomnio.
Ve y
habita otros cuerpos,
otros
alientos,
otras
razones
y
refúgiate en el olvido de otros besos,
si
es que esos besos llegan,
si
es que el olvido toma parte también contigo,
porque
la memoria es perra y la costumbre ruda,
y la
vida da justas cuentas
de
lo que a cada uno nos toca.
SAMUEL BECKETT
Muerte de A. D.
y ahí estar ahí aún ahí
apretado a mi vieja tabla picada en negro como de viruela
durante días y noches molidos ciegamente
de estar ahí de no huir y huir y estar ahí
inclinado a confesar un tiempo que agoniza
haber sido lo que fue hecho lo que hizo
de mí de mi amigo muerto en el día de ayer con el ojo brillante
con los dientes largos jadeando en su barba
devorando la vida de los santos una vida por día de vida
reviviendo de noche sus negros pecados
muerto ayer mientras que yo vivía
y estar allí bebiendo por encima de la tormenta
la culpa del tiempo irremisible
aferrado a la vieja madera testigo de partidas
testigo de regresos
De: “Poemas en francés 1947-1949”
PIERRE LOUYS
Me quedé muda, en mi delirio;
mi corazón latía convulso;
y el batir loco de mi pulso
era en mis senos un martirio,
vivo rubor en mis mejillas.
Gemía "no, no", al resistir.
No pudieron lograr el beso
sus labios, ni su amor obseso
franqueó con rudo insistir
la barrera de mis rodillas.
Perdón, después, él me ha pedido.
Besó mis cabellos; su aliento
quemaba mi rostro encendido.
Y luego partió... Sólo el viento
suaviza mi aflicción acerba.
Vacío contemplo el sendero.
La selva, sin vida, desierta;
la hollada pradera está yerta...
Y en sangre mis puños lacero
y ahogo mi llanto en la hierba.
De:
"Las canciones de Bilitis"
Versión de Enrique Uribe White
NIKOLAI GUMILIOV
Más
allá de la memoria
Así
toda la vida; errancias, cantos,
Mares, desiertos, ciudades,
Reflejos fugaces
De todo lo perdido para siempre.
La llama se agita, suenan las trompetas,
Corceles amarillos brincan en el aire
Mientras la gente inquieta habla,
Al parecer de la felicidad.
Otra vez el éxtasis y la aflicción.
Otra vez, como antes, como siempre,
El mar agita sus crines plateadas
y los desiertos y las ciudades se levantan.
Cuándo será -al fin- que sublevado
Del dueño seré yo de nuevo yo,
Un aborigen sencillo, adormecido
En alguna tarde sagrada
Versión
de Jorge Bustamante García
SAINT KABIR
97.
El
Señor está en mí, el Señor está en ti, como la vida está en cada simiente.
Renuncia a un falso orgullo,
¡oh, mi servidor!, y busca en ti a tu Señor.
Un millón de soles irradia Su luz.
Un océano azul se extiende en el cielo. La fiebre de la vida se aplaca y todos
mis pecados se lavan
cuando permanezco en el seno mismo del mundo.
Escucha las campanas y los tambores de la Eternidad. ¡Regocíjate en el amor!
La lluvia cae sin agua y los ríos son torrentes de luz.
Sólo el Amor puede penetrar al mundo, y pocos son los que saben estas cosas.
Están ciegos los que quieren verlas a la luz de la razón, de esa misma razón
que es la causa del alejamiento.
¡El Palacio está tan distante de la razón! ¡Bendito Kabir, que puede, en el
seno de la dicha infinita,
cantar en sí mismo el cántico del encuentro del alma con el Alma, el cántico
del olvido de las penas,
el cántico que supera todo cuanto penetra en nosotros y todo cuanto emana de
nosotros!
jueves, 28 de enero de 2021
RUTH TOLEDANO
Antes del incendio…
Antes
del incendio
la ciudad quedó a oscuras.
Pocos
vieron
prender la llama entre las manos
del incendiario.
Mas no les cupo duda a los conversadores
en las salas del vino
de la intención que ardía ya
en su tacto.
Poco
antes del incendio.
EMILIO CARRERE
Cancionero de ayer
Yo
fui un niño enfermizo, pálido y enlutado,
que demasiado pronto conoció la tristeza
del trágico y grotesco dolor de la pobreza.
Yo he dormido en los bancos de un parque abandonado.
Y con la flor de toda la andante picardía
aprendí que la vida es demasiado dura,
cuando hay que conquistarla en constante aventura,
venciendo a la miseria un día y otro día.
Yo fui un niño enfermizo, pálido y mendicante,
sin otro camarada que algún can trashumante
del arroyo, en la eterna, negra desolación.
