No
te atreves a huir y dejar tus huellas, tu estela, como un tatuaje sobre el
camino. Porque esa marca, irremediablemente tuya, llevará de norte a sur la
callada historia de tu desgracia. En ocasiones confías en que el horizonte la
esconderá por siempre tras su espalda… pero la memoria es persistente, los
recuerdos se arrastran como cadenas: alertan al pueblo… después todo es
imposible.
Hay
cuentas que saldar. Tu cabeza tiene precio
y
todos tienen hambre.
De: “Las cosas que no
sucedieron”.
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