"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 4 de noviembre de 2019
MARINA TSVETAIEVA
Poemas no coleccionados
Soy
la página bajo tu pluma.
Cuídame.
Página blanca,
Yo
guardo en mí tu bien
Y
te lo centuplico.
Yo
soy la gleba, la tierra negra.
Tú
eres el sol y la lluvia.
Tú
eres el señor y el amo, yo
El
humus negro, la hoja blanca.
10 de junio de 1918
JULIO TRUJILLO
Hip hop
¿Oyes
el diapasón del corazón?
Ramón
López Velarde
Soy un tambor en su mejor tensión,
casi
una superficie desollada,
secreta
piel que vibra
debajo
de la piel.
Y
todo es percusión en la epidermis,
la
más delgada brisa
—que
no sabe
que
llevo miles de años esperándola—
extrae
de mí sonidos
que
gozan de su propia duración.
Diré
que no he dejado de ulular
desde
que un soplo
echó
mi piel a andar sobre sí misma.
(He
sido acorde sordo
y
estridencia,
he
sonado sin ciencia,
pero
mis cuerdas templo
desde
que se enroscaban en cordón.)
Difícilmente
sé
bajar
la voz:
tenga
alma de barítono,
arranques
de mariachi y calentura
de
negro en malecón.
Quiero
cantar porque me impulsa un ritmo
que
impone como un óleo
su
motivo.
Lo
escucho con los ojos:
más
allá de observar aves y árboles
veo
gerundios volando
y
esdrújulas con ramas genealógicas.
Verbos
para beberse y consonancias
de
dorso acariciable.
La
curva de mi oído se pronuncia
como
la pera
de
mortal peralte.
Conozco
la fatiga:
la
mente nunca apaga su sinfónica.
Pero
hoy soy un tambor
y
el mundo me seduce con sus palmas.
No
sé si alguien escucha.
Las
vacas de Ted Hughes tal vez gozaron
las
líneas de Chaucer.
¿Habrá
un rebaño que me preste orejas?
¿Ablandaré
el gran cálculo de piedra
como
un río sus guijarros?
¿Penetraré
en tu sangre para darle
un
nuevo hervor?
Cada
interrogación es una llave
centrífuga
de sol.
No
importan las respuestas sino el timbre
con
el que formulamos las preguntas,
la
música y el hip hop,
la
trenza de fonemas enlazados.
El
ritmo, el puro ritmo
con
que se desenvuelve el corazón.
LUCILLE CLIFTON
la lección de las hojas que caen
las
hojas creen
que
dejar ir es amor
que
el amor es fe
que
la fe es gracia
que
la gracia es Dios
estoy
de acuerdo con las hojas
LÍBER FALCO
Apunte
Cantan
allá abajo.
Unos
muchachos cantan
mientras
la Luna arriba,
como
una blanca flor nocturna
derrama
su esplendor sobre la Tierra.
Cantan
allá abajo
y
el canto sube.
Entre
la noche sube
como
un rezo.
GEORG TRAKL
Las ratas
La
blanca luna otoñal brilla en el patio.
Fantásticas
sombras caen de la orilla del techo.
El
silencio habita en las ventanas vacías;
De
pronto, las ratas emergen suavemente
Y
pasan chillando por aquí y por allá
Y
un vaho grisáceo husmea tras ellas
Desde
la letrina. Ahí,
Fantasmagórica,
chispea la luz de luna.
Y
ellas, como locas, chillan de avidez
Y
cubren la casa y el granero,
Pleno
de frutas y semillas.
En
la oscuridad, vientos helados lloriquean.
JORGE ENRIQUE ADOUM
Borrachera
El
triste yo que soy, ahora era
o
fui. Soy Iván el Terrible, y ni siquiera
los
que me conspiran son Boyardos.
Unos
ojos
flotan hace lejos, me codean
mirando,
están junto a Platón viendo
una
película muda en su caverna.
Que
me suelten al bandido: estoy esperándolo
como
al porvenir, yo, Conquistador
de
una Mongolia de sueño inaccesible.
Mi
patria, la pobre, hace tiempo
que
no se cambia el vestido, y no
porque
nadie, sino porque esconde
su
propia llagadura. Me decían: Vámonos,
aquí
nos matan. Pero no estoy desocupado.
El
Poeta me hace reír: después de todo
la
vida humana es como Juana
Flor:
no es Juana.
Yo
no espío
el
futuro por la cerradura, pero no me conformo
con
la aldaba, y profetizo: Platón, joven
Platón,
no existe su república, no hay
república
como ésta —pobrecita—, no hay
su
Rusia ni hay tal nada.
Sólo
siento
por
el ángel que se está desplumando,
ya
casi parece hombre, desnudo
el
desplumado. Sí me iría a donde
pudiera
nacionalizarme de feliz.
Total,
ya he pagado, vecino.
Si
no fuera
por
usted, estaría solo, y si llora,
mi
dichoso, ¿a quién me agarro? ¿Cómo
podría
matarme antes de morir?
Mañana
hay
un paseo macanudo, con terrestres
cariñosas,
por acaso las lunáticas.
¡Viva
mi
Partido, carajo! No sé en dónde
puse
la llave con que abro en donde muero
con
atraso.
Perdón,
señores, ya recuerdo.
Nadie
parece que me llamo.
De: "Las ocupaciones
nocturnas", en Los cuadernos de la tierra
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