El dolor fue el maestro que me enseñó a ser bueno,
¡pobre niño poeta!, y ¡floreció en el cieno
mi verso, como un lirio divino de emoción!
EUGENIO PADORNO
Encargo a Pepe Damaso
Porque cambies en formas
las palabras de este sueño, y que las cosas vuelvan a ser cosas.
ME llegaba de su boca sin dientes el relato de una “vida ejemplar”; y, si se lo
pedía, me daba usted la imprescindible explicación de dos o tres palabras, pues
el significar de las restantes presumía tenerlo en el exiguo diccionario de mi
mente.
Con aquellos sonidos que venían de afuera iba en mí
construyendo la imagen de un hombre que, sin probar comida ni bebida,
harapiento, sin ser reconocido por los suyos, bajo una escalera de su mansión
opulentísima, de retorno de un muy largo viaje, con un tenaz acallamiento, el
extraño dejaba asomar entre las manos juntas la carta que guardaba los detalles
de su tan vagorosa existencia. Cuando usted ponía fin a la historia, es
probable que pudiera contemplar en mi rostro el turbador efecto del Misterio.
Pero hoy sé que, pese a hablar nada, pudieron decirme aquellos labios; y que
quien, en suma, componía el relato de la anciana locuaz para el niño que dentro
del viejo ahora recuerda, era en verdad el viento, entrando y saliendo por las
rendijas de la casa junto al mar, la gran flauta olvidada entre las
rocas.
DIANE ACKERMAN
Ciudad de Sueños
Ciudad
de papel flotando entre mares,
donde
gigantes ralentizados inyectan metal en el subsuelo
y la niebla fluye de una boca jadeante
debajo de la calle; ciudad petrificada, ciudad de savia de ámbar
sellando millones de vidas en una gota;
Ciudad
de mugre, donde los fines de semana
exhalan
temprano cada lunes;
cuyos peregrinos, traídos por un barco de vapor,
vivieron como ganado y como reyes, y viven todavía:
los pobres de entrepuente, los ricos en cubierta;
Ciudad
de carne viva, de costillas arqueadas sobre ríos,
de
órganos que relucen, donde la vida animal se derrama
desde las calles y las cloacas son canales de sangre;
ciudad donde la mínima decisión o indecisión
alimenta a docenas de hombres con martinis y puñales;
Ciudad
de arte, donde los dedos despliegan nuevas articulaciones,
se
enseñan a doblarse y se parten sin dolor;
donde la gente galopa como un caballo a la cerca
de una relación, el santuario de un muslo, el abrevadero
donde las aves copulan en los espejos;
Ciudad
de signos, donde la gente sueña
el
Sueño Americano (pertenecer a todos en todas partes)
pero se conforman con un vecindario;
ciudad donde las esporas que vuelan desde el campo
llenan con esperanza las tráqueas secas, y un filo de hierba
destruyendo a su paso cemento y ladrillos
se vuelve hormigón como el invierno, ciudad de coraje;
Ciudad
de alambre, donde el indolente y el glacial
pueden
vivir ardiendo en los sentidos, asiendo el interior eléctrico
de la vida urbana como un tercer riel, exhalando fuego
hasta que sus labios centellen; ciudad cuya luz florece en la noche,
ciudad de jardines neón y verandas del tiempo;
ciudad de mareas, ciudad de cristal, primitiva ciudad de máscaras;
ciudad de fiesta, sobre la que baila una piñata invisible.
VLADIMIR MAÏACOVSKI
Amo 2
Escrito en 1923,
dedicado a Lili Brick
durante un encierro voluntario de dos meses
en su habitación de tres metros por dos de ancho.
Para ella y para mí
En este tema.
personal,
y modesto.
repetido y cantado
más de una vez.
yo giraba,
en calesita poética,
y vuelvo a girar sobre él.
Este tema,
ahora,
puede ser una plegaria a Buda,
y podría también afilar los cuchillos
de los negros, contra el patrón.
Si en el planeta Marte,
existe algún hombre de corazón,
también él,
ahora,
rezongará,
por la misma cuestión.
Este tema llegará,
y al lisiado,
lo tomará de los codos,
y le ordenará,
toma el papel,
y escribe.
Y el lisiado,
se apartará del papel con un grito desaforado.
Nada más que una canción,
son estos versos bajo el sol nublado.
Este tema llegará,
tocará el timbre en la cocina,
dará sus vueltas
y se disipará como el humo.
Hasta el gigante,
se rendirá ante él,
v se detendrá abrumado.
Este tema llegará,
y ordenará:
-¡La verdad!-
Este tema llegará,
y reclamará:
-¡La belleza!-
Dejen
que pase,
de mano en mano,
mientras ronronea un vals.
Este tema,
de paso sacudirá el alfabeto.
Nadie encontrará un tema más difícil.
Se vuelve la "A"
más inaccesible que el Kazbek¹.
