lunes, 10 de diciembre de 2012

ENRIQUE AZCOAGA





El mar y tú...



El mar y tú. Tu dicha con su duro
lento verter de espumas rescatadas.
El mar y tú: mis playas frecuentadas
por este afán de mar en que perduro.

El mar me trae el ayer. Tú mi maduro
presente enamorado. Tú enlazadas
la dicha y la congoja. El mar trenzadas
la gloria y la agonía de ser puro.

Tengo en ti, amor, la prueba de este canto
que pena como el mar; que su alegría
logra para vivir en tu pureza.

Tu espuma y él. Tu risa y su quebranto.
Que amor sin mar y mar sin agonía
no son cimas logradas de grandeza.



JUAN COBOS WILKINS





Escrito en el libro



Si ladra cinco veces el perro en el jardín,
tus ojos, como entonces, vuelve hacia la ventana.

Aunque ahora diga te prometo
regresar cuando apunten
las yemas en el tronco por el que ascendíamos
a nuestra antigua casa,
cuando sea la luz de noche en tu mesita
la de quien en su vuelo
repetía
              imbécil,
imbécil...
creo que me olvidaré.

Está escrito en el libro:
                                                te olvidarás de mí
antes de la limpieza de cada primavera.

De "Escritura o paraíso" 1998




PABLO NERUDA






Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo... 



Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura,
en regiones contrarias, en un mediodía quemante:
eras sólo el aroma de los cereales que amo. 

Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa
en Angola, a la luz de la luna de Junio,
o eras tú la cintura de aquella guitarra
que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido. 

Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto 

mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

ARTURO CARRERA





Carpe noctem



Tampoco la oscuridad incomprensible
ni el silencio casero son el peligro y el deseo
que amenaza la ilusión de noche. ¿De qué?

De que la noche
sea la inaceptable intimidad de una espera.
Como una respiración que tiene la fuerza
de acallarnos.

Pero no puede aumentar la cantidad de sosiego
tu mirada en mi memoria.
La beatitud de un recuerdo abre un desfiladero,
una luz para los “llamados” que como ovejas que se cuentan
vienen a saltar cada reproche, cada remordimiento,
cada valla pastoril del día.

Pero allí también te espera
y te confunde con brillo y opacidad la noche.
Mucho en ella tenías y el colmo fue
en el sueño este arco iris incompleto.

ROBERTO JUARROZ





Hemos amado juntos tantas cosas...



Hemos amado juntos tantas cosas
que es difícil amarlas separados.
Parece que se hubieran alejado de pronto
o que el amor fuera una hormiga
escalando los declives del cielo.

Hemos vivido juntos tanto abismo
que sin ti todo parece superficie,
órbita de simulacros que resbalan,
tensión sin extensiones,
vigilancia de cuerpos sin presencia.

Hemos perdido juntos tanta nada
que el hábito persiste y se da vuelta
y ahora todo es ganancia de la nada.
El tiempo se convierte en antitiempo
porque ya no lo piensas.

Hemos callado y hablado tanto juntos
que hasta callar y hablar son dos traiciones,
dos sustancias sin justificación,
dos sustitutos.

Lo hemos buscado todo,
lo hemos hallado todo,
lo hemos dejado todo.

Únicamente no nos dieron tiempo
para encontrar el ojo de tu muerte,
aunque fuera también para dejarlo.


MARÍA ROSAL





Somos lo que aprendimos



Esta costumbre dulce
de perder el respeto,
de agarrarse a la vida
como si nada fuera,
como si ya la muerte
se hubiera convertido
en borroso subtítulo
de una vieja película.

Nos fuimos desnudando
en andenes lentísimos,
al filo de la noche,
cuando la madrugada
era una vieja furcia.

Somos lo que aprendimos
en esta soledad donde regamos
margaritas de plástico y silencio.