Cuando nos besamos trituramos un ángel.
Su última voluntad será nuestro deseo.
Tiempo habrá para escupir sus vidrios de colores,
su sombrero de plumas,
barajas manoseadas por tahúres y ahora
hay que hacerlo entrar,
ofrecerle licor (que él viene de morirse),
acercarle una silla (que lee en la oscuridad).
Dirá sus baratijas,
su forma de guiarnos al secreto de la vieja
estación.
Dirá que el vino está hecho de hojas secas,
que puede hacer un fuego con tu rostro y el mío.
(Ni un centavo de luz a su trabajo).
Cuando nos besamos desollamos un ángel,
un condenado a muerte que va a resucitar en
otras bocas.
No tengas lástima por él, sólo hay que hincar el
diente
y triturar al ángel.
Abrir tus piernas blancas y darle sepultura.
Nos amaremos más cuando la hierba crezca
y envuelva los caballos que asustaban al aire,
y envuelva aquellos potros que iban cual cometas,
convulsionadamente, en un macabro baile.
Le robaré tus besos a meteoros de Australia
y a electrónicas lluvias que bañan pastizales,
y gritaré, radiante, que la suerte no es mala,
porque la suerte tiene, para andar, muchas calles.
Buscaré tu figura en los ríos del tiempo,
¡mitológico aspecto de excéntrico donaire!
Buscaré tu figura para llevarla lejos
a mirar los canguros a la tierra de nadie.
¡Persistente locura! En los días aciagos
cobra vida el fantasma disuelto en la memoria,
y empieza a galopar como hacen los caballos
después de haber pastado en los campos de euforia.
¿Llegan a tus oídos las palabras de mi alma?
¿Llegan a ti las voces de viejos caminantes?
no me respondas hoy, respóndeme mañana,
cuando esté más tranquila tu celestial imagen.
Ayer, al recordarte, sangró la vieja herida.
En esta gran planicie, ¡no te deseo menos!
Pienso: ¿Estará soñando como estaba Cristina
sentada en la llanura, mirando siempre lejos?
Amazona vehemente cabalgando en el río
donde purpúreas alas de cardenal se baten;
libera la serpiente que muere en el delirio,
hazla volver de nuevo al trópico de antes.
Te sigo imaginando en la cara del agua,
proyectando a la vida ambarinos colores.
Te sigo imaginando, conflictiva adversaria,
dentro del receptivo cóctel de medianoche.