domingo, 3 de abril de 2016


FRANCISCO GRANIZO RIBADENEIRA




Zoo fantástico



Ni el unicornio ni el dragón
ni el hipocampo estan en la naturaleza.
Uno es creación francesa,
otro le pone fuego a mi apellido,
el último lo invento yo al alba
tendido sobre la arena,
de la baba del mar
armo su arquitectura interrogante
para beneplácito de mis amigos. 



EUGENIO DE NORA



  
El amor que lucha



Hacia días hermosos voy contigo, llevado
por tus ojos desnudos, por tu voz sin palabras.
( Ojos hondos que guardan las auroras del mundo,
tibia voz de caricia, penetrada y callada...)

Se abren lentas las puertas del ensueño lejano...
Ya estamos en el tiempo que quizá no tuvimos;
somos ya de la infancia que la tierra florece...
La esperanza indefensa da fe del paraíso.

No huir, ¡ir hacia adentro! Hemos vuelto a la vida..
Sólo ser; sólo, siempre, penetrar en el alma.
Y sentir que palpita, desolada y remota,
en el mundo en tinieblas, una estrella que ama.

...Mas quien vive en ti, odia, catedral de mendigos;
¡el amor rompe a tajos las murallas del miedo,
y endurecido en ira desprecia, sobrepasa
al ser feliz, desea, quiere acercar su reino!

(Si el amor más precioso terminara en sí mismo,
¡oh qué joya de escarnio frente a aquellos que sufren!
Pero cuando volvemos de la dicha sin tiempo,
hay un luchador grave en cada amante dulce.)


  

FEDERICO GARCÍA LORCA



  
Si mis manos pudieran deshojar



Yo pronuncio tu nombre
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma
¿qué otra pasión me espera?
¿será tranquila y pura?
¡¡si mis dedos pudieran deshojar a la luna!!


10 de noviembre de 1919. (Granada.)



JOSÉ MARTÍ



  
Sé mujer, para mi...



Se, mujer, para mí, como paloma
Sin ala negra:
Bajo tus alas mi existencia amparo:
iNo la ennegrezcas!
Cuando tus pardos ojos, claras senos
De natural grandeza,
En otro que no en mí sus rayos posan
iMuero de pena!
Cuando miras, envuelves, cuando miras,
Acaricias y besas:
Pues ¿cómo he de querer que a nadie mires,
Paloma de ala negra?




GLORIA GABUARDI




La Alquimia de los Sueños

                        A mi esposo Francisco de Asís Fernández.



La alquimia de los magos
mantiene encendida para siempre
la luz brillante de la linterna de la vida.

Los Dioses y su magia
dicen que uno tiene una estrella en el cielo
que cuando nacemos, se enciende su luz y brilla
y cuando nuestra conciencia
se estrella contra el mundo
tintinea como agua saltando entre las rocas.

Yo he vivido feliz en el paraíso de mi cuerpo,
creyendo en el cielo de la vida
en esta peligrosa travesía.

Por eso he hecho ritos y alta magia,
leído el Libro de los Esplendores
y perseguido la clave de los grandes misterios.
Por el amor y los sueños,
por los recuerdos marinos
de mi navegante paso por la vida.

Pero he sentido el dolor,
por los cuatro puntos cardinales de mi cuerpo.

Y es el amor por los sueños (dicen los iluminados)
el que mezcla tantos dolores a los sueños de amor.
Por eso escondo mis raíces
y protejo mi sombra y tu sombra.

Quiero que el dolor cuando se acerque
sea como un extraño y desvencijado velero.
Que venga, no atraque y se vaya,
se hienda en lo profundo del vacío.

Persigo la alquimia de esos magos.
Ahora marcho buscando mi estrella,
su luz de plenilunio
con su corazón de piedra en el fondo de los ríos.

Del Rondó de la Sonata Patética de Beethoven
de los Nibelungos de Cósima y Wagner
que me lleven, sí que me lleven
al final del alba
adonde los pájaros cantan tres veces y nadie se muere
y las adivinanzas tienen sus respuestas.
Para que me den la luz que Dios me dio,
la luz brillante de la Linterna de la Vida.
Para que no se extinga el lirio y el jacinto
para que mis mañanas no cambien su color.

Para que no mueran los sueños,
para que no se seque la Rosa de los Vientos
y el Ave del Paraíso cante su canto,
para que el mar de la serenidad
invada nuestro espíritu
y nunca se extinga la llama
ni la luz brillante de la linterna de la vida.


FEDERICO BERMÚDEZ Y ORTEGA




Campanas de la tarde



La tarde.
Gris de perla.
Los árboles en una
meditación ambigua, de ensoñación o duelo;
¡pupila de la tarde romántica la luna,
colmado el gris plomizo del solitario cielo!

¡Por momentos sus alas: inmóviles al vuelo,
recoge la penumbra que finge ser la ojera
de la pupila blanca, sonámbula y viajera
que calma el gris plomizo del solitario cielo!

¡El ángelus.
Esquilas...
Lamentos funerarios
que vuelan de los bronces de viejos campanarios
con un compás doliente de apesarado vuelo!

¡Yo sueño bajo el oro de estas horas tranquilas,
y en embriaguez de amores recogen mis pupilas
tu imagen en la errante del solitario cielo!