Siesta
Habrá
entonces el párpado ceder. En el vaivén te miro, garza lenta, resbalar hacia el
silencio.
Suscribo
mi paso al hechizo del aire: la tibieza deja flores abiertas, la geometría.
Habrá que caminar sin mácula, otorgar a los objetos levedad. No irrumpir en la
blancura del párpado sino liar sueño y danza. Suéñame: lentamente, rodando como
perla por el precipicio del día.
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