Este tema enturbiará la razón,
y le quitará el sueño,
y el pan.
Este tema vendrá,
y con los siglos,
jamás se gastará,
únicamente dirá:
-Desde hoy fíjate únicamente en mí.
Y uno lo mira,
y avanza con un portaestandarte;
con un fuego de sedas escarlatas,
sobre la tierra embanderada.
Es un tema también,
lleno de picardía.
Pasarán los sucesos,
y desde el fondo de los instintos,
se preparará a dar un salto,
y como si enfureciese, nos condena:
atrévete a olvidarlo.
Este tema estremecerá,
y rendirá otras mil almas.
Este tema entró en mí irritado,
y ordenó:
entrégame el anzuelo de los días.
Me miró,
hizo una mueca en mi trajín cotidiano,
y como una tempestad,
apartó la gente,
y todos los demás problemas.
Este tema llegó,
borrando todos los otros,
y sólo,
y sin dividirse se apoderó de mí.
Este tema me ha puesto el cuchillo en la garganta
Martillando,
desde el corazón a la sien.
Este tema,
oscureció mis días en sombra.
Y el verso me ordena,
golpea como un tambor.
El nombre de este tema,
es...!
1.- La montaña más alta del Cáucaso.
MIHAÏ BENIUC
Tú gritas
Tú gritas hacia el hombre que se esconde en ti,
él no vuelve la cabeza.
Tú le agarras por el hombro,
él sigue hacia adelante.
Tú vienes a su encuentro por caminos disimulados,
sus ojos te miran ciegos.
¿Adónde va el hombre en mí escondido?
No responde, pero sigue hacia adelante,
por un camino sin camino,
a paso igual,
a paso rápido
y coge con su mano
alguna estrella caída de tus párpados,
que traga sin masticar
y sigue hacia adelante.
Tú le pones un obstáculo,
tropieza pero no se detiene.
Tú le cavas un foso en su camino,
sin mirarlo alarga el paso
y sigue más lejos.
Tú haces rodar piedras sobre él
desde tu cima rocosa y calva.
El cae, se levanta
y continúa andando.
Tú le dejas partir solo
y lo miras alejarse
hasta perderse de vista.
Pero siempre tú oyes el ruido de sus pasos
seguro, infatigable
en la cadencia de tu corazón.
Tú corres detrás de él
sin alcanzarle.
Tú no oyes más que sus pasos, nada más que sus pasos
trotando dentro de ti a través de la noche.
¿Dónde estás, hombre mío?
Espérame, yo te sigo.
Tengo miedo, detente,
no puedo dejarte solo,
iré donde tú vayas,
no importa adónde,
no importa cuánto tiempo.
Hasta si no es a ninguna parte,
hasta si es para siempre.
Quiero ayudarte,
en tus ojos ciegos
encenderé las llamas de mis miradas,
a tus oídos pasaré mi oído,
acostumbrado a oír la tormenta a través de los silencios.
Y yo te cantaré
canciones de embriaguez y de amor,
canciones viejas,
las más nuevas canciones
para expulsar tu tedio
a través de tu viaje sin fin.
Espérame, no me dejes en estos parajes,
llévame contigo.
¿Se detuvo?
Yo posé la mano sobre mi corazón,
apenas si latía.
Versión de Rafael Alberti y María Teresa
León
miércoles, 27 de enero de 2021
CARMEN MARTÍN GAITE
Canción rota
Siempre que iba a cantar
algo se interponía
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!
Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.
Si alguna vez con mudo gesto
antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.
¡Ay, mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.
ZOÉ VALDÉS
Breve beso de la
espera
Su nombre ya no me es más familiar
El camino ya no es aquel
El de la ausencia
La muerte perdió su sutilidad
de virgen serena
Me arrancó de un piñazo
el vendaje de los ojos
Mis pestañas abiertas
al recuerdo del exquisito
Esclava de un agujero de eternidad
SANDRA CISNEROS
Solteronas
Mis primas y yo,
no nos casamos.
Somos muy viejas para
los estándares mexicanos.
Y los familiares
sospecharon desde hace tiempo
que no estaremos más
de blanco.
Mis primas y yo,
somos solteronas
de treinta años.
Quién no vestiremos a los chicos,
y nunca santos –
aunque los desvestiremos.
Las tías,
se rindieron con nosotras.
No más codazos – Sos la que sigue.
En vez de –
¿Qué pasó en tu infancia?
¿Qué te dejaron todas estas adolescentes?
¿Quién te lastimó, cariño?
Pero estudiamos
matrimonios demasiado tiempo
Tía Ariadne,
Tia Vasti,
Comadre Penélope,
querida Malintzin,
Señora Cáscara de calabaza –
las lecciones nos sirvieron mucho.