sábado, 29 de agosto de 2015

MANUEL JOSÉ OTHON



Idilio salvaje



¿Por qué a mi helada soledad viniste
cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?... Mira el paisaje,
árido y triste, inmensamente triste.

Si vienes del dolor y en él nutriste
tu corazón, bien vengas al salvaje
desierto, donde apenas un miraje
de lo que fue mi juventud existe.

Mas si acaso no vienes de tan lejos
y en tu alma aún del placer quedan los dejos,
puedes tornar a tu revuelto mundo.

Si no, ven a lavar tu ciprio manto
en el mar amarguísimo y profundo
de un triste amor o de un inmenso llanto.


ELSA WIEZELL




Yo tengo




En los cuatro costados
sacrificio
y en la niñez
una muñeca herida.
Me empujaron los sueños
en setiembre,
y de golpe
con urgencia,
conocí al hombre.
Quise salvar el canto
tímidamente
levanté mi casa
con dos ventanas
de tronco y rocío.


RAFAEL ESPEJO




Principio y fin de la siesta



Saciados el estómago y el sexo,
¿qué queda?

Mullo el vientre calmado de mi amiga,

que entrecierra los ojos
y apenas corresponde:

un roce, como ondas
erizando sus hebras.

Desnuda, libra
la gravedad

de los acantilados

bajo el plácido vuelo
de los pechos

(el corazón,

poroso y rojo,
serena nuestro canto en su caverna).

Si se ovilla
es un monte que ofende en la sabana

la aridez del ocaso,
Y late

con pulso adormecido

una respiración secreta, vegetal:
oigo el musgo crecer sobre su pelvis.

La calavera rumia el sueño de su vida
como el mar en las conchas deshabitadas:

¿Qué reverso del mundo
he de aceptar por no quedarme solo?

Y este beso, ¿se filtra
como vaho en su hipnosis?

¿Es el aliento dulce del incienso
o acaso niebla baja
que sonrosa los bordes
de mi amiga?

Duerme,

duerme sobre nosotros
un cielo ensimismado

mientras cruza su frente

esa nube que apaga,
un momento, la tarde.



De: "Nos han dejado solos"



RENATA DURÁN




No te gustó encontrarme...



No te gustó encontrarme
por la calle sonriente,
que tomara un café
sin nostalgia de ti,
al lado de tu mesa.
Que ya no te dijera
que hacías parte de mí.
No te gustó saber
que sigo viva,
que me río con ganas,
que disfruto las cosas
cotidianas
sin esperarte ni
desesperarme,
que construyo mi vida
libremente.
No te gustó saber
que no me tienes.
La vanidad ha sido tu enemiga,
ella tiene la culpa
de que no compartamos
ni siquiera
una charla.




SILVINA OCAMPO


  

Presentimiento



Durante muchos días me seguiste.
En el canto del pájaro, en las sombras,
en las modulaciones del espacio:
aprendí a conocerte.
Yo sentía tu luz atravesarme
como una flecha de oro envenenada.
Te desobedecía arrepentida.
Me hablabas en secreto.
En los espejos rotos, en la tinta
azul de los cuadernos que dejabas
sobre la mesa de mi dormitorio.
Yo temblaba al mirarte, yo temblaba
como tiemblan las ramas reflejadas
en el agua movida por el viento.
Ahora que conozco tus señales,
tu piel y tus orejas, tu semblante,
no trataré de desobedecerte,
y me arrodillaré frente a tu imagen,
implacable sibila que me sigues.





OSCAR ACOSTA




Llegar a ti, entonces, es buscar...



Llegar a ti, entonces, es buscar
la voz de un niño entre las multitud,
recoger el miedo interminable
que origina un viento nocturno,
iluminar el amor con una lámpara
de primitivo y de dulce aceite,
tocar con los dedos un pájaro de azúcar
que besa el cuello de las mujeres,
limitar la invasión de la nieve
que llega con sus armaduras de frío
y verte tranquilo y reposado
quemando el intacto silencio.