"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 29 de junio de 2019
EDWIN MADRID
Ya
no recuerda que fui su héroe por quien en innumerables ocasiones le mintió
padre.
De: “Mordiendo el frío y
otros poemas”
ALFONSO VALENCIA
No
te atreves a huir y dejar tus huellas, tu estela, como un tatuaje sobre el
camino. Porque esa marca, irremediablemente tuya, llevará de norte a sur la
callada historia de tu desgracia. En ocasiones confías en que el horizonte la
esconderá por siempre tras su espalda… pero la memoria es persistente, los
recuerdos se arrastran como cadenas: alertan al pueblo… después todo es
imposible.
Hay
cuentas que saldar. Tu cabeza tiene precio
y
todos tienen hambre.
De: “Las cosas que no
sucedieron”.
ALMAFUERTE*
Vera violetta
En
pos de su nivel se lanza el río
para
el gran desnivel de los breñales;
el
aire es vendaval; y hay vendavales
por
la ley del no-fin, del no-vacío.
La
más hermosa espiga del estío
no
sueña con el pan en los trigales;
el
más noble panal de los panales
no
declaró jamás: Yo no soy mío.
Y
el sol, el padre sol, el raudo foco
que
lo fomenta todo en la Natura,
por
fecundar los polos no se apura,
ni
se desvía un ápice tampoco…
¡Todo
lo alcanzarás, solemne loco,
siempre
que lo permita tu estatura!
*Pedro Bonifacio Palacios,
mejor conocido como Almafuerte
MARÍA MERCEDES CARRANZA
Canción de domingo
Es
inútil escoger otro camino,
decidir
entre esta palabra herida y el bostezo,
atravesar
la puerta tras la cual te vas a perder
o
seguir de largo como cualquier olvido.
Es
inútil rociar raíces
que
sean quimeras, árboles o cicatrices,
cambiar
de papel y de escenario,
ser
arco, cuerda, puta o sombra,
nombrar
y no nombrar, decidirse por las estrellas.
Es
inútil llevar prisa y adivinar
porque
no hay tiempo para ver
o
demorarse la vida entera
en
conocer tu rostro en el espejo.
Los
lirios, el cemento, esos ojos zarcos,
las
nubes que pasan, el olor de un cuerpo,
la
silla que recibe la luz oblicua de la tarde,
todo
el aire que bebes, toda risa o domingo,
todo
te lleva indiferente y fatal hacia tu muerte.
MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO
Visita a la casa de Petrarca
Un
amigo me invita a la casa de Petrarca.
Es
en Arquà, cerca de Padua, en una villa del Duecento
con
frescos que celebran
las
virtudes
de
Safo y de Cleopatra.
Me
aturden las clepsidras metódicas del tiempo,
la
bóveda de arena
que
me lleva
hasta
la muerte de Laura.
Canciones
con laureles y tiaras de diamantes.
Caminos
espinosos y sinceros.
Chicas
blancas
y
frías como el mármol
de
angélicos cabellos sin agua oxigenada.
Amores
con un alma
en
dos cuerpos repartida.
¿Qué
puedo hacer en ese huerto?
¿Ir
a poner mi flor en su ventana?
¿Acariciar
los muros desde afuera?
¿Hacer
una pulsera con todos mis fracasos?
Iré
como quien busca fósiles de focas prehistóricas,
explora
dinosaurios o ballenas,
saca
fotos a esqueletos de tortugas.
Qué
habría hecho Petrarca de un amor como el mío.
Cómo
habría cantado
un
amor como el nuestro.
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